11/19/2011

Sembrando viento: maíz transgénico en el norte del país



Ana de Ita

El pronóstico de reducción de la producción de maíz en México en tres y medio millones de toneladas, provocado por el retraso de las lluvias y las heladas tempranas en el altiplano, junto con la merma en los niveles de agua en las presas del noroeste –que limitan a menos de la mitad las posibilidades de siembra de maíz del próximo otoño-invierno–, colocan al país en alerta ante un posible desabasto y encarecimiento del grano.

Frente a esta situación real, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Juan Elvira Quesada, haciendo eco de las falsas promesas de la industria biotecnológica que afirma poder resolver el hambre en el mundo, planteó como una de las alternativas posibles la siembra de maíz transgénico en los estados del norte (La Jornada, 15/11/2011). Nosotros pensamos que son por lo menos dos millones de hectáreas en el país donde se puede sembrar maíz con biotecnología, en donde no hay afectación a nuestras variedades de maíz criollo, en donde la preservación del maíz criollo, de sus ancestros y los teocintles, está total y completamente preservado bajo un criterio científico (Once Noticias, IPN, 14/11/2011).

Las dos millones de hectáreas, susceptibles según el secretario de ser sembradas con maíz transgénico, son 88 por ciento de las hectáreas de riego existentes en los siete estados norteños, donde las corporaciones semilleras han realizado pruebas experimentales de maíz transgénico desde 2009: Sonora, Sinaloa, Durango, Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, en el que también han llevado a cabo pruebas piloto.

Este anuncio no tiene sentido fuera de allanar el camino a Monsanto y otras corporaciones que presionan por abrir la siembra comercial de maíz transgénico en México. Las dos millones de hectáreas se siembran cada ciclo con distintos cultivos: sorgo, trigo, maíz convencional y otros, y de ellas proviene más de un tercio de la producción de maíz que consumimos cotidianamente como alimento. Los problemas de falta de agua no se solucionarán sembrando maíz transgénico, ya que no existe uno comercial resistente a la sequía, sino que necesita la misma cantidad de agua que el cultivo convencional.

Además, después de más de 15 años de siembra comercial de maíz transgénico en Estados Unidos y otros países, ha sido ampliamente documentado que éste no aumenta los rendimientos, sino que muchas veces los reduce. Tampoco disminuye el uso de plaguicidas, herbicidas, ni fertilizantes. La cantidad de herbicida utilizado en las variedades resistentes aumenta, en tanto que el uso de insecticidas no disminuye, pues además de que las variedades de maíz transgénico producen todo el tiempo, las plagas secundarias crecen y deben controlarse con otros plaguicidas. El maíz insecticida puede afectar también a insectos benéficos, como las abejas o mariposas. La siembra de maíz transgénico genera resistencia de insectos y malezas en muy pocos ciclos.

Las semillas transgénicas son más caras que las convencionales y es necesario pagar por el uso de la licencia. Los transgénicos tampoco son benéficos al ambiente, ni inocuos en los ecosistemas: los pueblos fumigados en los desiertos verdes de la soya son la peor muestra. Las investigaciones de científicos independientes en ratas (Criigen), sobre daños a la salud y afectaciones en hígado, páncreas, fertilidad, tamaño de fetos, fueron utilizados por Francia y Alemania para establecer sendas moratorias a la siembra de maíz transgénico.

En México los riesgos a la diversidad biológica y a la salud humana se potencian, al ser país centro de origen y diversidad del cultivo. El maíz es un cultivo de polinización cruzada y el polen de los plantíos transgénicos fecundará los campos vecinos, contaminándolos. Además es muy difícil separar las cosechas transgénicas de las convencionales, que fácilmente se mezclarán en el transporte, los silos, la distribución, el procesamiento. Así, el maíz transgénico contaminará inevitablemente las 59 razas y cientos de variedades nativas y llegará rápidamente a nuestros platos. La Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte recomendó, en su estudio de 2004, realizar investigaciones de los efectos del maíz transgénico para la salud humana, tomando en cuenta la gran cantidad que consumimos los mexicanos.

Aunque la siembra de dos millones de hectáreas en los estados del norte es agronómica y económicamente inviable, las empresas continúan pidiendo nuevos permisos. Existen actualmente 49 solicitudes para maíz transgénico en 2 mil 700 hectáreas, 11 de ellas para siembras piloto. Monsanto solicitó tres pruebas piloto en Tamaulipas para abarcar 2 mil 160 hectáreas. Semarnat y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación tienen que dar respuesta. Sería necesario pararlas antes que cosechar tempestades.

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