11/16/2011

Los periodistas pal café....




El ganador es Marcelo Ebrard. Al ceder la candidatura presidencial a Andrés Manuel López Obrador se consolida como la principal figura en la línea de sucesión de la izquierda mexicana, se asigna por contraste las virtudes cuya carencia más se achaca al tabasqueño (el respeto a los resultados adversos, la vocación negociadora y unitaria, el tono moderno y civilizado), se queda tentativamente como franquiciatario del Distrito Federal (tendrá derecho preferente para imponer candidaturas, sobre todo la principal, la que se refiere a la jefatura de gobierno), y descafeína y condiciona la operación política venidera de AMLO, al demandar que haya un taimado proyecto incluyente (es decir, que dé espacio y ganancia a sus aliados principales, Los Chuchos, y a Manuel Camacho, el estratega que ayer se paseaba por los micrófonos mediáticos como orgulloso papá de la nueva criatura).
Pero, sobre todo, Ebrard mete a inversión a mediano plazo las ganancias obtenidas en el episodio de ayer al no entrar abiertamente a la competencia desgastante del mercado de riesgos electorales del año venidero, sino dedicarse a velar los réditos de su capital principal, la ciudad de México, sin aceptar candidatura alguna a puesto de representación popular pero, y he ahí la clave del asunto, quedando en plena disposición para participar a partir de diciembre de 2012, apenas dejando el gobierno capitalino, en el proyecto que realmente le interesa y al que considera realmente viable: un gobierno de coalición en el que, gane quien gane, ME sea necesariamente considerado en función de que se ha investido de un auténtico Demócrata de Izquierda que debe ser incluido en cualquier combinación con pretensiones de pluralismo.
Ebrard se plantea no hacer campaña en favor de AMLO porque seguirá en el gobierno capitalino hasta el último día de su mandato (aunque sí pudo hacer campaña para sí mismo hasta ahora), no aceptará ninguna candidatura (se hablaba mucho de que sería aspirante a senador y que coordinaría la bancada perredista de izquierda) y se dedicará a velar su feudo presuntamente recién concesionado, que es la capital del país (ya se verán las reacciones del bejaranismo), con la vista puesta en el primero de diciembre de 2012, es decir, en el destino de los gobiernos de coalición que impulsa junto a Manlio Fabio Beltrones. Su objetivo no es julio del año entrante, sino el gabinete presidencial de diciembre. No le ve futuro a la candidatura presidencial de las izquierdas, pero sí a las coaliciones posteriores al momento electoral (por eso prefiere ceder el paso: no es que haya aceptado una derrota en sí; solamente reconoció que viendo los resultados de cierta manera se podría entender que la intención del voto favorecía a AMLO, pero que no pretendía pelear por interpretaciones o porcentajes aunque pudiera hacerlo). Es posible que para su proyecto personal el mejor camino para llegar a 2018 como candidato presidencial sea la derrota en 2012 del persistente López Obrador, del que se está deslindando con artes de judo, y su colocación de él, de Ebrard, como alto funcionario federal en un diseño pluripartidista que entre turbulencias busque dar gobernabilidad al partido triunfador, sea éste el que fuera. Marcelo pretende convertirse en el Juan Ramón de la Fuente para diciembre de 2012 pero con eficacia en términos de reinserción política inmediata.
GLOBAL ENTRY. El embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, durante la presentación del programa Global Entry, el cual tiene como propósito facilitar los cruces fronterizos y se pondrá en marcha en aeropuertos nacionales en febrero de 2012Foto Yazmín Ortega Cortés
AMLO se queda al fin con la segunda candidatura presidencial por la que ha trabajado desde 2006. A pesar de la gran crisis a la que condujo Calderón al país, no es a las alforjas del pejismo a las que han ido a caer las esperanzas de cambio, sino a las del PRI, que con Enrique Peña Nieto se cree encaminado inevitablemente de regreso a Los Pinos. Una implacable campaña de difamación, desprestigio y exclusión contra AMLO penetró y se asentó en amplias capas sociales y el propio discurso repetitivo del tabasqueño ayudó a la polarización. Sin embargo, es el único líder social importante de este país, con convocatoria personal más allá de los partidos, y su propuesta reformista de gobierno constituye hoy la única posibilidad de cambio aceptable, aun en términos de supervivencia del propio sistema político actual.
La definición de la candidatura de AMLO inyecta naturales ánimos positivos al segmento duro que le ha acompañado en este largo trayecto y a izquierdistas en general y ciudadanos sin partido que temían rupturas y escándalo que sin lugar a dudas reducirían hasta su extinción las posibilidades de competir seriamente por la Presidencia de la República. Lo visto ayer es lo mejor que podía sucederle a esa izquierda electoral y, aun cuando enfrente tiene el litigio por los tiempos oficiales correspondientes a precampañas internas (que es de suponerse ya no habría), la figura de AMLO es la primera en aparecer con carácter firme en el escenario de la competencia electoral pues, aun cuando Peña Nieto es considerado como un casi seguro candidato del PRI, no cuenta aún con el asentimiento de su adversario interno, Manlio Fabio Beltrones, y en el PAN no hay claridad respecto de quién podría abanderarlo para 2012.
El desenlace incruento del proceso interno del PRD alienta esperanzas de crecimiento de la opción izquierdista y coloca de manera firme a AMLO en la carrera presidencial, pero sería ingenuo creer que la escenografía de ayer desaparece mágicamente los múltiples ingredientes de distorsión, oportunismo y traición que forman parte del recetario tradicional de esa izquierda electoral. La candidatura de AMLO, habrá que tenerlo presente, proviene de un pacto con un conglomerado de intereses que ya en 2006 estuvo bajo sostenidas acusaciones de trabajar desde dentro con intenciones distintas a las del triunfo del tabasqueño y que han desarrollado diversas formas de colaboración con el calderonismo, al que han acabado reconociendo y con el que han hecho afinados planes de trabajo político, como las alianzas PRD-PAN en varias elecciones estatales.
Y, mientras Cocoa sigue en el berrinche porque ella y su hermano recibieron una sopa de su propio chocolate, ¡hasta mañana!
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El próximo año los grandes empresarios no estarán unidos alrededor de un solo candidato presidencial, como sucedió en 2006. Sobresale el caso de Carlos Slim, el más importante. No ha podido obtener del gobierno calderonista la franquicia para suministrar servicios de televisión. Cofetel anuncia que serán licitadas dos nuevas cadenas, y su presidente, Mony de Swaan, con un notable sentido de timing político, ya descartó anticipadamente a Slim. ¿Qué interés tendría en apoyar al candidato del PAN? Probablemente tampoco al del PRI, que es al mismo tiempo el de Televisa, Enrique Peña Nieto. Se le ha visto cerca del senador Beltrones, pero no es fácil que desbanque al ex gobernador del estado de México. ¿Cuáles opciones tiene Slim, entonces? Su caso es el mismo de otros grandes empresarios, por diferentes motivos. La prolongada crisis económica y la violencia son las generadoras de un imparable éxodo. Algunos optaron por irse de México –ahora viven en Houston o San Diego. Hace seis años temían que tuvieran que dejar el país si llegaba a Los Pinos López Obrador, pero su temor vino a hacerse realidad con Calderón. Aun así, el prejuicio ideológico o de clase social se impone en muchos de ellos. Quien ha cultivado lazos con los hombres de negocios es Marcelo Ebrard; les ha dado generosos contratos de obra. Puede ser un puente de comunicación con AMLO de gran importancia. Pero lo que no hay que perder de vista es que detrás de las siglas de los organismos cupulares, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), hay dinero, pero pocos votos. La veta más rica de votantes se encuentra en los 5 millones de mexicanos que tienen pequeños y medianos negocios.
Crónica de una ganga
A fines de julio del año pasado, la Secretaría de Comunicaciones, cuyo titular era Juan Molinar Horcasitas, con la opinión aprobatoria de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, a cuyo frente había colocado a Mony de Swaan, asignó a Televisa y Nextel una franquicia para explotar comercialmente servicios de telefonía de tercera y cuarta generación; se le conoce como la licitación 21. De inmediato estalló el escándalo: pagarían únicamente 180 millones 300 mil pesos, cuando franquicias relativamente similares habían costado, por ejemplo a Telcel, 3,793 millones y a Telefónica, 1,273 millones de pesos. Ese fue el punto de arranque de un conflicto que 15 meses después sigue sin resolverse. Llegó a la Cámara de Diputados, que pidió a la SCT y a Cofetel cancelar la concesión y convocar a una nueva licitación, pero la petición cayó en el vacío. Las autoridades se empecinaron en favorecer a la televisora y su socia tecnológica. En octubre ocurrió algo inesperado: Televisa se salió de su alianza con Nextel; como se dice coloquialmente, la dejó colgada de la brocha. En enero de este año, Molinar Horcasitas fue destituido –aunque se le dio el beneficio de la renuncia– y fue remplazado por Dionisio Pérez-Jácome, pero desafortunadamente dejó como herencia en Cofetel a Mony de Swaan. El nuevo secretario de Comunicaciones, Pérez-Jácome, se escabulle, evade el problema que creó su antecesor. ¿Bastante complejo el problema, verdad? Y no es todo. La telefónica Iusacell ha presentado más de una docena de demandas para echar abajo el resultado de la licitación. Una ya prendió: el juez segundo de distrito, Alfredo Cid García, resolvió que Nextel y su entonces socia Televisa violaron las bases de la licitación, por lo que ordenó a la Secretaría de Comunicaciones anular los títulos de concesión. Fundamenta su decisión en que constituyeron la empresa NII Digital con la intención de recibir la concesión antes de que se diera a conocer el fallo respectivo, lo cual no era permitido, por lo que debieron ser descalificadas. Operaron así, tal vez porque sabían que tenían el negocio asegurado. Obviamente, eso sólo pudo suceder si las autoridades –Molinar y Mony de Swaan– estuvieran en el acuerdo. Ni Nextel ni Cofetel están dispuestos a acatar el fallo del juez Cid García y solicitarán su revisión. El asunto podría llegar hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Más allá del interés jurídico y comercial de Iusacell está el del país: ¿cómo va a ser posible que una franquicia de telefonía que cuesta miles de millones de pesos quede en manos de una empresa como Nextel, que sólo pagó por ella 180 millones?


Felicidades!, mexicanos gastalones, que los siempre transparentes inquilinos de San Lázaro ya les aprobaron su gasto público para 2012, con todo y pilón, y lo hicieron con una rapidez sólo comparable con la velocidad de la luz. De su nítido proceder da cuenta la siguiente nota de La Jornada (Roberto Garduño): la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados evidenció la opacidad en que se desenvuelve el Poder Legislativo federal cuando soluciona sus problemas y conflictos internos. Anoche (la del pasado lunes), sin presentar el dictamen de gasto público para el año próximo, la mayoría de los legisladores presentes en la sesión de ese órgano camaral aprobó en lo general el decreto y sus anexos, a pesar de que desconocían los documentos.
De dicha comisión, el dictamen invisible pasó al pleno de la Cámara de Diputados, para que (con los legisladores cenenistas de teloneros) en alrededor de tres horas los agudos legisladores aprobaran, en lo general (424 a favor, 27 en contra y siete abstenciones), el presupuesto federal para 2012. Después las menudencias sobre los artículos reservados, el jaloneo por las migajas, y listo: sin utilizar el ilegal truco del reloj parlamentario, autorizaron un gasto de 3.7 billones de pesos para fortalecer el bienestar de los mexicanos y consolidar el crecimiento del país, el cual, dicho sea de paso, si bien le va sería de 3 por ciento en el próximo año, para un promedio anual en el sexenio no mayor a 1.7 por ciento, el menor en casi tres décadas.
Los resultados económicos y sociales del sexenio calderonista son verdaderamente espeluznantes, pero a pesar de ello en los seis años de estancia en Los Pinos su inquilino y gobierno federal que lo acompaña (con los otros dos poderes de la unión tirando plata como si fuera de ellos) habrán gastado más de 18 billones de pesos (algo así como un billón 300 mil millones de dólares, o lo que es lo mismo, 130 por ciento del producto interno bruto nominal, a precios actuales, y sin incluir excedentes) para no lograr nada. Una catarata de dinero insuficiente (versión oficial) para atender las urgencias sociales, promover el crecimiento de la economía, generar empleo y demás gracias asociadas al desarrollo nacional, algo que, por lo demás, no registra el país desde hace tres décadas.
Dieciocho billones de pesos en seis años es muchísimo dinero, de tal suerte que Felipe y sus guajiros no pueden quejarse. El problema, como siempre, no sólo consiste en cuánto se gasta, sino en cómo se gasta. Pues bien, de esa catarata de recursos, por ejemplo, alrededor de 6 billones de pesos (una tercera parte) se destinó al pago de la burocracia (incluido su descomunal inventario de prestaciones, sueldos y sobresueldos, bonos y tantos etcéteras involucrados), cerca de 2 billones de pesos al pago del servicio de la deuda pública (no considera el débito de los estados de la República) y algo muy cercano al billón de pesos a la guerra. Lo anterior da cuenta de 48 centavos de cada peso erogado a lo largo del calderonato, según las cifras oficiales. En este tétrico balance no se incluye el gasto por el mantenimiento de la alta cuan productiva burocracia (transporte, gastos de representación, bonos, casa chica, etcétera, etcétera) ni la manutención de su no escaso personal de seguridad (del funcionario en sí, el de sus abultadas familias y colaterales).
¿Dudas de por qué nunca alcanza (versión oficial) el presupuesto de egresos de la federación? De acuerdo con estimaciones de la Cámara de Diputados, entre 90 y 92 centavos de cada peso presupuestal está amarrado a erogaciones comprometidas e inamovibles” (nómina burocrática y deuda, entre otros, más un avión nuevo en 2012 para el inquilino de Los Pinos), de tal suerte que de los 18 billones de pesos erogados en el sexenio, entre 1.4 y 1.8 billones, cuando mucho, se destinaron a fines distintos a los ya amarrados, aunque ello tampoco garantiza que con ello se alcanzaron fines realmente productivos.
En términos nominales el presupuesto de egresos de la federación registró un crecimiento cercano a 64 por ciento entre 2007 y 2012 (alrededor de 48 por ciento en términos reales, es decir, descontada la inflación, incluido el pronóstico oficial para el próximo año). En igual lapso, la economía mexicana, en el mejor de los casos, habría crecido 1.7 por ciento como promedio anual; se crearían apenas dos de cada 10 de los empleos formales demandados; el número de pobres se incrementó en 12 millones de mexicanos, entre otros logros concretos. Año tras año de la estancia calderonista en Los Pinos, su inquilino y voceros que lo acompañan no dejaron de presumir el monto histórico del presupuesto federal. Sin embargo, en los hechos repitieron los excesos, desvíos y conexos de gobiernos anteriores en el ejercicio del gasto público, que consideran un botín particular. Dieciocho billones de pesos y los consecuentes resultados dan cuenta de esa práctica.
En efecto, con ese ritmo, pero sobre todo con la voracidad de los funcionarios públicos y el destino que le dan a los dineros de la nación, no hay presupuesto que alcance. Año tras año, también, se dedican a exprimir a los causantes cautivos, a los consumidores en general, a la obligada clientela de los servicios públicos (también privados), para obtener más y más recursos por el bien de la nación. Casi 50 por ciento de aumento, en términos reales, al presupuesto federal durante el calderonato, para que la economía nacional permanezca estancada (en vías de empeorar), el empleo formal en el suelo (pero qué tal el informal), la pobreza en caballo de hacienda y el país al garete. He allí lo bien que se ejerce el gasto público en esta bella República mexicana.
Eso sí, los nítidos diputados tuvieron a bien incrementar el gasto público para 2012: 59 mil millones adicionales a los propuestos por Calderón. Para felicidad de los mexicanos, lo anterior se traduce en que, por el bien de la patria, cada uno de ellos recibirá un pesote con 42 centavos diarios de más, siempre y cuando la clase política no decida engullírselos, lo que es más que probable que suceda. ¡A gastar, pues!
Las rebanadas del pastel
El asunto de Mexicana de Aviación se ha convertido en una verdadera merienda de caníbales y, como siempre, nunca hay responsables, salvo sus trabajadores, que llevan más de un año sin chamba… Ya libró la primera, lo que resulta por demás grato, pero la que viene es infinitamente más complicada que la anterior, de tal suerte que requiere un detallado examen para no patinar con la misma cáscara que en tiempos no muy lejanos.
cfvmexico_sa@hotmail.com


l Correo Ilustrado
Por la unidad de la izquierda
Honrar, honra, escribió José Martí, y un ejemplo de ello es lo que han hecho Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador por la forma en la que resolvieron la precandidatura presidencial de la izquierda. Ahora es igual de importante que quienes apoyaron y apoyan a Ebrard, y en el contexto del pleno respeto a la normatividad electoral, honren su palabra y apoyen la precandidatura de AMLO. También es necesario que los círculos cercanos a Andrés Manuel no se cierren y al contrario posibiliten la más amplia participación en todas las tareas de quienes simpatizan con él. En el Distrito Federal, y siguiendo ese ejemplo, se requiere que la o el precandidato de izquierda mejor posicionado sea quien encabece la lucha por conservar el gobierno en la ciudad, destacando que debe ser alguien acorde con el perfil de izquierda que la urbe requiere. Esta decisión deberá estar alejada de cualquier arreglo cupular o en lo oscuro. Sólo la más amplia unidad de las fuerzas progresistas y la más amplia participación popular podrán abrir posibilidades de triunfo para la izquierda.

Carlos Martínez García: Representatividad de los obispos

Los obispos católicos ostentan una representatividad de la que carecen. Proclaman que en ellos recae una amplia legitimidad porque, como la mayoría de la población mexicana se declara católica, entonces su voz, la de los clérigos, se hace escuchar para defender las convicciones e intereses de la feligresía que encabezan.


En diciembre 2006, el mafioso cubano-estadunidense Adolfo Franco, director para América Latina de USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo, por sus siglas en inglés), afirmó que el gobierno de Washington no trabajaría directamente con el de Haití “…hasta que se resuelva el atascamiento político del país”.

Luis Linares Zapata: Entorno derechista

La derecha mexicana ha tenido suficiente tiempo para enredar sus tentáculos en todas las instituciones de la República. Cobijada en el modelo económico neoliberal, se encaramó sobre todo el ámbito productivo y social. Ha gozado de cuantos privilegios ha requerido para formar el denso entramado que hoy asfixia al país. Bien puede decirse que, bajo su égida, no hay institución que sea ajena a sus designios. Los últimos 30 años de gobiernos afines le han sido suficientes para enraizarse hasta en parte sustantiva de la cultura nacional. Hoy domina por completo a los tres Poderes de la Unión. Todas las gubernaturas, con excepción del Distrito Federal, son cotos distinguidos de su pastoreo. Los tres partidos mayores y la pedacería restante también han caído bajo su tutela, con pequeñas excepciones a esta regla. Las fuerzas armadas, al menos sus cuerpos de mando, le son afines. Las iglesias, en especial la católica, le responden hasta con gratitud ante cada solicitud de apoyo y benevolencia.


Estamos en el umbral del colapso y terminación del euro. Hay pocas probabilidades de que la moneda común europea sobreviva, por lo menos como la hemos conocido desde su creación. Existen opciones para rescatarla, pero tendrían que acompañarse de transformaciones esenciales en la Unión Europea, sino en la forma de aplicar la política macroeconómica. No es para nada evidente que los líderes europeos estén dispuestos a caminar por ese sendero que llevaría a una integración política visionaria.


Afines de 1974 Tomás Segovia se quejaba con Octavio Paz en una carta, del silencio que rodeaba a sus libros. A pesar de ser un autor conocido, era presa del ninguneo, esa tradición negra de la cultura mexicana. Diez años después, al parecer, la situación era la misma. En una carta de Octavio Paz a Segovia, fechada el 19 de febrero de 1985, le decía: es verdad, no nos hemos portado muy bien contigo. Me sigue doliendo nuestro silencio ante uno de los mejores libros de poesía en nuestra lengua entre los publicados en los últimos 15 años.


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