11/28/2009


"Me duele México por las barbaridades de Calderón": Tomás Segovia

VERóNICA ESPINOSA

LEON, Gto., 27 de noviembre (apro).- De vuelta en nuestro país para presentar en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) su nuevo libro de poemas Aluvial, Tomás Segovia confiesa que, como a Joaquín Sabina, le duele México "con todas las barbaridades que está haciendo (Felipe) Calderón".

También le duele pero se atreve a reconocer su error al pronosticar, a partir de la victoria del panista Vicente Fox en el 2000, que lo único bueno del "cambio" sería que el PRI derive en un verdadero partido, un partido de oposición, "y dejar de ser una agencia de empleos".

"El PRI está igual o peor que antes", afirmó.

El poeta llegó a principios de la semana a León para dictar una conferencia a propósito de su faceta de traductor en la Universidad Iberoamericana, invitado también por el Fondo de Cultura Económica con motivo del aniversario de esta editorial.

En una parte de su conferencia, deslizó un comentario sobre "las barbaridades de Calderón", que fue retomado en una entrevista con
Apro, en el auditorio San Xavier de la Ibero León.

--Joaquín Sabina acaba de decir que le duele México. ¿También a usted le duele?

"¿Y a quién no? ¿A quién no que se acerque? Claro, con excepción de aquellos que están favoreciéndose" con la injusta distribución de la riqueza en el país, como en el mundo".

Hace poco al autor le contaban que, de los 20 yates más lujosos del mundo, once pertenecen a mexicanos.

"¡Once!", exclama. "Más de la mitad; es patético ver que un país que se adelantó incluso a la Revolución rusa, acabara en esto".

--¿En qué quedó el cambio, la llegada del PAN al poder?

"Yo no voy a estar orgulloso de algo tan catastrófico. Fui de los pocos que dije, cuando la elección de Fox, que eso no sería un cambio de nada, que sería peor…, es verdad que había que acabar con el PRI.

"Hay una cosa en que confieso que me equivoqué: me hicieron una entrevista en España cuando Fox, y discutiendo con un profesorcito que decía que ahora sí, con Fox llegaba la democracia, yo dije: 'todo lo contrario'. El PAN no va a quitar lo que prometió, la corrupción. Cuando mucho cambiará el aspecto pero no lo va a quitar. Y aunque la quitara, no es sólo eso; falta todo lo demás, eso no es una política, un proyecto de país.

"Pero en lo que yo me equivoqué, fue cuando dije: 'lo único que puede ser positivo es que el PRI, una vez que pierda el poder, no va a tener más remedio que convertirse en un verdadero partido, porque era una mafia últimamente. Dije que se convertiría en un partido de oposición, y me parecía saludable para México.

"Y el PRI está igual o peor que antes".



Democracias simuladas



Así, de momento la perspectiva le parece muy pesimista al último escritor que recibió, con ese nombre, el premio "Juan Rulfo" de la FIL en el 2005. Y más ante los presagios que circulan con respecto al 2010.

"Se habla de fechas, de que cada cien años en México algo se alborota… de que en el 2010 todo mundo tiene la impresión de que algo va a pasar. Sería terrible; siempre los estallidos violentos se pagan, incluso cuando han sido un progreso, ha habido un momento de retroceso, hay que recuperarse. Y no sé cómo se puede de alguna otra manera cambiar, porque desde luego, hay que cambiar".

Inevitable, el contexto mundial es parte del razonamiento de Segovia para hablar de "las barbaridades que ha hecho Calderón", puesto que, dice, no las podría hacer si no las estuvieran haciendo en Europa, incluso en Estados Unidos con Obama, "porque ese país no ha cambiado tanto con la llegada de Obama".

"Si vemos que ni siquiera han quitado a los militares mequetrefes de Honduras, ¿qué esperanza le queda a uno de que haya un cambio? Lo único que puede uno hacer es seguir insistiendo en que haya un cambio.

--¿Somos aún democracias simuladas?

"Sí, creo. He escrito un poco sobre eso y voy a seguir haciéndolo. Democracia, en sentido formal, tiene que ver con la votación por un gobierno, pero cuando se inventó eso era para algo, no sólo un procedimiento de gobernar. Creo que la verdadera democracia, una democracia que no sólo tenga la forma, sino el sentido, es una democracia donde se trata sobre todo de la justicia.

"No es uno u otro sistema, sino si el sistema es o no justo. No importa que haya sido votado, me parece. Siempre pongo este ejemplo, el de Hitler: fue votado, y si decimos que la democracia es ganar las elecciones, entonces eso fue una democracia, pero no lo aceptamos".

A sus 80 años de vida, se dice testigo del inexorable desvío de la dirección histórica que los países avanzados del mundo tomaban antes de la Guerra Fría hacia un
Estado de bienestar, "donde el poder intentaba, con dificultades y limitaciones, hacer una estructura lo más justa posible, donde la igualdad va siendo en todos sentidos: en recursos, en oportunidades, pero también en dignidad y en una vida completa".

La Guerra Fría cambió ese rumbo y desmanteló esa visión política, no sólo en Europa y Estados Unidos, sino prácticamente en el mundo entero.

"Se había logrado visiblemente en países del norte, en Noruega, Suiza, bastante en Francia; se había acercado eso en los Estados Unidos de Roosevelt, pero a partir de la Guerra Fría han empezado a desmantelarlo. Me parece increíble, que de veras piensen que el Estado de malestar es mejor que el Estado de bienestar", cuestiona, y se dice sorprendido, como parte de la generación que, a los 20 años, nunca hubiera imaginado que el siglo XXI empezara así.

"Ahora resulta que progresar es progresar hacia la injusticia. A quienes hablamos de justicia nos llaman nostálgicos. Lo moderno es explotar al prójimo".



Afirmación vital



Además de la conferencia programada para el sábado 28 en la FIL y de la presentación del libro
Aluvial, el poeta entregará la traducción del inglés al español –en una edición bilingüe-- del Hamlet de William Shakespeare, bajo el sello Ediciones sin nombre, a propuesta de la UAM.

Eso significa que esta traducción pasará por fin del mito a la realidad, luego de una primera versión prácticamente proscrita que publicó hace unos cinco años la editorial colombiana Norma, que nunca se puso a la venta y que, incluso, no aparece en el catálogo de la editorial, pero de la cual sí estalló una polémica en los círculos literarios cuando se supo que la más famosa frase shakesperiana, "
To be or not to be: that is the question"contenida en esta obra, fue traducida por Segovia como "Ser o no ser: de eso se trata".

Y es que, recuerda el autor, algunos amigos suyos lograron conseguir una decena de ejemplares de esa traducción. "Yo recibí unos pocos; quién sabe por qué no la distribuyeron; entonces retomé ese texto, corregí. Y tampoco me di cuenta de que pude provocar un escándalo por mi traducción de la frase más famosa de
Hamlet", admite.

--¿Cómo explica ahora el origen de la polémica?

"Me parece que no está bien traducido
`ser o no ser, esa es la cuestión´; no es traducir término a término. Aun en tiempos de Shakespeare, `the question´ no funcionaba como `la cuestión´. Tú no puedes decir eso en español. Hay que ver el contexto, lo dice más adelante en la obra: `Si no fuera por el temor a no ser, quién aguantaría la vida, quién no se suicidaría cuando es tan fácil suicidarse´. Claramente está diciendo que de eso se trata, de si nos morimos o no nos morimos, está diciendo que la vida es horrible, ser o no ser.

"Por eso es mucho más fiel: ser o no ser, de eso se trata. Fluye mucho mejor", dice en defensa de su postura.

--Pero vino el revuelo…

"Sí. Incluso, hay un libro de Juan Villoro que se llama
De eso se trata, y en el prólogo explica que es por mi traducción de la frase de Hamlet. Él tiene esa edición, me parece que la consiguió en Bogotá".

Ante un café con abundante azúcar –como lo suele pedir--, Tomás Segovia se ufana de la nueva veta creativa que le ha llegado a sus 80 años; así, como un aluvión, motivo del título del nuevo libro que entrega en la FIL.

La cosa empezó en los hospitales, por donde el poeta peregrinó durante los dos años anteriores, "un par de años terribles" en los cuales empezó a escribir sin parar, en una especie de acto de resistencia, una afirmación vital.

"Salí (de los hospitales) pero me quedó el impulso. Y entre el impulso y el gozo de la vida, seguí y sigo haciendo poesía".

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