6/29/2019

La colección permanente del MUNAL


Maria Teresa Priego 

El cielo azul, una mujer vestida con una túnica blanca que deja sus senos –casi– al descubierto, escucha el mar. Lo escucha atentísima con su oreja pegada a un caracol, como quien espera una revelación. La pintó Gabriel Fernández Ledezma en 1936. “El mar” es la imagen de portada en la invitación a la exposición: “XX en el XXI. Colección del Museo Nacional de Arte” que inauguró el jueves pasado Carmen Gaitán Rojo, directora del MUNAL. La nueva exhibición permanente de arte mexicano con sus cinco divisiones temáticas: 1) Despertar de la modernidad, 2) Arte y revolución, 3) Vanguardia y reconstrucción nacional, 4) Reinvención de dos géneros: retrato y naturaleza muerta, 5) Hitos de la Escuela Mexicana de Pintura. 172 obras pertenecientes casi todas ellas al acervo del museo. Una delicia.
La galerista María Luisa Asúnsolo desciende las escaleras –bella y fantasmal– como un sueño en ocre, pintada por David Alfaro Siqueiros. Un personaje fascinante. La misma María pintada por Siqueiros cuando era niña: rizos y moños blancos. María niña (de nuevo) por Jesús Guerrero Galván. Volcanes silenciosos, volcanes en llamas, la presencia del Dr. Atl. “Adán y Eva” de María izquierdo. Un barquito (escultura) más que encantador de José Horna y Leonora Carrington. Las marionetas de Lola Cueto. Salvador Novo desde la mirada de Manuel Rodríguez Lozano. “Hombre con sombrero y niño” de Roberto Montenegro. El “amarillo colonial” de una mampara. Qué gran trabajo de curaduría.
“Esta exposición lo que tiene de especial es que muestra, desde el siglo XIX, quienes fueron esos artistas que tejieron una plataforma para dar nacimiento a lo que va a ser el momento de oro del arte mexicano. Todos aquellos artistas como el Dr. Atl que tuvieron como antecedente, por supuesto, a Clausell y fueron la simiente para las nuevas formas: Díaz Maugard, Diego Rivera, José Clemente Orozco. Las mujeres importantísimas como Rosario Cabrera, Lola Cueto, personajes fundamentales para la alfabetización de este país cuando se inicia este movimiento a través de la Secretaría de Educación, con Vasconcelos a la cabeza”, explicó Carmen Gaitán Rojo, en entrevista con la agencia Notimex.
Adolfo Best Maugard, (largo, larguísimo y con fondo de avioncitos) pintado por él mismo. Best con su abrigo negro, su bigote impecable, pintado por Diego Rivera. La mujer con su mantilla de Saturnino Herrán. Carmen Gaitán declaró que la exposición será permanente, se cambiarán con el tiempo algunas piezas: “para dar rotación y permitir que salgan otras de las estrellas que se encuentran en este momento en las bodegas. La idea es también la pluralidad, la riqueza. Esta no es una cultura estática, es una cultura que sigue dando grandes artistas. Estos que vemos hoy son, digamos, los bisabuelos de los hoy contemporáneos”.
Al final de la exposición, el maravilloso mural: “Río Juchitán” de Diego Rivera, hasta muy recientemente pieza de una colección privada y ahora (desde 2015) parte del acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes. La última parte de la exposición es un homenaje a “los tres grandes” del muralismo mexicano: Rivera, Orozco, Siqueiros. Allí está, por supuesto, el “autorretrato” de Siqueiros con el brazo extendido y el puño entreabierto. Una sale de la exposición con los ojos llenos de colores y de luces. Sale hacia la noche en esa plaza magnífica: la de El Caballito recuperado. Sale y la plaza la ocupa (con su paso etéreo, ligero) la María Asúnsolo de David Alfaro Siqueiros. Y un barquito de madera pintado como en un sueño. Un barquito de vela.

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