4/08/2013

CNTE y EPN o la radicalización de las partes.




Utopía


Eduardo Ibarra Aguirre

Con base en un informe elaborado por la Secretaría de Educación Pública hace seis años, en el segundo gobierno de la alternancia en el Ejecutivo federal, tres de cada 10 escuelas carecía de drenaje; la cuarta parte no contaba con electricidad y cifra semejante carecía de sanitario.

Por si lo anterior no fuera suficiente, el número de planteles en los que las aulas y los profesores eran compartidos por estudiantes de grados distintos ascendía a 44 por ciento en primaria, y esa proporción se incrementaba a más de 60 por ciento en los centros indígenas y a 100 por ciento en las escuelas comunitarias.

(En ese año supe que Diego Alberto Prado Méndez no tenía pupitre en una primara aledaña al casco de Santo Tomás, porque su padre no lo pintó oportunamente, como era su "obligación". O que el pago de cuotas era obligatorio en el Jardín de Niños Joaquín Arcadio Pagaza, de Tlalnepantla, estado de México, y su directora la beneficiaria).
Con aquel panorama desolador de 2007, pero nada parece garantizar que los índices se abatieran en los años posteriores, es ineludible preguntar a las autoridades de la SEP sobre la pertinencia de evaluar con los mismos criterios (¡Llevados a la Constitución!), a profesores que laboran en contextos socioeconómicos tan asimétricos.
La pregunta es clave y aunque mi obligación consiste en responder interrogantes y no en formularlas, como bien aconsejaba don Miguel Ángel Granados Chapa, resulta oportuno que las autoridades y los especialistas ilustren al respetable, ya que la empresa que generó más daños a la obra educativa pública y privada en los últimos 60 años, Televisa, y sus intelectuales orgánicos reducen lo que Emilio Chuayffet denomina sin originalidad revolución educativa, a un problema de evaluación de unos profesores que "no quieren trabajar" (Jorge Castañeda dixit) y que se "dedican a atropellar derechos de terceros" (coro mediático).

Voces como la de Hugo Casanova, advierten que los cambios a los artículos 3º y 73 de la Constitución expresan, antes que una reforma educativa, "la aspiración gubernamental por redefinir el complejo escenario educativo", que no basta reformarlos para modificar la educación porque para impulsar una reforma "es necesaria la concurrencia de diversos factores pedagógicos y sociales". Y Gilberto Guevara Niebla advirtió en el foro realizado en Boca del Río –la capital de Veracruz según Enrique Peña, estado que con el mayor número de periodistas asesinados "se mueve hacia delante", según el gobernador–, que del fracaso educativo "somos responsables todos", seguramente ante el simplismo de convertir a Elba Esther Gordillo en la autora de todos los males, a la vez que impulsan abiertamente a su mejor hechura y sustituto Juan Díaz de la Torre.

Pendientes aún la actualización de la Ley General de Educación y la expedición de la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, la reforma es hasta hoy, además de lo mencionado en términos de la ley de leyes, como si ésta produjera milagros, una estrategia que subraya lo político y judicial con la decapitación del cacicazgo de Gordillo porque se rebeló ante Peña Nieto, lo mediático con el linchamiento de la Coordinadora Nacional y ahora la acción de la Policía Federal para desalojar a los profesores que por segundo día consecutivo bloqueaban la Autopista del Sol.

El inmediato reconocimiento de  la responsabilidad política en el desalojo magisterial y la reivindicación del uso de la fuerza pública como obligación del Estado, por el presidente Peña, y la radicalización del discurso de los dirigentes de la CNTE, a pesar de que la mesa de diálogo continúa en Gobernación, requiere que sociedad civil se involucre más en este decisivo tema y obligue a las partes en conflicto a negociar.


Acuse de recibo

Crítica de una lectora a Presiones múltiples sobre el Senado (5-IV-13): "Por favor no me cites, pero me tienes impresionada con el atrevimiento de lo que dices. Y más ahora que me vengo enterando de que hubo un atentado contra Ricardo y David Monreal"… Por el contrario, el escritor regiomontano Abraham Nuncio apunta: "Gracias por tu artículo, Eduardo. Siempre acertado en tus juicios a partir de información precisa. Como tú dices en torno al tema: 'Veremos'"… A Patricia Barba Ávila le pareció "Como siempre, excelente tu Utopía". Enseguida critica la opinión de Eduardo Jiménez González sobre la doctrina Monroe, mensaje que se publicará en la sección De nuestros lectores, de Forum en Línea, pues este espacio no es para que los lectores polemicen entre sí… Finalmente, el periodista Gustavo Cortés Campa añade: "Tengo entendido, pero no estoy seguro, que (Felipe) Calderón hizo un 'diplomado' de seis meses en Harvard, el mismo que cursaron, entre otros, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas. El elenco de profesores es impresionante, con varios Premio Nobel. Doctorados 'de veras' son Pedro Aspe, del MIT y Ernesto Zedillo, de Yale. Por cierto, se dice que Aspe fue el estudiante más destacado de su generación".

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