11/12/2011

Dos tiros al corazón contra Felipe Calderón.


Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com


Cuando se desplomó el avión que transportaba al secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño, el gobierno prefirió ensuciar a la Secretaría de Comunicaciones que reconoció que había escuelas de pilotos de donde egresaban pilotos malos, la explicación que no creyó nadie, embarraba al Estado Mayor presidencial porque al parecer ponía en manos de esos pilotos el centro neurálgico de la seguridad nacional, esa explicación llegó después de intentar culpar a la estela de un avión de mayor tamaño que volaba delante, lo que puso en entredicho a los controladores aéreos que no se prestaron a la maniobra; posteriormente filtraron que Mouriño iba piloteando el avión y los pilotos no pudieron controlar la nave cuando este cometió un error. ¿Por qué tantas explicaciones, qué ocultaban? Frente a las explicaciones fallidas, empiezan a surgir las explicaciones alternativas que recorren a la sociedad quién les da mayor credibilidad, y toma fuerza aquella que dice que el avión fue saboteado por conductas indebidas del secretario de gobernación. Alguien le pasaba la cuenta. El tema es muy serio, porque mas allá de la acusación contra el político, queda la duda, porque si alguien puede sabotear un avión resguardado por el Estado mayor presidencial, entonces ya no hay límites si alguien quiere hacer daño.

Las historias sobre penetración de los sistemas de seguridad no son nuevas. Se comenta que a un gobernador de Chihuahua llegaron hasta su habitación particular para darle el mensaje de que dejara de molestar.

En la caída del helicóptero donde viajaba Francisco Blake, secretario de Gobernación, nos han dicho (Calderón dixit) que había nubosidad; error humano (secretario de comunicaciones dixit). A los pilotos los pueden ensuciar porque no hay pruebas, el aparato no lleva caja negra. Si como seguro la versión popular mantendrá (surgió de primera instancia) que el aparato fue bajado, de ser cierta nos encontramos ante una posible agresión, por segunda ocasión en tres años, al corazón de la seguridad y la política nacional. El secretario de gobernación está a cargo entre otras de la seguridad interna, la inteligencia política y la industria de la apuesta, tan manoseada últimamente.

El mensaje llega en un muy mal momento, aunque para esto todos los momentos son malos. Hace solamente unos días asesinaron a un operador político muy importante en la campaña electoral de la hermana de Calderón en Michoacán y en la suspicacia mexicana hay dos mensajes: que alguien le envió un mensaje muy tajante a Calderón para que no intente quedarse con Michoacán, o que los mismos panistas lo mataron para motivar el voto por simpatía: ambas elucubraciones son de una crudeza y cinismo monumental y ojala sean falsas.

Llama la atención que a unas horas de la muerte de Blake circule un correo firmado por el Comando Centro llamando a matar políticos, del partido político que sea. El mensaje incluye una agenda política que coincide con muchas de las demandas que hemos escuchado últimamente: reelección, eliminación de plurinominales, reducción de legisladores, reforma penal, revocación de mandato, etc.

El comunicado habla de 100,000 muertos. Interesante que hay otras voces que cuestionan la precisión del gobierno también en este terreno. Charles Bowden y Molly Molloy sugieren en base a cifras del INEGI que en los cinco años de Calderón llevamos 86,000 homicidios, que solamente el 5% se investiga y de los investigados 90% no tenían armas, luego entonces, dice Bowden, es una guerra peculiar donde solamente un frente lleva armas. Pero si hay un nivel tan bajo de investigación ¿cómo se puede concluir que el 90% de las víctimas son criminales? Parece ser una salida falsa y perversa para ocultar algo.

Hay quien señala hacia el crimen organizado para explicar las agresiones contra los políticos; este tipo de tiro al corazón del poder, nos muestra su debilidad y vulnerabilidad y la fortaleza y audacia de los otros. Si es cierto que hay mensajes cifrados en estos actos, ¿acaso el de esta ocasión va dirigido directo a Calderón?: ¿que deje por la paz Michoacán?, ¿Qué prepare la salida olvidándose del 2012?, ¿Qué entregue la plaza? Ojala no sea ninguno de ellos.

El mensaje para los mexicanos es más duro: nadie está a salvo, el presidente que inició sin credibilidad terminó peor y rodeado de temor, las instituciones en ruinas, la sociedad desconcertada, el futuro comprometido y los vacíos del poder ocupándose por factores poco interesados en visiones democráticas (Estado fallido dirían en Estados Unidos), no creen en el dominio de la ley ni en la vida en armonía, sino en el dominio de la fuerza, la intimidación y la impunidad.

¡Calderón ya no puede! Como sugerí, es mejor que convoque a un gobierno de unidad nacional, solamente así lograra unir a la élite política aunque le costará mucho trabajo convencer a la sociedad

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