5/06/2011

La Marcha de los Agraviados y el Fallido Mensaje de Calderón

Escrito por Jenaro Villamil

Imagen de la Marcha por la Paz.

Numerosos contingentes salieron desde la tarde del jueves de Cuernavaca, Morelos, encabezados por el escritor Javier Sicilia, pero también desde Monterrey, Irapuato, Chilpancingo, Ciudad Juárez, Tampico y decenas de otras ciudades agraviadas por la doble violencia generada por el crimen organizado y por las fuerzas que pretenden combatirlo.

Es una marcha por la paz y no por la rendición, como mal ha interpretado el presidente Felipe Calderón en dos fallidos mensajes: el televisado el miércoles 4 de mayo y en su discurso conmemorativo del 5 de mayo. En ambos, Calderón en lugar de escuchar, regaña y hace una comparación maniquea:

“Los mexicanos de bien estamos en el mismo bando, y por eso no podemos dividirnos sino apostar a la unidad”… “tenemos la razón porque tenemos la ley y porque tenemos la fuerza para ganar”… “no es la opción claudicar y abandonar la suerte a las familias y que sobre las calles del país transiten no las autoridades instituidas democráticamente, sino simplemente criminales y gavillas asesinas de ambición incontrolable y perfidia manifiesta”.

Con este tipo de frases, Calderón demuestra que no ha aprendido nada de lo que señalan los distintos movimientos que se han aglutinado en torno a la protesta encabezada por Javier Sicilia.

En primer lugar, ni Sicilia ni ninguno de los otros contingentes, incluyendo los padres y las madres de los niños fallecidos en la guardería ABC, están pidiendo una “rendición” ante el crimen organizado. Están demandando un cambio de estrategia y el fin de la impunidad.

No se puede confiar en las fuerzas del orden (policías o militares) si la espiral de impunidad se mantiene. ¿Dónde están los juicios en contra de policías o militares involucrados en hechos de violencia contra civiles? ¿Dónde están los responsables del incendio de la guardería ABC o de los sucesos en las minas de Coahuila?

Incapaz de tender una mano amiga, Calderón se coloca a la defensiva y a la ofensiva frente a las demandas de “¡Basta ya, de Sangre!”. Criminaliza y generaliza sin especificar, como si en esta guerra sólo hubieran dos bandos: buenos y malos; “gavillas asesinas de ambición incontrolable y perfidia manifiesta” y héroes cívicos que sólo reciben órdenes.

En su editorial de este viernes, La Jornada subraya que “ambas alocuciones presidenciales exhiben una visión parcial y distorsionada de la realidad, palpable desde la reconstrucción misma de los hechos: al referirse al hallazgo de cuerpos de connacionales a principios de abril en San Fernando como uno de los motivos para persistir en la estrategia antinarco. Calderón omitió mencionar que en ese mismo municipio tamaulipeco, meses antes, había tenido lugar un episodio similar, cuando fueron encontrados 72 cuerpos de migrantes centro y sudamericanos. Tal omisión es difícilmente comprensible si no es como un lamentable acto de discriminación.

“Por lo demás, el tono de exaltación belicista que prevaleció en ambos discursos resulta improcedente y hasta falto de modales en un momento en que un vasto sector de la población exige, justamente, la reformulación de la estrategia gubernamental”.

En la noche del jueves, la presidencia de la República emitió un comunicado que trató de matizar las frases hirientes y furiosas. Reiteró su “respeto” a la marcha y consideró que “revitaliza la actuación ciudadana”, pero no se comprometió a nada: ni a incorporar las sugerencias, ni a enjuiciar a los responsables de los numerosos agravios y delitos derivados del combate al crimen organizado.

Bajo esta ruta, el discurso del propio Calderón se convierte en un motivo más de agravio. Y por eso la descripción de Javier Sicilia es muy clara:

“La marcha es un mosaico del dolor social que ha dejado en casi cinco años la llamada guerra contra el narcotráfico”.

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