12/20/2012

Los periodistas pal cafe...



Lo peor del sistema fue reciclado. Doce años de un panismo ineficaz y corrupto fueron sustituidos por un priísmo voraz, represivo y maquinador, mientras la izquierda se hundía en sus contradicciones, insuficiencia y divisionismo. Año políticamente trágico, si se considera que las características más negativas de esas tres corrientes básicas se están reformulando mediante un pacto denominado por México, que en realidad es por las élites partidistas, con exclusión de los genuinos intereses populares.
Calderón se fue como llegó: por la puerta de atrás. Pudo despedirse ceremonialmente del poder pisando el terreno antes vedado del Congreso federal, pero lo hizo en el contexto de una derrota profunda, que si solamente fuera electoral sería poca cosa frente a la herencia de ese felipismo que hundió a su partido en la peor crisis, desacreditado socialmente, pleno de pillerías en su clase política convertida en alta burocracia de saqueo, con un padrón de militantes tan escandalosamente abultado como los extravagantes proyectos de imposición interna, de arrasamiento de corrientes adversas, de postración de los postulados históricos de un partido que presumía de legalidad, decencia y orden. Y, desde luego, con la cruz histórica a cuestas de haber propiciado una descomposición institucional extrema, que sacó al Ejército a las calles, provocó decenas de miles de muertes y desapariciones, abatió los de por sí bajos niveles de respeto a los derechos humanos, cercenó libertades políticas y derechos constitucionales y será recordado siempre por su caracter sangriento, funerario, macabramente retorcido.
Peña Nieto se instaló por la vía comercial. De poca monta intelectual, tocado irremediablemente desde la FIL por las evidencias de poco, casi nulo ejercicio de lector; creador involuntario del mayor movimiento social reciente, el del 132; movido, financiado y regido por un sindicato de gobernadores con erarios generosos y por oscuros personajes de la política tradicional priísta, con el ex presidente Salinas a la cabeza; errático, mediático y predispuesto a la mano dura, el ex gobernador del estado de México no conduce de retorno a Los Pinos a un PRI reformado, mejorado y moderno, sino una versión regresiva que abre la puerta a una segunda oleada salinista, con privatizaciones anunciadas, concertaciones partidistas de cúpula y uso afinado de los órganos estatales de espionaje y represión para fines políticos grupales.
López Obrador apostó su resto a una segunda oportunidad electoral. Sacrificó el discurso y el historial de lucha acumulado desde 2006 para autocorregirse y proponerse como paladín de repúblicas amorosas. Trató de rediseñarse con perfiles que hicieran creer a la taimada clase dominante que ya no era un peligro sino un aspirante a buen pastor nacional místico. Dejó de hablar de mafias del poder e incorporó a su equipo a un polémico empresario regiomontano a la baja, Alfonso Romo, y ofreció cargos en su gabinete a personajes relacionados familiarmente con Carlos Slim y con otros segmentos que le hicieran ver cargándose al centro político. No fue contundente en los debates frente a EPN y no resistió la presión de las televisoras que le exigían firmar un pacto de civilidad que finalmente le amarró las manos (si es que en realidad las hubiera querido tener libres) para eventuales protestas posteriores a lo electoral. Desde la inmovilidad donó tiempo de oro que permitió a Peña Nieto instalarse social, política y diplomáticamente como ganador de la contienda. Y decidió reconducir su capital político hacia la construcción de un nuevo partido con base en Morena.
El escenario después de la batalla no deja, sin embargo, un libreto sexenal claro ni actores definidos. La precariedad de la compra presidencial priísta le obliga a buscar legitimación y aliados que sólo puede encontrar en las franjas más deterioradas: en el calderonismo que al interior del PAN es enfrentado por Gustavo Madero y los que a su alrededor se pertrechan. Pero, a fin de cuentas, desde la catástrofe, esas élites panistas aceptan lo que sea con tal de mantener viabilidad: no es el plano de relativa igualdad que mantenía el PAN con el salinismo y el jefe Diego en 1988, sino el del abismo desde el cual negocian cediendo cuanto es necesario.
Y en la izquierda electoral las circunstancias son parecidas: la corriente dominante del PRD, los Chuchos, junto al amalismo, el ebrardismo y los grupos del estado de México, deciden alquilarse para convalidar el pactismo excluyente con que Peña y compañía pretenden legitimar su llegada mercantil al poder y los planes reformistas que incluyen lo laboral, lo energético y la preservación de la desigualdad fiscal. Están relativamente condenados en el PRD a la pérdida de votos por la salida de AMLO para construir otra corriente, Morena, pero saben sus directivos actuales que asociándose con el PRI-gobierno podrán recibir recursos, posiciones, estímulo mediático e incluso votos ficticios. Con Marcelo Ebrard como proyecto para 2018, el sol azteca vende caro su amor al arranque de la telenovela sexenal. Devaluadas por el efecto peje, las fichas del PRD aún sirven para negociaciones exitosas en el gran casino mexiquense.
A pesar de que oficialmente son los grandes ganadores, los priístas de base no tienen motivo para el bullicioso contento público (que nunca han expresado, hasta ahora) ni para la recuperación auténtica de su orgullo partidista. Quienes triunfaron fueron los ex gobernadores, las relaciones oscuras con el crimen organizado, las relaciones clarísimas con el erario para financiar campañas y la consolidación de camarillas perniciosas e intereses depredadores. La del 2012 no es una victoria que signifique un aprendizaje depurador, sino una vuelta a las historias del priísmo dinosáurico modificado apenas cosméticamente.
Bajo estas consideraciones: que 2013 nos agarre confesados. Y, mientras sigue adelante la presunta reforma educativa, que no es otra cosa que un reacomodo de cúpulas y pandillas, ¡hasta mañana, ya con el fin del mundo encima!


Ya hizo suyas el priísmo tres ideas de la izquierda, cualquier cosa que esto signifique después del pacto chuchesco: 1) que el presidente de la República vuelva a despachar en Palacio Nacional; 2) el programa de pensiones para los ancianos, y 3) resucitar a los trenes. El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció otro propósito que también primero presentó la izquierda: revisar el esquema de consolidación fiscal. Algunas grandes empresas lo aprovechan para pagar menos impuestos de lo que deberían. ¿En qué consiste? Anulan las utilidades de una empresa (que tendría que pagarlos) con las pérdidas de otra. Es más complejo que esto, pero dicho así es más fácil de entenderse. Videgaray no habló de desaparecer el esquema sino de revisarlo. La diferencia es importante, porque al final de cuentas puede quedar en nada. El primer obstáculo será el compromiso que firmó el candidato Enrique Peña Nieto con el Consejo Coordinador Empresarial. Algunos de sus miembros creen que el acuerdo les otorgó un asiento en la torre de control del país. En Estados Unidos el millonario Warren Buffett ha dicho que él lleva una carga menor que su secretaria; lo ha dicho en tono sarcástico. En su favor cabe decir que apoya la iniciativa del presidente Obama para que los ricos paguen más. Por supuesto, se refiere a porcentajes. A su secretaria, asalariada, tal vez le retienen un impuesto de 30 por ciento de sus ingresos, mientras que al señor Buffett, o sus empresas, 10 por ciento, porque sus contadores y abogados fiscalistas saben cómo hacerle. Hallarán un agujero para deducir gastos. El desafío para el secretario de Hacienda es grande.
Privilegios fiscales
Algunos miembros de la Comisión de Hacienda de la anterior legislatura prepararon un reporte sobre algunas grandes empresas que pagan un porcentaje muy pequeño de impuestos en relación con sus ventas. Hay otro modo de calcularlo, mediante la relación de utilidades e impuestos. De cualquier modo, la información que presenta la gráfica de 2011 es útil.

El que calla otorga
¡Qué silencio de los funcionarios del gobierno –federal, estatales y municipales– frente al Walmartgate! Parece que preferirían que hubiera prosperado la iniciativa de Calderón de cambiarle de nombre a México, de manera que las tremendas revelaciones sobre la corrupción se refirieran a otro país, no al nuestro. ¿Y qué decir de la IP? ¿Dónde anda escondido el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani? Con frecuencia lanza duras catilinarias contra la corrupción gubernamental, sólo que en esta ocasión, como el lodo alcanza a una empresa que es orgullo del sector, no ha dicho ni pío.
Predicciones para el 2013
Saxo Bank, especialista en trading e inversión online, dio a conocer, como todos los años, 10 predicciones para 2013. Tomo tres que tendrían efectos en México.
1. El crudo West Texas, en 50 dólares
La producción de energía en Estados Unidos sigue incrementándose, gracias, ante todo, a las técnicas de producción avanzadas. Los precios del crudo WTI acusan de nuevo la presión por vender y caen hasta situarse en torno a los 50 dólares por barril. Sería una catástrofe para México. El presupuesto federal de 2013 calcula un precio de barril de 86 dólares. Ojalá Hacienda haya comprado una buena cobertura.
2) La rentabilidad de los bonos de Estados Unidos a 30 años se duplica en 2013
En este escenario podría suceder que los capitales golondrinos alzaran el vuelo. Una fuga de capitales sería, también, un desastre.
3) Corrección del oro hasta los mil 200 dólares por onza
La fortaleza de la recuperación económica de Estados Unidos en 2013 sorprende al mercado y, en concreto, a los inversionistas en oro. El metal precioso se desploma hasta los mil 200 dólares. No sería una calamidad, pero sí representaría una pérdida para el Banco de México, que ha venido comprando oro en los últimos tiempos.



Pues nada, que el nuevo gobierno ha refrendado la sólida estrategia que en materia salarial aplicaron sus cinco predecesores, esto es, mátenlos de hambre. Una vez más, el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos decidió mantener inamovible su política de autorizar aumentos por debajo de la inflación, con lo que no sólo condena a los trabajadores a la pobreza y continua abaratando la mano de obra, sino que por enésima ocasión viola lo ordenado en la Constitución, es decir, que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.
El citado Consejo de Representantes –integrado por gobierno, patrones y líderes obreros– determinó que para 2013 el aumento general a los salarios mínimos de las dos áreas geográficas en que dividió a la República (hasta noviembre pasado eran tres) será 3.9 por ciento, con lo que a partir del próximo 1 de enero en el área A el mini ingreso nominal diario será de 64.76 pesos, y en la B de 61.38 pesos (sin embargo, hasta la propia Comisión Nacional de los Salarios Mínimos reconoce que el valor real del salario mínimo apenas sobrepasa los 10 pesos). El incremento en líquido es igual a 2.43 y 2.3 pesos, respectivamente. Entonces, mal arranca un gobierno –y los patrones que dicen apoyarlo– con una decisión de esa naturaleza, cuando en el discurso no deja de mencionar su decisión de mejorar el nivel de vida de los mexicanos, especialmente aquellos menos favorecidos.
Con tal decisión, el organismo que, por ley, es el encargado de llevar a la práctica lo que en la materia ordena la Constitución, acumula casi cuatro décadas haciendo caso omiso y deteriorando el poder adquisitivo de los salarios mínimos, los cuales, en dicho periodo, crecieron tres veces por debajo de la inflación. Aunque parezca mentira, el último sexenio en el que se registró un avance real del mini ingreso fue el de Luis Echeverría (1970-1976). A partir de allí, el resultado ha sido sostenidamente negativo. En esas casi cuatro décadas, el aumento acumulado nominal del salario mínimo general fue de 217 mil 508 por ciento (1970-2012), mientras el crecimiento de la inflación general fue de 634 mil 134.08 por ciento (la información proviene de la propia CNSM y del Inegi), y el incremento para 2013 ni de lejos acorta la distancia.
Con base en lo anterior, nadie sabe cómo es que el flamante titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, sostiene que el incremento a los salarios mínimos para 2013 tendrá una repercusión (positiva), aunque ligera, en el poder adquisitivo de los trabajadores. De acuerdo con el funcionario, sí habrá recuperación salarial de nueve décimas con el incremento del 3.9 por ciento que se dio a los salarios mínimos, ya que la inflación proyectada para el próximo año es del 3 por ciento. También habría recuperación, según dijo, en la medida que se vayan cumpliendo los compromisos de campaña del presidente Enrique Peña Nieto y el país tenga un crecimiento económico de 5 por ciento, para que a los trabajadores les alcance para más bienes y servicios. Así, siempre según él, es positivo el incremento acordado en el seno de la CNSM.
De acuerdo con la información estadística que maneja la propia Secretaría del Trabajo, al cierre del tercer trimestre de 2012 cerca de 7 millones de mexicanos obtienen hasta un salario mínimo diario, quienes a partir del primer día de enero aumentarán su ingreso entre 2.43 y 2.3 pesos por día. Once millones 200 mil adicionales se allegan entre uno y dos salarios mínimos, y otros 10.4 millones entre dos y tres. Esa es la escalera de ingreso de casi el 60 por ciento de los mexicanos ocupados (la mayor parte de ellos en la informalidad), los cuales sobreviven entre la pobreza y la miseria. ¿Realmente es positivo que su expectativa aumente entre 2.43 y 2.3 pesos diarios?
El poder adquisitivo de los salarios mínimos se ha deteriorado sistemáticamente desde tiempos de José López Portillo, es decir seis sexenios al hilo. Todos los inquilinos de Los Pinos involucrados en ese periodo juraron, y perjuraron, que es notoria la recuperación del ingreso de los mexicanos más desprotegidos y que gracias a su gobierno el salario mínimo se recupera. Por saliva no pararon, pero en los hechos hasta la propia estadística oficial los desmiente tajantemente.
Con Felipe Calderón en la residencia oficial (léase el autodenominado presidente del empleo en el sexenio de para vivir mejor) los salarios mínimos generales se incrementaron nominalmente, de forma acumulada, 24.2 por ciento; en igual periodo la inflación general fue de 28.96 por ciento, con lo que queda claro que el deterioro de los mini ingresos se mantuvo. Y lo anterior sin considerar que el grueso del ingreso de los menos favorecidos (léase de los más jodidos) se destina a la adquisición de alimentos, renglón en el que el crecimiento de precios ha sido, es, muy superior a de la inflación general. Con Calderón, pues, mayor deterioro.
Nada distinto sucedió en tiempos de Vicente Fox, quien prometió el cambio: el aumento nominal acumulado fue de 25.2 por ciento, contra una inflación general de 30.43 por ciento. Con Ernesto Zedillo (el del bienestar para la familia) la relación fue de 135 contra 225 por ciento, favorable, obvio es, a la inflación. El predecesor, Carlos Salinas de Gortari (el de la solidaridad) los salarios mínimos generales crecieron 52 por ciento nominalmente, mientras que la inflación general lo hizo en 142 por ciento. Y con Miguel de la Madrid (el de la renovación moral de la sociedad) el incremento acumulado a los salarios mínimos fue de 128 por ciento, contra una inflación general de 4 mil 30 por ciento.
Con el último presidente de la Revolución en Los Pinos (como se autodenominó José López Portillo, el de la solución somos todos) los salarios mínimos reportaron un incremento sexenal acumulado de 249 por ciento, contra una inflación general de 418 por ciento. Y con Luis Echeverría (el de arriba y adelante) los primeros aumentaron 196 por ciento y la segunda 126 por ciento. Éste es el último caso documentado (CNSM e Inegi) de que los salarios mínimos aumentaron más que la inflación; es decir, que el poder adquisitivo se fortaleció en los hechos y no en el discurso, y eso fue hace 37 años (incluido el aumento para 2013).
Las rebanadas del pastel
Felizmente, Javier Lozano ya no es secretario del Trabajo, ni Felipe Calderón inquilino de Los Pinos. Entonces, ¿qué tal un cambio en el discurso laboral?



La Casa Blanca anunció ayer que Barack Obama comisionó a su vicepresidente, Joe Biden, para que coordine la presentación de varias propuestas legislativas orientadas a acotar la venta y la posesión irrestrictas de armas de fuego en Estados Unidos. De acuerdo con la información disponible, las medidas –propuestas en el contexto de la masacre perpetrada la semana pasada en la escuela primaria de Newtown, Connecticut, en la que murieron 20 niños y seis adultos– incluyen la prohibición de los fusiles de asalto, reducciones en la cantidad de munición autorizada a particulares y la verificación de los antecedentes penales y médicos de quienes pretendan adquirir armas de fuego. El grupo que coordinará Biden no sólo trabajará con el Congreso sino también con los gobiernos de los estados, vinculación fundamental por cuanto que recae en ellos una parte sustancial de la responsabilidad por la descontrolada proliferación de armas en los hogares estadunidenses. Desde el domingo pasado, Obama anunció su determinación de imponer controles al armamentismo de particulares, incluso por la vía de los decretos, en caso de no obtener una actitud de colaboración para este propósito en el Capitolio.

Inocentes presos, mal presagio
Será un mal presagio terminar el año con inocentes presos y sus agresores festejando. Autoridades federales y locales serán responsables de este atropello. Queremos a los injustamente encarcelados a partir del primero de diciembre en la calle y a los provocadores de la violencia presos.

En breves días se habrá de iniciar el año 2013. Y no es sólo una referencia de calendario, sino principalmente de circunstancias y experiencias. Se cierra el 2012 con una serie de injusticias, crímenes, errores, desviaciones e impunidades que los gobernantes del PAN cometieron desde la cúpula del poder político. Muchos acontecimientos tendrán que ocurrir en México para borrar la pésima imagen que los dirigentes de Acción Nacional le crearon a toda una nación que no se lo merecía bajo ningún concepto, ni tampoco la ignominia de soportarla.

Leí una nota que dice que Felipe Calderón impartirá dentro de poco tiempo un curso sobre políticas públicas en Harvard. En esa nota se menciona que vivirá probablemente en Cambridge, Massachusetts, donde se encuentra esa universidad, y que en los pasados cinco años sólo ha habido tres homicidios (dato equivocado pues ha habido ocho: cinco en 2011).

El PRI ha vuelto al poder con novedades interesantes. No hablo de la firma del pacto entre las fuerzas políticas relevantes, pues no es esa una originalidad del gobierno de Peña Nieto. Lo nuevo del nuevo gobierno estriba más en la experiencia de la competencia con otros partidos en que se han formado muchos de sus funcionarios que en la propuesta de un acuerdo al margen del Congreso. Muchos han sido los pactos en la historia del México contemporáneo; en cambio, muy recientes y relativamente escasas son las biografías de los miembros del gobierno cuya carrera ha transcurrido en un ámbito de competencia con partidos de oposición con los que se disputa efectivamente el poder por la vía del voto popular. Para empezar, una trayectoria de esta naturaleza es formativa, no hay más que recordar la capacidad discursiva de los jefes de gobierno que provienen de una carrera parlamentaria; pensemos en David Cameron, François Hollande o Angela Merkel, que aprendieron a persuadir a sus electores en los debates con la oposición. Además, esta experiencia de la competencia política puede generar actitudes favorables a la negociación; sin embargo, también puede fomentar en el ganador la tentación a hacer valer la victoria, a disfrutar la derrota del adversario y hacerle morder el polvo.

Se vive un fin de año colmado de presagios globales negativos para la economía (recesión o lento crecimiento, con alto desempleo), el comercio (políticas proteccionistas y a costa del vecino) y las finanzas (sostenida insuficiencia de crédito a actividades productivas y resurgimiento de las prácticas especulativas que provocaron la crisis). En medio de este horizonte sombrío, con un optimismo derivado de la temporada festiva, destaco un elemento de signo diferente. En la primera mitad de diciembre –mientras que en Estados Unidos menudeaban las admoniciones sobre los riesgos del acantilado fiscal (a los que se hizo referencia en este espacio el 6 de diciembre) y en Europa continuaban los inconclusivos debates sobre el futuro del euro, al tiempo que se esperó al último minuto para proporcionar a Grecia el auxilio financiero que evitará por unos meses más el default–, de manera simultánea, aunque en apariencia no concertada, los bancos centrales, por así decirlo, salieron al rescate. Por una parte, el Sistema de la Reserva Federal, al que por lo general se alude como la Fed, hizo un anuncio de política a favor de la expansión de la actividad económica y el empleo notable por la claridad de sus planteamientos, la extensión prevista para su implementación y el uso de parámetros cuantitativos, relacionados con objetivos en materia de empleo, que hasta hace poco tiempo hubieran sido considerados anatema. Hubo ecos importantes en el Banco Central de Canadá. Por otra, el Banco Central Europeo se manifestó dispuesto a instrumentar las medidas favorables a la reactivación económica y el empleo anunciadas en meses pasados (véase El eurohéroe, La Jornada, 13/sept/2012). Ambas instituciones, para recurrir a la manida metáfora de que corresponde a los banqueros centrales retirar la ponchera cuando va a empezar la fiesta, decidieron que, dado que ni siquiera se vislumbra el inicio de la fiesta, hay que dejar la ponchera en el centro de la mesa y preocuparse de que esté bien abastecida.

Fuera de quienes rechazan por principio la sola idea de llegar a acuerdos de gran aliento entre las diversas fuerzas políticas nacionales, e independientemente de la naturaleza de sus objeciones, hemos visto cómo las dos grandes quejas en torno al Pacto por México expresadas por un abanico de comentaristas partidarios de las reformas que necesitamos se refieren no tanto a los qué –los objetivos concretos– sino a los cómo. Algunos se preguntan en voz alta: ¿qué necesidad tenía el Presidente de eso, cuando le bastaba con seguir la lógica programática para forjar una alianza duradera con el PAN, tal y como se entendió bajo la presidencia de Carlos Salinas?

La gran derrota de la oposición venezolana en las elecciones de gobernaciones y legislaturas estatales del 16 de diciembre confirma la raigal hegemonía política del chavismo en la sociedad venezolana y el insondable descrédito de sus adversarios. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados le sacaron 14 puntos porcentuales de ventaja a nivel nacional a la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) y le arrebataron cinco de los ocho estados que gobernaba, entre ellos el petrolero y populoso Zulia, el industrial Carabobo y el estratégico Táchira –los tres relevantes geopolíticamente–, así como Nueva Esparta y Monagas. En síntesis, el chavismo, con mayoría en la Asamblea Nacional, es gobierno ahora en 20 de los 23 estados de la república, además de haber ganado 22 de 23 legislaturas estatales, incluyendo mayoría absoluta en la de Miranda. En ese estado capturó deslucidamente la gobernación Henrique Capriles Radonski, quien ya la ocupara antes de su renuncia para abanderar la candidatura opositora a la presidencia. Ahora con mayoría chavista absoluta en el legislativo estatal, es de suponer que a Capriles se le exijan cuentas sobre las irregularidades y menosprecio por las necesidades populares observados durante su anterior gestión y que no pueda continuar despachándose a su antojo con el presupuesto. Una fuente opositora solvente me comentó que su relección con sólo 4 puntos de ventaja dista de ser un éxito personal y se debe al congénito antichavismo de segmentos poblacionales de Miranda.

Con la pregunta ¿qué diferencia hay entre gastar un peso a la derecha o a la izquierda? La Jornada pidió una respuesta a varios jefes delegacionales, mismas que, a partir de hoy, se publican en esta sección.
No es lo mismo gastar un peso a la derecha que a la izquierda, denotan las experiencias públicas en los diferentes ámbitos de gobierno

Como todos los fines de año acaba de acordarse el nuevo salario mínimo legal que regirá los pagos para una parte de los asalariados del país. Se ha resuelto en los tiempos de la recién llegada administración priísta. Este año se redujeron las zonas salariales a solamente dos, en las que el aumento fue de 2.46 y 2.30 pesos diarios, que en ambos casos representa un incremento de 2.89 por ciento. Al comparar este aumento con la evolución de precios este año resulta que, en realidad, el nuevo salario mínimo legal perderá capacidad de compra, ya que la inflación anual en 2012 será de alrededor de 4.2 por ciento.

Apesar de la evidente crisis económica no se ha perdido del todo la costumbre de intercambiar regalos con motivo de las fiestas navideñas. A veces se recibe algo no del todo de nuestro gusto y es frecuente que no se sepa qué regalar a determinada persona. Un libro es la respuesta, si el obsequiado es lector y, si gusta del teatro o es un estudiante de artes escénicas o ya es un profesional, bien independiente o bien perteneciente a algún grupo, acrecentar su biblioteca teatral es algo siempre bienvenido. En el año que está terminando se hicieron algunas ediciones, tanto de textos dramáticos como de ensayos y teoría, pero siguiendo mi costumbre aquí me referiré solamente a los que me fueron regalados a lo largo del 2012 como un modo de manifestar públicamente mi gratitud, a sabiendas de que entre los mencionados el posible lector encontrará el idóneo para cada persona de su afecto, ya que un libro es algo tan personal como un perfume, o más.

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