5/21/2013

Instituto electoral: ¿federal o nacional?



 
 Alberto Aziz Nassif

Hace años en El Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, tuve una discusión con los integrantes del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Baja California, mi argumento era que se necesitaba un instituto que organizara todas las elecciones en el país para tener la misma calidad en cada entidad. El argumento de los bajacalifornianos era que ellos eran mejores que el IFE para organizar elecciones. Mi conclusión fue que quizá sí, pero que eran la excepción.

Los tiempos han cambiado. En aquella época el IFE era una institución con gran prestigio, su autonomía se expresaba en los resultados, organizar comicios sin conflictos importantes, como entre 1997 y 2003. En Baja California, primer estado con alternancia, se habían hecho innovaciones electorales (un padrón estatal y se anticiparon en la credencial con foto). Eran tiempos de las primeras alternancias locales. Ahora estamos en un momento muy distinto, las cuotas partidistas fueron reinstaladas en el IFE y los conflictos electorales regresaron pese a la complejidad de las reglas electorales. En Baja California el PAN —luego de 24 años de gubernatura— ha dejado de ser la vía esperada para un buen gobierno.

La semana pasada el PAN volvió a poner sobre la mesa el proyecto de hacer un Instituto Nacional Electoral (INE), para que organice todas las elecciones del país; además de otras reformas político-electorales. Parece que el Pacto por México ha despertado una fiebre de reformas, sobre todo después de 12 años de sequía legislativa en temas sustantivos. Sin embargo, las cosas se complican y por primera vez un grupo de senadores del PAN y del PRD propusieron, al día siguiente que el PAN lo hizo, una amplia e importante reforma política.

Otra vez llegamos a los temas de la reforma electoral, que es una obsesión de la clase política. Tenemos al menos tres décadas afinando reglas y puliendo instrumentos y todavía no tenemos procesos que generen una amplia legitimidad en la sociedad. Quedan sospechas, trucos, recursos oscuros, decisiones polémicas de las autoridades; queda lo que Norbert Lechner hubiera denominado “la conflictiva y nunca acabada construcción de un régimen electoral”. La agenda de pendientes políticos cubre una gran cantidad de temas, como lo plantearon los senadores de PAN y PRD. La discusión se puede organizar en tres grupos: a) cambios para resolver los temas de la elección anterior, es decir, exceso de gasto y trampas a la fiscalización; subir penas para anular un triunfo electoral por violentar topes de campaña y revocar una concesión por violar le ley electoral. Segunda vuelta para elecciones presidenciales y de gobernadores, Ley de partidos (la cual ya está en el Libro Segundo del Cofipe), reelección de legisladores, gobierno de coalición, etc. b) Los pendientes que dejó la última reforma, como darle contenido a las candidaturas independientes, al referéndum y a la iniciativa popular. c) Conservar al IFE o ir hacia un INE.

Se puede optar por un sistema federal-nacional o uno de tipo estatal, por ejemplo en Estados Unidos cada estado organiza todas las elecciones; en cambio en Brasil hay una organización federal que se encarga de todos los procesos. Se puede optar, pero tener los dos sistemas es muy costoso y poco eficiente. En México, hasta 2003 el IFE era una institución fuerte y legítima, después la torpeza de la clase política lo debilitó. Pero, a pesar de ello, es mucho más confiable que la mayoría de los institutos electorales locales, capturados por estructuras de poder estatal. El otro argumento es el costo. Se ahorraría buena cantidad de recursos con el INE, y de pasó quitar los 32 tribunales locales que son una mera ventanilla porque casi todos los expedientes terminan en el Trife. El argumento más fuerte contra el INE es —supuestamente— de tipo federalista, ¿cómo van a perder los estados la facultad de organizar sus comicios? Desde el Comité Conciudadano en 2007 se propuso un INE y prácticamente se unificaron en su contra los gobernadores, con el reclamo federalista, que en el fondo es de control y poder. Si al problema le quitamos la careta federalista nos queda una oposición entre institutos locales capturados frente a la posibilidad de tener elecciones más autónomas.

Entre la crisis interna de la oposición, PAN Y PRD, la tensión entre el Pacto y los legisladores y las resistencias del gobierno y del PRI, veremos qué pasa con la reforma político-electoral...

Investigador del CIESAS

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