OPINIÓN
LA VOZ DE LA COALICIÓN
CIMACFoto | Erika Cervantes
Por: Eugenia López*, Mariana Mancilla**, Esperanza Delgado Herrera*** y Corina Martínez****
Cimacnoticias | México, DF.-A pesar de que existen acciones para reducir el número de nuevas infecciones de VIH en nuestro país, desafortunadamente éstas no han sido orientadas con alta prioridad hacia la población adolescente y joven.
Tal vez una de las razones obedece a los obstáculos conservadores que aún persisten bajo el cobijo de no reconocer el inicio temprano de relaciones sexuales entre adolescentes, y olvidando que la principal transmisión del VIH en México es por la vía sexual.
La falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y a una educación integral en sexualidad ha dado como resultado que adolescentes y jóvenes no cuenten con servicios oportunos para decidir manera preventiva, protegida y responsable su comportamiento sexual.
La respuesta al VIH dirigida a adolescentes y jóvenes no ha tenido la contundencia que debería, aunque se reconocen ciertos avances.
A nivel mundial se registra una reducción del 32 por ciento en el número estimado de nuevas infecciones de VIH entre personas de 15 a 24 años, aunque es este grupo el que concentra el mayor número de nuevas infecciones.
Por otra parte, el número de muertes relacionadas con el Sida se redujo un 30 por ciento entre 2005 y 2012; sin embargo se estima que las muertes entre jóvenes aumentaron 50 por ciento por esta misma causa.
La situación anteriormente descrita obliga a considerar algunos datos relevantes como son los recientemente publicados por el Consejo Nacional de Población (Conapo).
La edad promedio en que las y los adolescentes tienen su primer contacto sexual se ubica alrededor de los 18 años, aunque se registran edades tempranas pudiendo ser desde los 13 y 14 años.
Un alto porcentaje tiene su inicio sexual sin usar algún método anticonceptivo, por lo que es fácil suponer a un o una adolescente comenzando su vida sexual sin información completa sobre su cuerpo, el conocimiento preciso de cómo funciona, cuáles son sus días fértiles, y por consecuencia sin el uso de un anticonceptivo.
Estos factores son determinantes para el riesgo que enfrenta un o una joven que no cuenta con información, educación y servicios de salud sexual indispensables para favorecer decisiones asertivas y preventivas relacionadas con su sexualidad.
Durante 2012 en México se registraron 308 casos de VIH entre adolescentes de 15 a 19 años, y otros 974 casos en jóvenes de 20 a 24 años, todos adquiridos por vía sexual.
Actualmente en nuestro país existen lineamientos normativos que representan serias limitaciones para que adolescentes menores de 18 años recojan personalmente los resultados de la prueba de VIH.
La Norma Oficial Mexicana (NOM) 010 de la Secretaría de Salud dice que las personas menores de 18 años pueden realizarse la prueba a pesar de no ir acompañados de su padre, madre o tutor legal, pero sí deben ir acompañados de cualquiera de ellos al momento de la entrega de los resultados.
Lo anterior constituye una enorme barrera para que la población adolescente proceda a la realización de la prueba; si hablar con sus padres sobre el inicio de su vida sexual puede ser un obstáculo considerable, compartirles que han procedido a conocer su estatus sobre VIH puede ser aún peor.
También es importante mencionar que muchas de las barreras que enfrentan adolescentes y jóvenes para las pruebas rápidas de VIH y en general para servicios de salud sexual y reproductiva, se deben al estigma que todavía prevalece entre prestadores de servicios de salud y entre tomadores de decisión de este campo.
Adolescentes y jóvenes son calificados como inmaduros, inestables, incapaces de tomar decisiones y que no saben lo que quieren, entre otras cosas.
Si a lo anterior se agrega que para efectos de prevención en VIH adolescentes y jóvenes no son una población prioritaria, se perfila un grave problema que se debe atacar a la brevedad y sobre todo garantizando el pleno respeto a sus derechos sexuales y reproductivos.
Miles de historias se documentan: adolescentes que no han encontrado información y educación sexual temprana, clara y objetiva, que tampoco han accedido a servicios de salud preventivos y oportunos, y que han contraído una infección de transmisión sexual (ITS), o cursan un embarazo no planeado, que tienen miedo, que no saben qué hacer, a dónde acudir o con quién hablar.
Pareciera ser que cuando se habla de temas de sexualidad para adolescentes y jóvenes, se trata de un hecho aislado en la vida. ¡Pero no! Es más que eso, es un suceso que impactará de manera definitiva el resto de sus vidas, si continuarán o no con sus estudios, si tendrán que casarse obligadamente, si las expectativas de sus vidas se verán limitadas en tiempo y en aspiraciones.
Hablar de sexualidad es hablar de toda una persona, con todo lo que eso significa.
Por tanto, si se quiere reducir el número de casos de embarazo en adolescentes y de ITS, incluyendo el VIH, se vuelve imperativo contar con estrategias adecuadas que respondan a las necesidades y realidades de adolescentes y jóvenes, asegurando que la información y la educación sexual que reciban, así como la oferta de servicios en salud sexual y reproductiva, se brinden con respeto a su decisión libre e informada en un marco de respeto a sus derechos como individuos.
El acceso a la prueba de detección de VIH cuando la población adolescente y joven la solicite deberá garantizarse con la confidencialidad requerida. Es importante realizar esfuerzos coordinados de varios actores y sectores, como los que a continuación se sugieren:
1. Hacer realidad la educación integral en sexualidad como un tema de la currícula escolar desde el nivel básico. Es urgente impulsar la institucionalización de materias que hablen a niñas, niños y adolescentes sobre la sexualidad desde un enfoque científico y laico, con perspectiva de género y en un marco de respeto a su decisión libre e informada, que les permita tener las habilidades necesarias para actuar de manera preventiva, asertiva y oportuna.
2. Elaborar guías de atención especializada para adolescentes y jóvenes con VIH, en las cuales se consideren protocolos médicos de tratamiento antirretroviral adecuados a la edad y condiciones físicas de adolescentes y jóvenes.
3. Garantizar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva con prestadores de salud sensibles a las necesidades de la población adolescente, y sin interponer sus propios juicios y valores, con horarios accesibles; en otras palabras, servicios de salud “amigables” para adolescentes y jóvenes.
4. Asegurar el acceso a insumos de prevención como son condones masculinos y femeninos, métodos anticonceptivos y otros insumos para su autocuidado sin que la edad sea una barrera.
*Eugenia López, directora de Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C. www.redbalance.org
**Mariana Mancilla, integrante de Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C.
***Esperanza Delgado Herrera, apoderada de relaciones interinstitucionales y advocacy de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam).
****Corina Martínez, integrante de Mexfam.
*****Balance y Mexfam son parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario