COMUNICAR IGUALDAD- Carmen Moreno es actualmente secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de Estados Americanos. Antes fue embajadora de México –su país de origen- ante diversos estados de América Latina y representó a su país ante la OEA.
Tiene un extenso trabajo en la protección de los derechos humanos de las mujeres: fue integrante de la delegación mexicana en la Primera Conferencia Mundial de la Mujer (1975, México) y fue delegada ante el Comité Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas para el establecimiento de la Década de las Naciones Unidas para la Mujer, la Igualdad, el Desarrollo y la Paz (1985-1995). Entre 2003 y 2009 –cuando ingresó a la OEA- dirigió el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (INSTRAW, que actualmente es parte de ONU Mujeres).
Semanas atrás en Buenos Aires participando del seminario Derechos humanos de las mujeres: Buenas prácticas en la justicia de género, organizado por la misma OEA y la Corte Suprema de Justicia de Argentina a través de la Oficina de la Mujer.
Allí le realizamos una entrevista en la que abordó los desafíos de la CIM y sobre todo la agenda para el logro de la igualdad en el ámbito de la representación política.
-¿En qué áreas trabaja prioritariamente la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA?
-La OEA tiene cuatro grandes áreas: democracia y gobernabilidad, derechos humanos, seguridad multidimensional y desarrollo integral. Desde la CIM estamos transversalizando la perspectiva de género en todos los programas de estas áreas. Y, por otra parte, trabajamos propiamente en dos direcciones: brindamos servicios en perspectiva de género a las personas que integran la CIM -ministras, mujeres o varones, o jefes de mecanismos de apoyo a las políticas públicas de las mujeres en cada país-; y al Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (MESECVI). Un área que hemos desarrollado bastante desde la CIM es la de gobernabilidad y democracia, donde nuestra principal preocupación ha sido que se reconozca la importancia de la participación de las mujeres en el desarrollo democrático de las Américas y que se vea esto es crucial para la gobernabilidad.
-¿Qué evaluación hace de la participación política de las mujeres en la región?
-Tenemos un crucial problema de participación porque los niveles son muy bajos, apenas hay un promedio de 20% de mujeres en los parlamentos. Hay países como Argentina, y recientemente México, que han mejorado sus niveles, pero esto debe ser ampliado. Acabamos de publicar un libro, La apuesta por la paridad, junto al Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), en el que se analizan los casos en que la paridad fue asumida como parte de la constitución nacional, como Bolivia. Allí también hicimos un análisis del impacto del sistema de cuotas y vimos que las mismas han permitido el incremento del número de mujeres en los congresos. En el caso de México en la última elección, por ejemplo, los partidos enviaron listas que no respectaban el 40/60 que está en la ley en México y 9 mujeres muy reconocidas impugnaron ante el Instituto Federal Electoral. Esto terminó en el Tribunal Federal Electoral, que decidió que los partidos tenían que cumplir con la ley y a cuatro días de las elecciones todos los partidos debieron cambiar sus listas. Y, debido a esto, por primera vez hay una enorme cantidad de mujeres en el Congreso de México. A muchas incluso las pusieron en lugares muy difíciles y ellas ganaron igual. Ahora en México hay más de un 30% de legisladoras.
-¿Cuáles son los mejores argumentos para promover la participación política de las mujeres?
- Un argumento básico es que es un desperdicio de recursos usar sólo a la mitad de la población. Estas perdiendo talento. Por otra parte, nos corresponde el poder por ser la mitad de la población. Pero además: una democracia sin mujeres no es media democracia sino que no es democracia. Hay un estudio de McKenzie en el que se hace un análisis del progreso de las mujeres en las cúpulas directivas y donde hay mayores progresos es donde están incorporadas las mujeres, y esto es porque las mujeres al tener otra perspectiva no se detienen en una serie de elementos sino que buscan el bienestar de personas y el bienestar familiar. En el INSTRAW hicimos estudios sobre migración y remesas y encontramos que las mujeres, cuando migran, en lo individual envían menos dinero porque ganan menos, pero envían una mayor proporción del dinero que ganan en relación a los varones, y además envían durante toda la vida. Los hombres, en cambio, cuando encuentran una nueva familia en el lugar al que migran, dejan de mandar a sus países de origen. Además de que las mujeres mantienen una serie de obligaciones de su rol tradicional: si se enferma alguien le hablan a la mujer migrante, no a quien quedó a cargo en el país de origen.
-¿Cuál debería ser el horizonte para lograr la paridad en la representación política?
-Yo no creo que la paridad deba ser un asunto de porcentajes sino de oportunidad, algo parejo para todos los jugadores. La implementación de la paridad es un tema de voluntad política y de cambio de paradigma. Es hacia donde tenemos que ir. Tiene que llegar a un momento en que no sea necesario hablar de cuotas. Mientras tanto, el cambio de leyes puede ser útil, pero a la vez hay que ir consolidando los avances para que no haya retrocesos. En el tema de la igualdad de las mujeres lo más grave que hay son los retrocesos. Lo que sucede en España es un ejemplo de estos retrocesos.
-¿Cómo puede ampliarse la propuesta de la paridad a otros sectores que no sean sólo los Parlamentos?
-En varios países de Europa han tenido que obligar por ley a las empresas a poner en sus consejos directivos a mujeres porque es donde hay una mayor ausencia. Creo que se deben ir poniendo las leyes para cumplir los objetivos. Pero además, creo que las mujeres deben aprender a jugar de otra manera los juegos de la política, en el sentido de apoyar a otras mujeres, ayudar a avanzar a quienes trabajan por la igualdad.
-¿Cree que hay poca solidaridad entre mujeres políticas?
-Una vez me recomendaron el libro Los juegos que tu mama no te enseño a jugar, donde decía que los hombres aprenden a jugar fútbol, béisbol, juegos de equipo, en los que el equipo gana y el individuo juega en equipo. Y que los juegos de las mujeres eran de muñecas, y les enseñaban a estar solas y a competir por el mismo hombre. Marcela Lagarde dice que el gran conflicto entre la esposa y la suegra es que están compitiendo por el afecto del hijo/esposo. Las cosas están cambiando y por las necesidades económicas los hombres están aceptando que las mujeres trabajen. Pero ellas deben aprender a jugar el juego de la política porque las siguen socializando para que sean princesitas. Deben cambiar los programas de televisión, los estereotipos culturales, las telecomedias en las que las mujeres son victimizadas y maltratadas, donde hay un enorme culto a la violencia. A la vez sabemos que las TIC ayudan a las mujeres pero también son nuevas formas de victimización.
-¿Cuál es la situación de América Latina en relación a la igualdad, comparándonos con otras regiones del mundo?
- La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos dice que América Latina es la región que tiene más desarrollado el esquema de leyes de igualdad de todo el mundo. En la CIM decimos que hay que pasar de la ley a la práctica y también hay que avanzar en el esfuerzo de evaluación y monitoreo.
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