12/30/2013

Los periodistas pal café . . .



Estuve tentado a posponer la inclinación a la nota roja que he prac- ticado en las últimas columnetas, y terminar el año con cuestiones menos sórdidas. Finalmente decidí lo contrario: tratar de que esta cronicación tuviera el efecto de un exorcismo y nos liberara de los demonios que nos han habitado en los últimos sexenios.
Ya dimos algunos nombres muy importantes de los sospechosos, de los presuntos culpables, a quienes la Secretaría de la Función Pública (SFP), hoy finada, denunció ante el Ministerio Público Federal y a quienes éste consignó ante el juez federal Rubén Darío, de quien yo había leído que maneja el idioma con elegancia y cuidado, lo renueva con vocablos brillantes, en un juego de ensayos métricos audaces y primorosos y se atreve a realizar con el combinaciones poéticas dignas de fray Luis de León. Rubén Darío es el príncipe de los versos alejandrinos, los de 14 sílabas métricas divididos por dos hemistiquios de siete cada uno en las que se acentúan la tercera y la decimotercera sílaba...
Perdón, perdón, pero ¿qué cosas estoy diciendo? Norma de Aquino, mi housekeeper, volvió a ordenar mis notas de acuerdo con el color y el tamaño y ahora, por su culpa, confundí a Félix Rubén García Sarmiento, poeta nicaragüense, universalmente conocido como Rubén Darío y reconocido como piedra angular del modernismo, con el licenciado Rubén Darío Noguera, juez federal cuyos acuerdos y sentencias son siempre escritos en prosa y en un periclitado argot jurídico.



Empatando el ingreso autorizado para 2014 –incluido el endeudamiento para cubrir un déficit fiscal de 650 mil millones– el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) distribuye un gasto total de 4.467 billones de pesos en la siguiente forma: 1.983 billones (el 44.5%) para ser ejercidos por el gobierno federal y los ramos autónomos; 1.510 billones (el 33.8%) por los organismo bajo control presupuestario directo; 578 mil millones (12.9%) para ser transferidos vía Participaciones a las entidades federativas (estados y DF); 380 mil millones (8.5%) para cubrir el costo financiero (pago de intereses) de la deuda pública; y 16 mil millones (el 0.3%) para cubrir adeudos de ejercicios fiscales anteriores (Adefas) (Gráfico 1).
En la clasificación programática, del gasto total, 3.494 billones (el 78.2%) va a gasto programable, y 974 mil millones (21.8%) a gasto no programable, esto es, el que incluye las Participaciones a entidades, los pagos por el costo financiero, los Adefas, y los eternos programas del rescate bancario de 1995.
En cuanto al gasto programable (3.494 billones) su crecimiento real en 2014 sobre lo aprobado para 2013 es de 10%. Del total, el 75.7% (2.644 billones) se destina a gasto corriente (que crece 8.7%), y el 24.3% (850 mil millones) se canaliza a inversión (Gráfico 2).



Allá por mayo de 2009, como secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría reconoció que la economía nacional es un desastre, hecho que sistemáticamente negó como funcionario del gobierno tecnócrata mexicano (y miren que ocupó cargos al por mayor. Secretario de Hacienda con Ernesto Zedillo, el último de ellos). Y le ponía la cereza al pastel: Ésta no es una evolución, esto es una demolición.
Cómodamente instalado en un lujoso hotel madrileño para hablar de la crisis económica global y el brutal efecto en la mexicana, Gurría, ya muy alejado del obligado silencio que implica tener hueso en el gobierno de su país, no se aguantó las ganas y soltó el citado calificativo: “En 2009 hemos perdido lo que habíamos ganado en muchos años, así que esto no es un ciclo, esto es un desastre. Y sí, lo calculamos mal. Culpables de cargo, absolutamente. Y no lo digo sólo por la OCDE, sino también por los reguladores, los supervisores y la iniciativa privada, que tuvimos una falla masiva… No fuimos ni medianamente competentes en esta materia… lamentablemente el primero que tiene que ayudarse a sí mismo para salir del agujero es México y los mexicanos, porque el apoyo que van a recibir de otros no será en la misma proporción del daño que les han importado… Y el daño es enorme”. (La Jornada, Armando G. Tejeda, corresponsal, 23/5/2009).
Y fue más lejos: “Este problema lo hicimos nosotros y entonces somos nosotros los que lo tenemos que arreglar. Fue una masiva falla de la regulación y la supervisión. Fue una masiva falla del gobierno corporativo y de la administración del riesgo. Y ahí vamos juntos autoridades, sector privado y organismos internacionales. No se trata de señalar a los culpables, pero sí de tener un buen diagnóstico para saber las cosas que tenemos que hacer para salir del agujero… Si hubiera habido un poco más ética, integridad y transparencia en la economía mundial nos hubiera ido mejor (ídem)”.
En aquella ocasión el ex funcionario intentó diplomáticamente limitar el desastre y la demolición a los daños causados por la crisis del catarrito (cómo olvidar al creativo doctor Carstens), pero obvio es que ambos calificativos no sólo embonan a la perfección con el México real, el de las tres décadas de reformas estructurales y privatizaciones al por mayor, sino con la información que la propia OCDE, que ahora él encabeza, ha documentado a lo largo de los últimos años, es decir, desde el desastre educativo hasta la demolición del bienestar de los mexicanos, sin olvidar la debacle en ciencia y tecnología, la creciente inseguridad, el ecocidio, la pérdida de soberanía, la evasión fiscal del gran capital y demás resultados modernizadores llevados a la práctica por los mismos que ahora van por el petróleo.
Y esa cruda realidad que hoy reconoce y documenta la OCDE, con efectos devastadores para los mexicanos, es la misma que con singular alegría el propio tamaulipeco y la organización que ahora preside (junto con el FMI, el Banco Mundial y la primera generación de gobernantes gringos nacidos en México, entre otros) contribuyó construir desde los cargos que ocupó en el gobierno mexicano, y remató desde su posición actual (no se olvide que el denominado Ángel de la Dependencia también forma parte de los insistentes promotores de la privatización petrolera, y es el mismo que a finales de 1993 se dio el lujo de pronosticar 24 años más de continuidad en política económica, con el saldo ya conocido. Por cierto, ese plazo vence en diciembre de 2017).
Cercano ya el aniversario número 20 del ingreso de México a la OCDE (el anuncio lo hizo Manuel Tello Macías, antecesor del propio Gurría en la SRE, 24 horas después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, cuando la cancillería mexicana divulgó que nuestro país había sido formalmente aceptado como nuevo miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), con la promesa de que, con ello, las puertas del primer mundo se abrían de par en par. Pues bien, dos décadas después de tal acontecimiento nada hay que celebrar, pero sí muchísimo que reclamar por los espeluznantes resultados de años y años de privatizaciones, modernizaciones y reformitis aguda que han hundido a la nación y a sus habitantes.
Falta ver mucho, sin duda, pero entre lo más reciente destaca lo publicado el pasado sábado por La Jornada (Roberto Garduño), que en su parte medular dice así: “La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –integrada por un club de 34 países productores de 60 por ciento de bienes y servicios a escala global–, de la que México forma parte, ha reprobado en los meses recientes las políticas aplicadas por la administración de Enrique Peña Nieto en los rubros de salud, educación y seguridad.
“En mayo pasado la calificación aplicada en el índice de mejor vida ubicó a México en el penúltimo sitio de los integrantes de la organización, únicamente por delante de Turquía. En octubre, ese club de naciones que se autoproclaman democráticas y desarrolladas consideró al país como su integrante más inseguro, pues a partir de la tasa de delitos y homicidios registrados el país obtuvo una calificación de cero. México es el Estado miembro que tiene la tasa más alta de asesinatos, pero también es el país donde existe la máxima disparidad regional en estos crímenes. La tasa de homicidios de Chihuahua es 56 veces superior a la de Yucatán.
Incluso los índices revelados por la OCDE colocaron a la República Mexicana en el último puesto en cuanto a educación, y en los más bajos sitios en los ingresos por habitante. Si bien ese organismo multinacional es presidido por uno de los economistas neoliberales más connotados en el ámbito del poder político del PRI y del PAN, José Ángel Gurría, los resultados que ha obtenido el país no lo dejan bien parado.
Pues bien, a pesar de los devastadores efectos económicos y sociales que han tenido las políticas neoliberales a lo largo de tres décadas y no obstante que la propia OCDE los ha venido documentado desde hace 20 años, la organización que preside Gurría insiste: México saldrá del hoyo sólo si moderniza más, privatiza más y reforma más, pero al devastador paso que van, en breve ya no habrá nada que hacer. Vamos, ya no habrá país.
Las rebanadas del pastel
No es novedad, pero mientras Enrique Peña Nieto suavizó la reforma fiscal para, una vez más, beneficiar al gran capital, los consumidores ya no sienten lo duro, sino lo tupido, porque desde ya los comerciantes les trasladan el aumento de impuestos que, según el gobierno, pagarían los que ganan más.
Twitter: @cafevega


Los actores políticos michoacanos coinciden: pasado mañana arrancará en los hechos la contienda que concluirá en 2015 y en la cual se renovarán las 113 alcaldías, los escaños del Congreso local, las diputaciones federales y la gubernatura.
Los dos últimos titulares del Ejecutivo estatal, Leonel Godoy y Fausto Vallejo, gobernaron cada uno menos de cuatro años. Pero el próximo mandatario podrá hacerlo durante todo un sexenio. Es, entonces, un bocado aún más apetecible.
El perredista Silvano Aureoles Conejo y la panista Luisa María Calderón Hinojosa se perfilan como los principales prospectos para ser postulados por sus respectivos partidos, como ya sucedió en 2011. Mientras, en el Partido Revolucionario Institucional hay varios suspirantes: el senador Ascensión Orihuela Bárcenas, el delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en la entidad, Víctor Manuel Silva Tejeda, y el alcalde de Morelia, Wilfrido Lázaro Medina, cuyo mentor político es el propio Fausto Vallejo.
Aureoles Conejo, coordinador de los diputados federales del sol azteca, prácticamente tiene vía libre a la candidatura, pues el senador Raúl Morón Orozco y el legislador local Fidel Calderón Torreblanca no tienen por ahora posibilidades reales de derrotarlo en una contienda interna.




Con el telón de fondo del clima de descomposición y la fractura del estado de derecho que se viven en Michoacán, grupos de autodefensa tomaron ayer la cabecera municipal de Churumuco y de la tenencia de Juntas de Poturo, y concretaron de esa manera presencia y control en una sexta parte del territorio estatal.

Policías comunitarias, contra inutilidad de instituciones
Seguramente la policía no hace nada para cuidar a las personas y sus bienes, y cuando está absolutamente ausente, como es el caso de la zona donde vivo (Arenal 253, en Tlalpan), estamos a merced de toda clase de malhechores.

El año que termina fue de altas y bajas para el gobierno del presidente Obama en diversos aspectos. En cuestiones domésticas, la tensión entre el Congreso y su administración creció cada vez que fue necesario someter sus iniciativas a la consideración de los legisladores. En el ámbito externo, tal vez sus principales problemas giraron en torno a una posible declaración de guerra en contra de Siria y la controvertida desnuclearización de Irán.

Creímos los ciudadanos haber visto todo sobre el uso del dinero público para promover la imagen de un funcionario. Pero el actual gobernador de Chiapas –el que, como afirma el subcomandante Marcos, es el empleado de un negocio que ni es partido, ni es verde, ni ecologista ni es de México– superó con creces al que fue mandatario del estado de México y hoy es Presidente de la República. Lacayunamente, uno de sus servidores comparó hace una semana a éste con el generalísimo José María Morelos, el Siervo de la Nación.

Al término del año estaría bien hacer una evaluación de lo que ha venido siendo la eficiencia, sin descartar la ineficiencia, para lo cual vamos a tratar de definir en primer lugar, solamente como una excitativa para que los especialistas se interesen en el tema y nos brinden algo más profundo sobre lo que pasa con las finanzas del país, habida cuenta de que tal parece que no hemos mostrado verdaderamente un progreso visible, palpable para el pueblo mexicano de todos los niveles sociales. Porque cuando nos referimos al pueblo y agregamos la nacionalidad es que nos estamos refiriendo a aquel ciudadano que, independientemente de sus ingresos familiares, bien habidos desde luego, sienta por este país un deseo que se convierta cotidianamente en una necesidad de realizarlo, con un sentido social, para sí mismo, para su familia y que en su lucha tengan lugar también otros mexicanos, los conozca o no. O bien si son amigos o compañeros de trabajo o tal vez si se trata de esto, de que ocupe su tiempo y su esfuerzo totalmente también de lucha, que sea limpiamente política, que considere el objetivo de su actividad, no únicamente su propio progreso, sino, como se dice antes, que incluya en su programa, en su plan de lucha y de trabajo, a la sociedad de la que el país se beneficie, pues el ingreso económico individual genera si el dinero no se esconde debajo del colochón o no se lleve a depositar en la banca extranjera y tiene, repito, origen lícito.

En el final de 2013 vale la pena, aun de manera rápida, traer a la memoria los principales eventos que marcaron este año. Primero en México y en próximo artículo aquellos de carácter internacional.

La situación institucional del país es muy delicada. El ímpetu reformador ha abarcado en un periodo demasiado corto asuntos cruciales en muy distintos órdenes. La misma Constitución ha sido modificada. En este caso, se afectó el principio que otorga el carácter de estratégico al sector de la energía: hidrocarburos y electricidad. Se redefine de cuajo el ámbito del uso de los recursos y la potestad sobre los mismos, y de ahí el marco de las políticas estatales de crecimiento de la economía y de desarrollo social.

Este año, la muerte ha estado cerca, demasiado cerca de esta casa. Ha venido a tocar la puerta, a llamar por teléfono, a meterse en la conversación de manera advenediza y entrometida como nunca antes lo había hecho. Se metió en nuestra vida en la primavera, en el verano, en el otoño y el invierno. Y no, no es cierto que haya llegado de manera juguetona. Lo ha hecho de forma implacable, desalmada. Llegó una vez invitada por el cansancio de volver a empezar todo de nuevo y dejándose llevar por una enfermedad, por una caída mal curada; otra, por un aparente pequeño accidente casero, también por la expresión de la más grande brutalidad a la que hemos llegado por la pérdida de humanidad en este nuevo siglo, o por el resultado de una larga y avisada enfermedad. Esta última fue la forma en que llegó para arrancarnos a José María Pérez Gay.

En un mundo en el que, como nunca, se ha vuelto demasiado fácil olvidar, hay que hacer caso a la memoria y traerla al presente para entendernos con él y, si corremos con suerte, pensar futuros donde quepan, y sonriendo, nuestros descendientes. Así, algún día ellos podrán recordar a sus ancestros con gratitud y respeto. Puentes, es lo que uno tras otro vamos siendo. Pero hay quienes prefieren dinamitar los puentes, cortarlos de tajo o ponerles aduana, retén, caseta de cobro, hasta volverlos infranqueables. La labor de puente es directamente proporcional a la del río que le corre debajo. Y ese es el miedo de los que cortan los puentes. Que nos acordemos con las manos lo que nos cuentan los ríos, por ejemplo de la gente no se deja ni cae en el adormecimiento de la pantalla universal y su versión de los hechos envuelta en entretenimiento, esa comida basura del cerebro, tras la cual hay un proyecto siniestro, y su coartada es la innovación.


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