6/11/2013

Los jóvenes aún no son anarquistas; son jóvenes que están hasta la madre del sistema opresor






Pedro Echeverría V.


1. Otra vez la policía carga contra decenas de jóvenes estudiantes que protestaban ayer en las calles de la ciudad de México conmemorando aquella brutal represión de “halcones” del 10 de junio de 1971, al poco tiempo de la masacre de octubre de 1968. Los gobiernos provocadores, sabiendo que los jóvenes ya están “hasta la madre” de prohibiciones, no dejan de amenazarlos enviando a miles de policías y milicos uniformados a vigilar sus marchas y a cortarles el tránsito en calles y avenidas donde están los poderes de Gobernación, Televisa, etcétera. Milicos construyen verdaderos muros de contención que constituyen un verdadero reto para los jóvenes más conscientes y valientes que ya están cansados de tantas imposiciones.

2. Calificar de anarquista a los jóvenes que protestan y se enfrentan a la policía y al ejército en la calles es ya muy común en México, pero una exageración. Hace 50 años se calificaba de socialistas o comunistas a todos aquellos que se oponían al sistema de explotación y miseria que vivía el pueblo. Si para nosotros fue muy digno que nos dijeran izquierdistas radicales, hoy calificar a los jóvenes de anarquistas –que no quieren nada con el sistema de opresión capitalista como muchos “socialistas y comunistas” que (desafortunadamente) de alguna manera se han acomodado en el sistema- es una designación que dignifica a quien lo lleva por su permanente rebelión contra el orden impuesto por todo tipo de autoridad.

3. Pero los jóvenes no son anarquista porque no conocen la ideología de Bakunin y Kropotkin, ni tampoco están contra toda autoridad y todo Estado; son pocos los jóvenes que han podido escapar –no con facilidad- de la domesticación del sistema y han comenzado a declarar su rebeldía. No debe olvidarse que si el capitalismo ha podido vivir más de 500 años es porque ha practicado la domesticación masiva de las masas orientándolas al individualismo, la competencia, demostrándoles que la posesión de riquezas materiales es la única garantía de poder. Y luchar contra la domesticación de la conciencia ha sido muy difícil, pero ahí están los jóvenes que luchando contra un poder pueden comprender que hay que batallar contra todos.

4. Dicen los jóvenes rebeldes con razón: desde que naces te imponen leyes, reglas, costumbres, horarios, comportamiento y se inicia los que se llama: adoctrinamiento. Luego te mandan a la iglesia y a la escuela, y en vez de enseñarte a pensar y cuestionar, a ser un joven libre que razona, continúa la doctrina de obedecer y de portarte bien. A los 10 años ya estás hecho y derecho a imagen y semejanza del sistema. Muy bien portado te conviertes en un ejemplo, modelo, digno de presunción de tus padres y del hogar. Luego debes enamorar y casarte para que el círculo social se cumpla. ¡Qué bonita familia, señalan los jóvenes! Nos han enseñado a acomodarnos al sistema, aprender todos sus vicios, para nunca luchar por cambiarlo.

5. Lo que puede verse y escucharse de los jóvenes es que parecen estar hasta la madre del “vejestorio” (así dicen) del sistema, del Estado, de los padres, maestros y curas, de los partidos, que siempre les gusta aconsejar, llamar a la cordura, no caer en la provocación, portarse bien, con el único fin de que todo el sistema de privilegios continúe. No es un problema ideológico ni de nadie que los esté dirigiendo, más bien es una justa reacción al autoritarismo, a la imposición, al maltrato que reciben de quienes deberían ayudarlo a ser independiente. ¿Qué hacen cientos o miles de policías vigilando sus pasos si no es una política de intimidación para que los gobiernos puedan actuar a sus anchas sin que nadie proteste?

6. La represión es el camino fácil que escogen los gobiernos tontos de cualquier partido para someter a sus pueblos. Demuestran con ello que no tienen la menor inteligencia y capacidad para estudiar y comprender lo que pasa y adelantarse a solucionar los problemas. Las protestas sociales sólo acabarán cuando se acaben las causas que las producen y que todos conocen: miseria, hambre, desempleo, opresión. Los estudiantes y profesores lo único que hacen es darle contenido a estos problemas y sacarlos a la calle para que la gente adquiera conciencia de ellos, ¿piensan entonces los gobiernos que reprimiendo al pueblo se acabarán? Los jóvenes han sido siempre el motor que impulsa las luchas sociales. Brindémosles todo nuestro apoyo. (11/VI/13)
pedroe@cablered.net.mx

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