Ayer
leí un mensaje en twitter que decía literalmente:
“Quedan
quince minutos para que acabe enero y ya hemos tenido el asesinato de
Soleimani; Irán respondiendo con misiles a EU, el derribo del avión, la muerte
de Kobe, el coronavirus, el Brexit…Joder con 2020”.
Quizás
y a simple vista puede parecer algo normal la enumeración de estos hechos para
valorar el primer mes del año. Pero, como siempre, al autor del mensaje se le
pasaron las olvidadas: la mujeres y niñas asesinadas por el machismo y que a lo
largo del mes de enero han sido 8 mujeres y una niña; y que desde el año 2004
suman ya mil 165 las mujeres asesinadas por violencias machistas. Pero pese a
las elevadas cifras, al parecer, solo desde el feminismo nos acordamos que nos
faltan ellas y sus voces.
Después
de 15 años de la aprobación de una ley orgánica que fue pionera en el mundo,
seguimos con cifras de vértigo y con gente que, a pesar de esas mismas cifras
espeluznantes, niega la existencia de violencias machistas y pide la derogación
de la ley.
La
sensibilización para la prevención de estos asesinatos sigue siendo necesaria,
pero al parecer a demasiada gente le importa poco la vida de las mujeres
víctimas de estas violencias. Los recursos policiales y jurídicos son demasiado
escasos y las mujeres siguen siendo asesinadas.
Dice
la gente experta que el momento más crítico y, por tanto más peligroso para la
vida de las mujeres, es cuando plantea la ruptura de la relación con su agresor
y los meses siguientes. Y que la peor violencia no es la de las agresiones
físicas que llegan cuando ya se ha ejercido la peor de las violencias, la
psicológica.
Y es
la peor porque va desarmando poco a poco a la víctima de sus habilidades
sociales y personales hasta dejarla anulada por completo y, por tanto mucho más
vulnerable y apocada. Si todo eso lo sabemos ¿por qué no se actúa con mayor
celeridad?
Es
patente la necesidad de una educación afectivo sexual en las escuelas y desde
edades muy tempranas para comenzar a cambiar hábitos violentos en todos los
sentidos y en todo tipo de relaciones.
Como
sabemos, el machismo asesina a las mujeres. Por lo tanto hay que prevenir
conductas machistas desde todos los puntos de vista y lo más precozmente
posible, tanto en las familias, como en las escuelas, en los medios de
comunicación, porque sólo desde la prevención se podrán atajar estos
asesinatos. Y la prevención es una cuestión social que nos afecta a todas las
personas.
Tengo
mucha esperanza en el equipo de Irene Montero al frente del equipo del
Ministerio de Igualdad. Y la tengo porque peor que se hizo en los gobiernos de
Rajoy sólo lo pueden hacer desde la ultraderecha que niega este tipo de
asesinatos machistas y se envuelven en retóricas estériles para reforzar el
sistema patriarcal que denigra a las mujeres y permanece impasible ante el
sufrimiento de las víctimas. Y que utiliza la negación y el olvido para
mantener ese orden asesino.
Estas
casi mil 200 mujeres asesinadas (siguen siendo más porque muchas no se
contabilizan correctamente) en los últimos 15 años, supone un fracaso social
con enormes consecuencias en forma de dolor y rabia para muchas personas
allegadas a estas mujeres asesinadas. Eran y son muertes inútiles solo por
haber nacido mujeres.
El
olvido de sus voces sigue siendo una asignatura pendiente para toda la
sociedad, puesto que con su olvido, naturalizamos una situación de desigualdad
extrema y también naturalizamos al patriarcado asesino.
Este
año no ha comenzado bien para esas ocho mujeres y una niña asesinadas. Eso es
indudable. Intentemos entre todas y todos ir a la raíz del problema y ponerle
una solución aunque no sea a corto plazo. Insisto que pasa por la educación y
socialización en igualdad. Y a su vez, en formar a nuestra niñez en una
correcta educación afectivo sexual como elemento preventivo de las violencias
machistas que, como se ha demostrado, son asesinas.
Mientras la prevención solo se afronte con medios policiales y
judiciales y no entre en las escuelas, todo será mucho más lento y
doloroso.
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