Nosotros ya no somos los mismos
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Ortiz Tejeda
El doctor Alejandro Poiré Romero, último secretario de Gobernación de Felipe Calderón, se empeñó en relatar fábulas y brindar explicaciones pueriles, simplonas y, sobre todo, carentes de conocimiento y mínima informaciónFoto Yazmín Ortega Cortés
Dije
que regresaría a los mexicanos de excelencia y a los de todo lo
contrario. Pero me volví a equivocar en tiempos y espacios: no cupieron
los primeros y, por esta vez, hablemos sólo de los malos.
Once upon a time existió un pequeño secretario de
la gobernación de un gran país. (Explicación: un secretario debe tener,
más le vale, una menor dimensión que la del Ejecutivo al que sirve
(mientras lo sirve) y, aunque en el caso al que voy a referirme esta
condición era más que peliaguda, se consiguió: el señor Alejandro Poiré
Romero fue el último de los cinco secretarios de Gobernación que tuvo
Felipe de Jesús, empeñado en cumplir su promesa de ser el Presidente
del empleo). Pues bien, este breve (en muchos sentidos) secretario se
empeñó durante su breve gestión en relatar algunas fábulas (género
literario en el que los personajes son animales con características
humanas) y brindar explicaciones pueriles, simplonas y, sobre todo,
carentes de conocimiento y mínima información. Juzguen ustedes. En
encendida defensa de la estrategia de seguridad del sexenio que nos fue
expropiado, el señor Poiré afirmó al llegar a Gobernación: “Es como si
hubiéramos entrado a una casa y nos hubiéramos dado cuenta de que los
cimientos estaban infectados de ratas. Y es que esas ratas no sólo
estaban en los cimientos, sino que pronto nos salían por las puertas
(es que se habían doctorado en el Instituto de reflejos condicionados, Ivan Pavlov), se nos aparecían en las camas ( ratas holgazanas), en el clóset ( ¿entraban o salían?), en la cocina, y cuando abrías tu refrigerador ya se lo habían comido todo ( sea comprensivo doctor, el frío abre el apetito), y si ibas al cuarto de tus chamacos, pues ya estaban allí ( ¿las ratas o los chamacos?) durmiendo encima de ellos ( lo
que sea de cada quien doctor, es usted un papá más permisivo y
alivianado que Kamel Nacif Borge. ¿Hacían eso en su propia casa?). Las ratas no se iban a ir nomás porque sí” ( faltaba más que lo hicieran con todos los beneficios de que gozaban).
La ingeniosa explicación del problema de la corrupción y la narcoviolencia,
la coherencia del discurso y el dominio del idioma del doctor Poiré,
nos confunden, si recordamos su licenciatura en el ITAM y su doctorado
en Harvard. Por otra parte, aclaro: las cursivas son de mi absoluta
responsabilidad. Y, perdón: ¿quien más es alumno de tan prestigiada
institución? Haiga sido quien haiga sido reconozco que no se puede
medir a una institución en razón de un egresado que resultó deficitario
intelectual.
Información gratuita al breve secretario de Gobernación. Las ratas
–dicen los que saben– y repetimos los que preguntamos, pertenecen al
género roedores miomorfos, de la familia muridae.
Existen alrededor de 60 especies que habitan en casi todas las partes
del planeta, con excepción de los círculos polares (el refrigerador del
señor Poiré es una excepción de esta excepción). Su capacidad de
supervivencia y multiplicación se debe, por una parte, a que tienen
grandes habilidades para trepar, saltar, nadar, y muy desarrollados los
sentidos del gusto, el olfato y el oído, al grado de que la vista no
les es indispensable para la supervivencia. Al igual que distinguidos
parlamentarios y funcionarios, confunden los colores: el tricolor se
les vuelve amarillo y en ocasiones blanquiazul, y su principal
capacidad cognitiva es la astucia. Por la otra, está su velocidad
reproductiva: cada parto, y son varios al año, produce una docena de
crías. Los ratones, aunque son sexualmente activos todo el año,
adquieren la madurez sexual más retrasaditos que las hembras. La
gestación es de un mes y las señoras tienes dos decenas de crías
supervivientes. ¿Otras
semejanzas maravillosas? El coito ratonil dura de dos a tres segundos, con razón los investigadores no registran que las hembras sufrieran frecuentes dolores de cabeza. El ratón más longevo que se conoce, llamado Yada, llegó a una edad equivalente a 136 años humanos, gracias a modificaciones genéticas, mismas que ocasionaron que su tamaño se redujera a la tercera parte y se volviera muy sensible al frío, característica que lo libera de cualquier inculpación que quisiera hacerle el doctor Poiré, por allanamiento de refrigerador. Yada vivió con un grupo de cien cuates, ratones geriátricos todos, que mucho contribuyeron en los experimentos de los científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, destinados a estudiar las fórmulas que puedan hacer posible la extensión de la vida. Como pueden ver, hay ratones que como Yada y su club de geriátrico son de verdadera utilidad para los humanos. Por ejemplo, el mes pasado científicos franceses dieron a conocer un compuesto químico a base de proteínas patógenas (priones), que están experimentando en ratones para encontrar un instrumento terapéutico contra enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. La doctora Giovanna Mallucci, de la Universidad de Leicester, declaró a la agencia Afp que el compuesto conocido como GSK2606414 fue probado ya en 27 ratones. Desgraciadamente pasará tiempo antes de que llegue a las Farmacias del Ahorro o pueda expropiarlo el doctor Simi. Dentro de los ratones malignos a los que voy a referirme está un desconocido que el pasado octubre se introdujo en una de las barras de 23 mil voltios de la estación de Villa de Aurelia en Asunción, Paraguay, y dejó sin luz a 60 mil usuarios. Se desconoce si el ratón falleció fulminado o reaparecerá dotado de inmensos poderes para atender el reclamo que hizo un altísimo dignatario de la Iglesia católica al señor presidente de la República para que
restaurara la moral pública, acabara con el tráfico de influencias y el robo de bienes del Estado. Por demás está decir que no se trata del cardenal Rivera Carrera y que el presidente se llama Horacio Cartes. Todo esto en la República de Paraguay. Un último dato, pero importantísimo, sobre ratas, ratones y funcionarios. Si el Dr. Poiré le hubiera dedicado un minuto a enterarse de los roedores que ingeniosamente usó en su ejemplo (no digo leer El flautista de Hamelin o al menos al ratón Miguelito, Mickey Mouse en Harvard), no hubiera construido el monumento al haraquiri que se aventó con su declaración. Dejé para el final una información de total mala leche, no propia para los tiempos que se inician, de paz y buena fe: ¿Saben ustedes cuál es el promedio de vida de ratas y ratones? Las ratas tienen una longevidad promedio de dos años y medio. Los ratones de cuatro a seis meses en libertad, en cautiverio varía, aunque, como ya vimos, Yada, el ratón más longevo que se conoce, apenas rebasó los cuatro años.
El
doctor Poiré arribó a la Secretaría de Gobernación el 17 de noviembre
de 2011 y duró un año 13 días en el encargo. Antes de su llegada al
edificio infestado de ratas habían pasado 11 años, menos 13 días de
gobiernos panistas… ergo: todo los roedores que se le metían/salían de su refri
y que se acostaban arriba de sus muchachos, eran de progenie foxista o
calderonista. Eran ratas blanquiazules, no tricolores ni menos
amarillas. ¿No dice un viejo principio jurídico (anterior al agua
mineral, por supuesto), que a confesión de parte, relevo de pruebas?
Voy a ver para cuantos ejemplos me alcanza el espacio: Luis Carbonell
Paredes, coordinador de Comunicación Social de Sergio Estrada Cajigal,
ex gobernador de Morelos. (¿Currículum o denuncia?) Funcionario
calderonista en esa misma área (tan estricta y transparente), en
Semarnat, Profepa, Educación Pública, Presidencia. A unas horas de
recibir su nombramiento, el Dr. Poiré designa a Carbonell Paredes
director general en su secretaría. ¿Lo hizo sin saber nada de sus
antecedentes? Véanse los expedientes: R-283/2012 y R-291/2012, de la
Secretaría de la Función Pública. Este fue apena un piscolabis. Ya
veremos el caso de Agustín Castro, ex director del proyecto de
construcción de la Estela de la Luz, o la denuncia en contra de don
Julio Frenk, secretario de Salud de Vicente Fox. Pero, lo que rebasa la
más desbordada imaginación, la crónica de lo inconcebible: Juan Iván
Peña Nader (coordinador de asesores de Abraham González, subsecretario
de Gobernación) y nazi estúpidamente confeso. Se los aseguro: es de
vómito. Pese a eso o, por eso, precisamente, reclama más renglones en
la próxima columneta. Prometo que la veremos.
La dolencia de Andrés Manuel, es la
Crónica de un infarto anunciado. Nadie puede, ni por causas superiores, desafiar la biología. México necesita, más que mártires, caudillos. El cuidado de la integridad personal representa una responsabilidad: los verdaderos revolucionarios son racionales, no creyentes: Cuídate, Andrés.
Mario González García. ¿Culpable o inocente de los delitos de que lo
acusan? No lo he estudiado y no tengo idea, pero qué torpeza infinita
que el señor procurador y el mismo jefe de Gobierno, por incomprensible
importamadrismo dieran pábulo a una locura. No se la acaban.
Twitter: @ortiztejeda
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