7/18/2020

Paridad de género y representación indígena


16 de julio de 2020.

México, 13 jul. 20. AmecoPress/SemMéxico.- Las mujeres a lo largo de la vida han tenido que vencer un sinnúmero de obstáculos que la propia sociedad les ha impuesto como costo a pagar por aspirar a la independencia, crecimiento personal y profesional.

Pero en el caso de las mujeres indígenas estos obstáculos han sido aún más complicados, los usos y costumbres arraigados en una estructura desigual y machista, les han limitado en autonomía, progreso, seguridad y bienestar.

No obstante, algunas de ellas han realizado esfuerzos para construir y consolidar sus derechos como una herramienta para evitar el abuso del poder dentro de sus comunidades, situación que no les ha sido nada fácil, la defensa de su cosmovisión, cultura y su lucha por la justicia les ha costado ser relegadas de todos los espacios al considerarlas disruptoras.

Su perseverancia y sus ganas por conservar su autonomía libre de costumbres y tradiciones basadas en el abuso, les ha permitido volverse visibles en la participación de los asuntos del gobierno.

Participación con la cual han incidido en su comunidad para cambiar la situación histórica de desvalorización y servicio a la cual las tenían relegadas. Conscientes de la internalización y/o apropiación de los valores dominantes en las mentes de su entorno cultural, de los varones, de los padres y de ellas mismas, han decidido dejar en claro sus deseos y aspiraciones al plasmarlos y ejecutarlos a través de la vía electoral.

Por ello la reforma constitucional de julio de 2019, representará para ellas una oportunidad de representación real en las legislaturas, ayuntamientos y demás puestos de gobierno a nivel municipal, estatal y federal; la paridad en todo reestructurará de forma avanzada la organización política que conocemos hasta hoy.

Sin embargo, esto no implica que los obstáculos se terminen, a lo largo del tiempo las mujeres han sido timadas por el falso discurso protector de personas que se han comprometido a respetar los derechos humanos de las mujeres y a garantizar la igualdad de iure y de facto.

La presente reforma no es el primer acto dirigido a equilibrar jurídicamente las condiciones históricas en las que viven las mujeres indígenas, en el ámbito interno el Estado Mexicano desde el 2003 se ha caracterizado por contar con instrumentos jurídicos especializados en prevenir y eliminar la discriminación y violencia contra las mujeres, fomentando a la vez la igualdad entre géneros y el respeto a la cosmovisión de cada pueblo originario.

Instrumentos normativos que se han aplicado en conjunto con tratados internacionales que han garantizado jurídicamente la inclusión de las mujeres indígenas; no obstante, las condiciones sociales y culturales que se viven en México al tener un fuerte origen en estructuras sociales derivadas de prejuicios y sistemas de creencias negativas, han hecho imposible la inclusión e igualdad sustantiva.

La resistencia y aplicación sesgada de las normas por parte de diversas fracciones y cúpulas de poder, han evidenciado sus diversas formas de eludir la obligatoriedad de asumir lo dispuesto por la ley y bloquear a aquellas mujeres indígenas que luchan por desarrollarse en el ámbito público y contribuir con el progreso de sus comunidades.

Tales acciones han encontrado justificación bajo el argumento de que las mujeres al no gozar de méritos ni aptitudes para ser postuladas a altos cargos públicos, deben ser relegadas o cubrir espacios en donde la participación de administrar el poder sea nula.

Por ello la reforma en materia de paridad de género en todos los niveles y puestos de gobierno, representa un gran avance que contribuye a que las anteriores prácticas no se sigan actualizando y que las mujeres tengan un acceso real en la participación de los intereses públicos.

El garantizar que todas las mujeres sin importar su origen, tengan acceso real a todos los cargos públicos y que desde ahí puedan representar y dar a conocer las necesidades reales de sus grupos y comunidades, refleja el interés que tiene el Estado por eliminar las malas prácticas de exclusión.

Por lo anterior esta reforma no solo debe ser tomada como una trascendencia histórica, sino como el inicio para acelerar la igualdad y repensar al mundo más allá de las dicotomías binarias, en donde no existan dominantes y dominados.

Foto: SemMéxico.

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