3/10/2018

Vivir sin miedo y no reproducir roles, los retos para la liberación femenina

Día Internacional de la Mujer

El hartazgo por la violencia y la discriminación une a manifestantes en CDMX


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Colectivos feministas y sindicales marcharon del Ángel de la Independecnia al Zócalo capitalino para exigir respeto a sus derechos como mujeres y en repudio a la violencia de género

No vivir con miedo y no reproducir los roles que alguien más decide para ellas. Con base en estas dos grandes ideas miles de personas participaron ayer en la marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer, durante la cual el hartazgo ante la violencia y la discriminación fue el eje que unió las diferentes voces de las participantes.
Una vez más, el Ángel de la Independencia fue el punto de partida donde confluyeron activistas, estudiantes, trabajadoras, madres y ciudadanas que alzaron la voz para exigir respeto y reconocimiento a sus derechos como mujeres, mediante una actitud no de víctimas, sino de generadoras del cambio social.
Para asistir a esta movilización muchas participantes decidieron faltar a sus escuelas o trabajos, haciendo eco del Paro Internacional de Mujeres al que se sumaron cientos de miles de personas en varios países por segundo año consecutivo, con el propósito de denunciar el machismo y la discriminación, pero también para exigir el reconocimiento de sus aportaciones tanto en el mundo laboral como en el ámbito familiar.
Las reivindicaciones fueron múltiples y se expresaron con indignación y enojo, pero también con ingenio.
En mantas y pancartas se leían frases como Calladitas no nos vemos más bonitas, Nosotras marchando no celebramos y Juntas sí, difuntas no. Incluso hubo lugar para el humor: ¿Roles de género? Mejor roles de canela.
Entre las miles de participantes en la movilización estaba Xoxana, productora de teatro, acompañada de su pequeña hija, Anais, quien no dejaba de mirar asombrada a su alrededor al tiempo que jugaba con su patín del diablo.
Acudir a la marcha con su pequeña, manifestó, es una forma de continuar con la enseñanza de libertad que le dejó su propia madre, una feminista que rompió moldes, que trabajó cuando no era bien visto que las mujeres lo hicieran y me enseñó que puedo hacer lo que quiera con mi vida.
Pero también es una apuesta al futuro, porque en algún momento su hija será adolescente y Xoxana quiere que ejerza libremente su sexualidad, sin tener miedo ni ser víctima de los feminicidios, que hoy representan una de las facetas más crueles de la violencia de género.
Camila y Aranza, ambas estudiantes, son menos optimistas. Consideraron que una marcha no cambiará la situación, pero pone sobre la mesa las violencias que viven las mujeres cada día.
El machismo no terminará pronto, por eso tenemos que salir a cada momento para mostrar que las agresiones no las provocamos nosotras, dijo una de ellas. La otra espera que con estos movimientos las mujeres se unan más y podamos empoderarnos para que nos respeten.
Entre los contingentes de la marcha hubo uno en particular cuyas integrantes decidieron mostrar el torso desnudo y pintar frases sobre él, haciendo énfasis en que su cuerpo les pertenece y sólo ellas pueden decidir sobre su vida sexual y reproductiva.
Cuando pasó por la Alameda Central, la movilización se dividió entre las manifestantes que formaban parte de sindicatos y organizaciones políticas y las integrantes de colectivos civiles.
Las primeras decidieron leer un pronunciamiento y dar por terminada la marcha, mientras que las segundas continuaron avanzando rumbo al Zócalo.
Una de las demandas de los colectivos civiles que siguieron marchando fue que su contingente sólo estuviera integrado por mujeres, por tratarse de una movilización para exigir respeto a los derechos de este sector de la población.
Al llegar al Zócalo de Ciudad de México, las manifestantes hicieron suyo el templete que estaba instalado ahí y subrayaron que ellas no necesitan de sindicatos ni partidos políticos para luchar por sus derechos.
Somos la voz de aquellas camaradas y compañeras que ya no están con nosotras. Somos todas y cada una de las gotas de sangre que han sido derramadas por la educación machista del Estado, que cada vez más y más nos deja sin nuestras compañeras, expresó una de las participantes en la marcha, entre aplausos y gritos de apoyo de sus compañeras.

Foto Cristina Rodríguez
Jessica Xantomila y Fernando Camacho 
Periódico La Jornada

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