De politica y premios Nobel
Dicen que lo perros abren los ojos a los diez días hay gobernantes que no los abren nunca. Esta parece ser la mejor metáfora de lo que sucede en el país: un gobierno engañado, desconcertado, que no tiene idea del futuro ni de por donde quiere circular.
Ya van cinco premios Nobel de economía que insisten en el pésimo manejo de México a la crisis y bien que tienen razón porque nos hemos encontrado con un manejo errático y conductas titubeantes, cuando lo que se requiere es firmeza y claridad de propósitos. Sin embargo, para los gobernantes que todo lo ven como conspiraciones, les debe sonar muy raro que haya tal consenso entre los expertos y ante la confusión que les produce que alguien vea la realidad con nitidez, no solamente han negado de entrada el análisis sino que han llegado al extremo de insultar a los académicos.
Las tonterías del líder panista en el senado no merecen ser repetidas; tienen un tufo foxista que marea, porque pensábamos que junto con el zafio presidente se había ido la tontería institucional, pero eso sin duda fue un ataque de optimismo nuestro, el senador Madero demuestra pobreza intelectual y carencia de argumentos. Aunque lo sensato hubiera sido invitar a los galardonados a dialogar, pero eso es muy riesgoso para los pobres de entendederas.
En lugar de buscar las causas estructurales de la inestabilidad mexicana, como por ejemplo, el elevado nivel de pobreza y la debilidad del mercado interno, el gobierno le ha invertido tiempo, energía y mucho dinero al impacto mediático de sus declaraciones; y nosotros no estamos para que se nos olviden las ocurrencias del secretario de Hacienda que emulando a Cantinflas se ha dedicado a jugar con las palabras: estábamos en medio de un catarrito y luego nos arrasó un tsunami, mientras el se encontraba a buen recaudo con un salario y prestaciones insultantes para el nivel de ingreso mínimo que asola a los asalariados del país.
El gobierno prefiere lanzar declaraciones, como ahora que según Felipe Calderón la recuperación ya empezó, en lugar de guardar un silencio sensato mientras toman las decisiones pertinentes para aminorar el impacto que hoy tiene postrada a la economía mexicana.
Es escandaloso que se reporte que el gobierno tiene un subejercicio sistemático, o sea que no se gastan los fondos que se les asignan, un caso impúdico es que hasta ahora, con el año prácticamente terminado hay un subejercicio superior al 30% en los fondos para la lucha contra la pobreza y en cambio nos bombardearon mediáticamente porque querían un impuesto especial justamente para aquello en lo que no se gastan el dinero.
Hace solamente nueve años éramos la novena economía del mundo, ya caímos al lugar 12 y seguimos apresuradamente a la baja, mientras países como Brasil nos dejan atrás, tal vez porque ellos han sabido ubicar bien las prioridades y han destinado bien los fondos.
Hoy Brasil tiene seis universidades a nivel mundial nosotros tenemos una y ya se anuncia un recorte a la educación; PETROBRAS alcanza avances tecnológicos que PEMEX no lograra en mucho tiempo, pero aquí las decisiones para mejorar la administración de la petrolera caminan muy lento y no parece que se haga nada serio para frenar la corrupción que tiene postrada a la empresa. Siendo justos, la cuestión de la corrupción hoy es gravísima y se generaliza en diversas áreas.
La economía mexicana decrece, crece el desempleo, aumenta el número de pobres, la inflación va para arriba y el endeudamiento se acrecienta. Todas estas señales son malas por dos motivos: unos tienen un impacto de corto plazo y otras golpearan en el mediano plazo y como dicen los políticos: palo dado ni Dios lo quita.
En primera instancia las dificultades económicas están provocando tensiones sociales, aumenta el nivel de delincuencia por hambre que tiene la capacidad de evolucionar hacia el gran crimen, se fomenta la desconfianza entre la gente y se resquebrajan los principios de solidaridad. La gente se va del país, ya sean los cientos de miles de indocumentados o los muchos documentados que prefieren poner pies en polvorosa que esperar a que las cosas terminen de derrumbarse.
Y mientras todo esto sucede el gobierno con los ojos cerrados reclama victorias pírricas como el cierre de Luz y Fuerza del Centro, porque creen que todos compramos la versión de un ahorro irreal y de una eficiencia inexistente.
Nuestros gobernantes demuestran que la política ya no es el arte de administrar los negocios públicos, se ha convertido en la madre de todos los vicios.
Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com
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