La noche del 26 de enero pasado, dos semanas después de haber sufrido un ataque cardiaco, falleció Clare Fischer, pianista, tecladista, compositor y arreglista estadunidense de enorme y fértil carrera, tanto en los escenarios como en los estudios de grabación. El jazz en general y el latin jazz en particular conformarían la columna vertebral de su trayectoria profesional, aunque el maestro, como músico, hurgaría eventualmente en el funk, el soul y la bossa nova, e incluso como arreglista de figuras pop como Prince, Paul McCartney, Michael Jackson, Celine Dion y otros tantos etcéteras. Su panóptico era amplio, por supuesto.
Entre la comunidad jazzística internacional todo mundo sabe que apenas el año pasado Clare había presentado su quincuagésimo primer álbum como líder: Continuum, acompañado de la Clare Fischer Big Band; pero pocos –o casi nadie– saben que su primer disco de jazz, titulado así, Jazz, lo grabó en la ciudad de México en 1961, acompañado en el contrabajo de Víctor Ruiz Pazos, la batería de Salvador Agüero, el trombón de Jesús Aguirre, las trompetas de Chilo Morán y Nacho Rosales, así como los saxos de Juan Ravelo, Primitivo Ornelas y Tomás Rodríguez.
La historia nos la cuenta Salvador Agüero Rabito: “Estábamos tocando con el Cuarteto de Mario Patrón en un hotel de las calles de Orizaba, a una calle de la Zona Rosa; Clare Fischer vino de luna de miel a México y se fue a hospedar a ese hotel. Un día, bajando las escaleras con su esposa, nos oyen tocando en el bar y se meten a tomar una copa, y cuando terminamos nos invitan a tomar la copa con ellos. ‘Me llamo Clare Fischer’… nos quedamos viendo… ‘¿y quién será éste?’ ‘¿Me permiten tocar?’ Mario le dice que sí. ‘¿Cuál pieza?’ ‘Pues ésta.’ Empieza a tocar y… ¡¡¿¿Qué, qué, qué??!! ¡Aguas!
“Terminamos y le digo: ‘¿Cómo dices que te llamas?’ ‘Clare Fischer’ ‘Pero, ¿por qué no te conocemos, si tocas súper?’ ‘Soy el pianista y arreglista de los Hi-Lo’s’. ‘Ah, ya. Yo tengo ese disco’. Hicimos buena amistad. Le pedí sus datos, su dirección; se los llevé a José Sabre Marroquín, y él los contrató para que vinieran a tocar al Casino Royale. Después, Roberto Morales nos invitó a hacer un concierto en el Auditorio (Nacional). Ahí tocamos como trío Clare, el Vitillo y yo, y el quinteto de los Hi Lo’s cantando.
“Entonces le digo a Clare: ‘Oye, ¿no te gustaría grabar un disco aquí, con nosotros?’ Y me dice: ‘Sí, pero me gustaría hacerlo con más gente, porque traigo arreglos para una pequeña orquesta’. Fui a hablar con Mariano Rivera Conde, que era el mero mero de la RCA Víctor, y con Mario Ruiz Armengol y Rubén Fuentes, que estaban en la dirección artística. Les digo: ‘Dennos la oportunidad. Siempre estamos grabando con ustedes, pero ahora déjennos grabar un disco de jazz’. Se pusieron a ver si tenían fechas y sólo tenían libre un domingo. Y, pues, órale. En un día lo hicimos.
Vitillo y yo llamamos a toda esta gente para formar un octeto; los oyó y se dio cuenta de que aquí también teníamos puro cuarto bat en el jazz. No ensayamos. Todo fue de corridito. Clare nos puso las partituras; les dimos dos, tres vueltas, y vámonos. Clare quedó muy muy contento, muy sorprendido. Además era el primer disco de jazz que hacía con él mismo como líder
.
En el disco –ya descatalogado– hay composiciones del propio Fischer, pero también contiene temas de George Gershwin, Walter Gross y la célebre Poinciana, de Buddy Bernier y Nat Simon.
Clare Fischer nació el 22 de octubre de 1928 en Durand, Michigan. En la primaria ya estudiaba violín y piano, y a los nueve años empezó a componer piezas clásicas y a hacer arreglos para orquestas de baile. En preparatoria extendió sus timbres y tomó clases de chelo, clarinete y saxofón, además de armonía y orquestación. Nomás.
En el plano profesional, después de obtener una maestría en música, se integró como pianista y arreglista del entonces cuarteto The Hi-Lo’s. Trabajó también con Donald Byrd, Dizzy Gillespie, Cal Tjader y George Shearing, hasta que en 1963 consiguió su primer contrato discográfico (en las cuatro enciclopedias consultadas se menciona Jazz como su primer disco, de 1961, pero no se hace referencia a la anécdota mexicana).
Su carrera solista no le impidió seguir colaborando con maestros como Bud Shank, Joe Pass, Hubert Laws o Moacir Santos, al tiempo que se levantaba, junto con Herbie Hancock y Chick Corea, como pionero de los teclados electrónicos. Pensativa y Morning son sus temas más populares.
Al despistado (léase fundamentalista del avant-garde) que me neceaba con que Clare Fischer era un jazzista menor, negándose a considerar siquiera mis argumentos, le dejo un comentario final, pero de Herbie Hancock: “Clare Fischer fue una de las mayores influencias en mis conceptos armónicos… Él y Bill Evans y Ravel y Gil Evans. De ahí es de donde realmente vienen. Casi la totalidad de la armonía que yo manejo se remonta a una de estas cuatro personas, y a quienes hayan sido sus propias influencias”. Salud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario