Carlos Fazio /II
Con
la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) en 1994, Estados Unidos y los organismos financieros
internacionales(BM, FMI, BID, verdaderos perros guardianes al servicio del Departamento del Tesoro y las compañías multinacionales), han venido avanzando sin límite de continuidad en el
cogobiernoo
manejo conjuntodel territorio nacional y sus recursos geoestratégicos. Incluida la privatización
multimodalde la infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos, vías de ferrocarril, redes de fibra óptica, de electricidad e hidrocarburos), propósito principal del Plan Puebla Panamá (PPP), diseñado durante la administración de Ernesto Zedillo y profundizado con Vicente Fox.
2000-2001. Tras la elección de Fox en julio de 2000, Washington
arreció en sus propósitos de transformar el espacio territorial
mexicano, de adecuarlo con las nuevas mercancías, a los nuevos negocios
y tecnologías. De cuadricularlo, ordenarlo y hacerlo funcional y
productivo.
Durante su campaña electoral, en un debate televisado con Al Gore en
octubre de 2000, el entonces gobernador de Texas, George W. Bush,
recuperó la idea de Reagan y su padre (George Walker Bush, ex director
de la CIA y vicepresidente de los dos mandatos de Reagan, a quien
sucedió en 1988) de formar un
mercomún energético de América del Norte. Dijo:
Le hablé (a Fox) de cómo sería mejor apresurar la exploración de gas natural en México y transportarlo a Estados Unidos para que seamos menos dependientes de fuentes externas de petróleo crudo. En febrero de 2001, el experto George Baker, directivo de Mexico Energy Intelligence, planteó que Bush podía ofrecer fondos para convertir a Pemex en la mejor empresa petrolera del mundo.
Por supuesto, tendría que ser una propuesta del presidente Fox, que no corresponde plantear al presidente Bush, dijo Baker. En marzo, Bush no tuvo empacho en afirmar que el gas encontrado en México era
hemisféricoy debía beneficiar a Estados Unidos. Afirmó entonces:
Una buena política energética es aquella que entiende que tenemos energía en nuestro hemisferio y cómo explotarlo mejor y transportarlo a los mercados. Poco antes, con Fox de anfitrión, el secretario de Energía de EU, Spencer Abraham, había logrado introducir en la Declaración de México −suscrita por los ministros de Energía del hemisferio− una frase que abogaba por la
integración energéticadel continente. Allí quedó formado un grupo de trabajo trilateral (integrado por Abraham y los ministros del ramo de Canadá y México).
Encontramos que hay dependencia mutua, sin socios minoritarios ni socios mayoritarios, dijo entonces Abraham desafiando la ley que rige la fábula del tiburón y las sardinas.
La idea de crear
redeso
corredores energéticosa través de ductos transfronterizos para el intercambio de hidrocarburos, así como la integración eléctrica entre Estados Unidos, Canadá y México, fue retomada en la Cumbre de Quebec (abril de 2001), donde participaron 34 jefes de Estado y de gobierno de América. Uno de los compromisos de la cumbre fue
norteamericanizar los mercados de energía−ante la deficiencia de Estados Unidos en la materia esgrimida por Bush−, para lo cual se requería
cambiar el marco legislativo y regulatoriode los países involucrados.
En
mayo de 2001, el presidente Bush −principal operativo del cártel
petrolero-gasero texano conformado por las trasnacionales ExxonMobil,
Halliburton, Enron y El Paso Corporation− dio a conocer su plan
energético nacional (conocido como Plan Cheney), donde el combustible
extranjero pasó a ser el eje del proyecto. En ese esquema, México fue
definido como una
fuente primordialpara garantizar la
seguridad energéticade Estados Unidos.
Varios meses antes de los atentados contra las Torres Gemelas, el
Grupo para el Desarrollo de una Política Energética Nacional, que
elaboró el Plan Cheney, había mostrado un mapa de la República Mexicana
que identificaba las cuencas de Burgos, Sabinas y Pedregosas, en el
norte de México, frente a Texas (dominios del clan Bush), como las
principales reservas de gas no explotado. En esa región, sugería el
documento, podría darse una interrelación energética
natural. El grupo recomendó a Bush que instruyera a sus secretarios de Estado y de Energía para que, en consulta con la Comisión Reguladora de Energía, se revisaran los
permisos presidencialespara la construcción de infraestructura que permita el cruce de petróleo, gas natural y electricidad, y se propongan las reformas a las regulaciones que sean necesarias para hacerlas compatibles con el comercio intrafronterizo.
Cuando en septiembre de 2001 Fox visitó a Bush en Washington, ambos
recibieron la propuesta del Consejo Binacional México-Estados Unidos de
llevar a cabo, cuanto antes, la integración energética de Norteamérica.
El principal destinatario de la solicitud fue Fox: a él le recomendaron
aumentar la inversión privada en Pemex; abrir el sector de refinación
de crudo al capital extranjero; dividir en varias compañías la red de
oleoductos mexicanos y acceder a una pronta integración eléctrica con
Estados Unidos. Para todo ello, señalaron, hay opciones:
liberalizando los marcos regulatorios y legales. Es decir, modificando la Constitución mexicana.
2002. El 20 de septiembre de ese año Bush presentó su Estrategia de
Seguridad Nacional en la Casa Blanca. Entre las nociones básicas del
documento, una decía:
Debe mejorar la seguridad energética (de Estados Unidos). Fortaleceremos nuestra propia seguridad energética y la prosperidad compartida de la economía mundial, colaborando con nuestros aliados, socios comerciales y productores de energía. En buen romance, fue el anuncio estratégico de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (Aspan), suscrita en Waco, Texas, el 23 de marzo de 2005.
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