12/12/2012

El padre Solalinde y nuestro pecado


 

Todos debemos ser defensores de los derechos humanos y apoyar a nuestros hermanos más débiles”, concluye en la entrevista.
Antes, cuando lo pico con que Peña Nieto le aplaudió mucho al entregarle el Premio de Derechos Humanos 2012, me ha dicho “…yo con los premios tengo un poco de reserva, porque finalmente sólo son recursos para seguir luchando… éste también ayudó para decirle al Presidente que, como primer servidor de México, debe perder el miedo y acercarse a los jóvenes y dialogar con ellos, porque aunque son disidentes con toda su pasión para expresar sus protestas, también son jóvenes y es indispensable que los escuche”.

Así habla el sacerdote Alejandro Solalinde, quien este lunes fue reconocido por su vasta trayectoria sobre todo como defensor de los migrantes centroamericanos que han de cruzar el infierno de México si quieren llegar a la gloria de Estados Unidos.
Un hombre forjado en el desgarramiento entre su vocación sacerdotal y el progresismo genético que lo llevó a conflictos tempranos —desde que estaba en el seminario de los carmelitas— hasta los recientes, en que se ha enfrentado a incomprensiones de la jerarquía eclesiástica instalada siempre en el cómodo sofá del conservadurismo y la indiferencia.

Hoy ya nadie podría negar el trabajo formidable de este hombre aparentemente frágil pero de una enorme fortaleza física y espiritual, forjada en años de sobrevivencia junto a las decenas de miles de seres humanos que sufren el vía crucis del interminable viaje al norte.
Una labor que ha incluido el obligado desafío y confrontación de Solalinde con enemigos todos ellos muy poderosos y a cual más de malvados: las bandas de secuestradores locales, los cárteles, que, en el horror de las matanzas, han fraguado un negocio a gran escala con miles de secuestros cada año, y por supuesto la mafia oficial de los temibles agentes del Instituto Nacional de Migración, que es una de las dependencias más vergonzantes en toda nuestra historia.

En consecuencia, Solalinde ha sido perseguido con saña feroz en los años recientes, sobre todo a partir de que fundó en 2007 el icónico albergue Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca.
Un refugio para ofrecer posada, alimentos, medicinas y apoyo jurídico a los migrantes, y por lo tanto una amenaza para el productivo negocio de la complicidad entre autoridades federales y crimen organizado, a tal grado que el padre Solalinde se vio obligado a abandonar el país en la primera semana de mayo de este año, debido a una serie de amenazas de muerte en su contra a causa de su labor humanitaria.

Por eso es motivo de regocijo que la CNDH haya premiado a Solalinde y, como él dice, “a todos los que luchan por el ser humano, a quienes arriesgan el pellejo por estas causas y que a veces han perdido la vida por estos ideales”.

En suma, creo que el mejor homenaje que le podemos hacer a Alejandro Solalinde y a sus seguidores es lavar nuestras culpas por ese pecado colectivo que es la indiferencia a la infamia cotidiana del aplastamiento de nuestros semejantes.
Hablo, por supuesto, de los migrantes a quienes violamos, secuestramos, explotamos y matamos con la impunidad que otorga el silencio cómplice.
Pero hablo también de la vejación sistemática y las torturas a que son sometidos miles de mexicanos cuyo único delito es ser pobres, ignorantes, indefensos, indígenas o simplemente sospechosos a gusto de autoridades municipales, estatales y federales que —sobre todo con el pretexto de la guerra al narco— matan niños y mujeres en los retenes, allanan casas, desaparecen gente o asesinan a sangre fría.

En otra parte de la entrevista le comento a Solalinde que en el mismo acto “el presidente Peña Nieto dijo que hará un gobierno que escuchará a la gente y pondrá énfasis en salvaguardar los derechos humanos… ¿le creemos o no?”.
“Pues yo lo doy por cierto; ya se comprometió públicamente”, me responde.
Y luego yo pienso que si Peña de verdad quiere hacerlo, debería empezar por limpiar esa cloaca llamada Instituto Nacional de Migración.
A ver si es cierto.

RicardoRocha_Mx
ddn_rocha@hotmail.com
Periodista


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