5/19/2013

La guerra de las grandes petroleras contra la energía solar

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Un futuro sombrío



Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Recordáis el “pico del petróleo”?

Los demás tampoco se acuerdan.

Es debido a que la teoría operacional de por qué, a comienzos de siglo, las grandes compañías petroleras aumentaron su presión sobre el sistema político y lo utilizaron para adquirir una gran parte del “decreciente” recurso por cualquier medio, a menudo a través de imperialismo por encargo, de repente se ha vuelto irrelevante.

No es que el temor de una inminente y precipitada disminución de la producción de petróleo no fuera un instrumento efectivo para manipular los mercados, influenciar a las autoridades y avivar a las masas sedientas de petróleo para que apoyaran guerras basadas en el petróleo, aunque fuera de forma subconsciente.
Fue efectivo.

Más bien de repente el planeta está inundado de petróleo. Nuevos descubrimientos en África, el oleoducto y el gasoducto tan esperados del Mar Caspio, la expansión de las reservas en EE.UU. y las posibilidades del Mar del Sur de China han convertido el ecosistema de la tierra en una fuente de juvenil exuberancia para las grandes compañías petroleras.

A esto hay que agregar las tecnologías cada vez más sofisticadas empleadas ahora para extraer petróleo de esquisto, hacer hervir pegote de tóxicas arenas bituminosas y la construcción masiva de nuevos proyectos de infraestructuras para transportarlo por el continente y el globo, y se obtiene una suministro de petróleo que no va llegar a un “pico” en algún momento del futuro previsible.

De hecho, con la apertura de la última frontera impoluta –el Océano Ártico– debido al cambio climático alimentado por el petróleo, los responsables de las grandes compañías petroleras podrían estar sacando aún más beneficios de lo que se paga por los combustibles. La quema de muchos hidrocarburos es un gran negocio para la industria petrolera.

¡Es bueno ser rey, y ahora mismo parece que el Gran Petróleo es el rey del mundo!

Pero existe un problema.

Cada día los ejecutivos, geólogos, ingenieros, lobistas y cómplices políticos de la industria petrolera se despiertan frente a una amenaza existencial. No puede ser eliminada por un ejército testaferro. No puede ser sobornada. Y todo el cabildeo del mundo no impedirá que aumente ´todos los días cerniéndose sobre ellos y desafiando cada uno de sus actos.

La industria petrolera no se puede esconder del sol.
Resulta que el sol no solo suministra la energía esencial que impulsa toda la vida en la tierra, sino que además -gracias al ingenio de algunos seres humanos particularmente molestos- su luz fiable se puede convertir en electricidad útil mediante un artefacto milagroso denominado célula fotovoltaica.

Imaginémoslo, ¿y si la gente dejase de quemar petróleo, gas, e incluso carbón, y solo utilizara esos artefactos milagrosos para transformar la energía solar en la electricidad requerida para hacer funcionar casi todo?

Bueno, si alguien es uno de los amos del universo del petróleo, probablemente habrá perdido muchas horas de sueño preocupándose precisamente de ese problema. Pero preocuparse no basta. La industria petrolera está entrando en acción para detener el ataque del sol contra su monopolio energético. Las grandes compañías petroleras se esfuerzan para contrarrestar innovaciones impulsadas por el mercado que no solo hacen que la energía solar sea cada vez más asequible, sino que además hacen que la energía solar sea una inversión cada vez más atractiva para los que hasta ahora eran benefactores fiables en Wall Street de la industria petrolera.

De hecho Bloomberg New Energy Finance (BNEF) publicó recientemente un informe recomendando especialmente el futuro de la energía renovable como inversión. De repente no se trata de ética ecologista. Ahora tiene que ver con pérdidas y ganancias.

Según BNEF, la inversión anual en capacidad de nueva energía renovable va a aumentar significativamente de ahora a 2030. El informe señala: “El escenario más probable implica un salto del 230%, a 630.000 millones de dólares hasta 2030, impulsado por nuevas mejoras en la competitividad de los costes de tecnologías eólicas y solares con respecto a las alternativas basadas en los combustibles fósiles…”

Pero hay más: “Las mejoras en la competitividad de los costes significan que las energías renovables representarán entre el 69% y el 74% de la nueva capacidad energética agregada hasta 2030 en todo el mundo”.

Y mucho mejor aún: Las energías renovables no solo están cruzando la línea del sueño de los hippies de ser la gallina de los huevos de oro; el sector manufacturero se mueve tan rápido que existe un “exceso” de paneles solares. Así es. Los paneles solares ya no son “demasiado caros” o una alternativa “poco realista” al monopolio de la industria petrolera de la producción de energía. En cambio hay un excedente de producción en la manufactura solar.

Sí, es así. ¡Hay un excedente!

El excedente puede ser el verdadero motivo por el cual Solyndra, junto a otros importantes manufactureros solares, colapsó durante los últimos años. Simplemente fueron sobrepasados por rápidos progresos en la manufactura y la mano de obra barata en China. Esa combinación llevó a la obsolescencia rápida e irrevocable de su modelo de producción original. No es un ejemplo de los que castillos en el aire de la tecnología verde se hayan multiplicado. Más bien es un indicio de que las fuerzas del mercado se mueven a una velocidad vertiginosa para ofrecernos a todos el milagro de la energía fotovoltaica exactamente en el momento en el cual el planeta la necesita más.

Ahora, por primera vez en la historia, la industria petrolera se enfrenta a un peligro obvio y presente que realmente promete el suministro de energía sin una panoplia de problemas relacionados con el petróleo:

· Sin el CO2 que altera el clima
· Sin todos los cánceres, el asma y los defectos congénitos que provocan los tubos de escape
· Sin derrames, explosiones y rupturas de oleoductos que destruyen el ecosistema.
· Sin todas esas guerras y sobornos políticos y el apoyo a Petro-Estados represivos.
· Y sin todos esos compromisos morales, éticos y ecológicos que está arrastrando a todo el planeta, y a nosotros con él, en una espiral letal de consumo destructivo.

Pero todavía no comencéis a vender vuestras acciones de Chevron, ExxonMobil, Shell o Halliburton. La industria petrolera ha gastado miles de millones de dólares en el cuidado y bienestar de su control colectivo del mercado energético y, en efecto, del alma del mundo moderno.

La estrategia primordial de la guerra preventiva de la industria petrolera contra el poder revolucionario y liberador del sol es “exceder” el “excedente de renovables”.

De hecho el inventario de petróleo estadounidense llegó a un récord en 82 años el 1 de mayo, ¡con existencias que aumentaron a 395,3 millones de barriles a finales de la semana pasada! El precio del barril se fijó en más de 90 dólares, un descenso del máximo de 118 dólares de febrero de 2013, pero todavía lejos de los 11 a 25 dólares por barril de los peores días de los años de Clinton.

No es sorprendente que el precio en la gasolinera no haya bajado en 82 años. Pero ha bajado y CNNMoney lo pregonó como una dádiva para los consumidores y la tambaleante recuperación económica con un ambicioso titular en primera plana: “Caída de los precios de la gasolina al rescate”.

¿Pero a quién se está rescatando?

¿Consumidores? ¿Pequeñas empresas? ¿Al equipo económico de Obama?

¿O se está rescatando a las grandes compañías petroleras?

Engordadas por los aumentos de los precios de petróleo y gas de la era de Bush, tiene sentido que “sacrifiquen” unos centavos o incluso años de “beneficios fijos” para inundar el mercado con hidrocarburos y limitar los progresos de las energías renovables, y en concreto la energía solar.

En marzo de 2013 –solo unas semanas antes del máximo en 82 años de los inventarios de petróleo– la Comisión Federal Reguladora de Energía (FERC) informó de que las plantas de energía fotovoltaica generaron un 100% de la nueva capacidad de energía eléctrica de todo EE.UU. Fue una primicia en la historia de EE.UU., a propósito.

Puede que sea el motivo por el cual Arabia Saudí está adoptando el auge del esquisto estadounidense que actualmente transforma EE.UU. en un exportador de energía. En un puro sentido de libre mercado, esto no parece que tenga mucho sentido para los saudíes que dependen del petróleo. Pero Khalid Al-Falih, director ejecutivo de Saudi Aramco, se mostró entusiasta ante el Financial Times sobre el impacto positivo del petróleo estadounidense y su papel crucial al “tranquilizar” a los consumidores sobre la “fiabilidad de los suministros de petróleo”.

Más específicamente, Al-Falih dijo al FT que más producción de petróleo en EE.UU. “…solo cementa el consenso público y global que ya hemos conocido. El petróleo será el combustible preferido… por un amplio período de tiempo y tenemos que administrarlo, tenemos que invertir en él”.

Y lo están haciendo con perforaciones cada vez más profundas, cabildeo político, nuevas flotas de buques cisterna y, sacando un as de una de sus numerosas perforaciones, el fracking hidráulico.

Y el frenesí del fracking es el principal frente de la guerra preventiva de las grandes compañías petroleras contra el la capacidad en aumento de las energías renovables. Armadas con el creciente suministro de así llamado “limpio” gas “natural”, el plan de “exceder” el excedente solar se está desarrollando en EE.UU.

Un aumento masivo de la producción de gas natural no solo está envenenando los suministros de agua y causando terremotos, también está menoscabando la transición a las energías renovables –la solar especialmente– y obligando a gobiernos escasos de dinero a renunciar al futuro en favor de un presente barato y fácil.

El gas natural es, en efecto, un “factor influyente” para las grandes compañías petroleras que preservará la infraestructura del hidrocarburo durante décadas por venir y menoscaba tanto los progresos rápidos en tecnologías renovables y el deseo declarado del público estadounidense de más énfasis en la energía solar y eólica. Se sienten cómodas con más “gas neutral”, también probablemente por la elegante marca del gas de hidrocarburo como “limpio” y “natural”.

Pero nada triunfa sobre el resultado neto. Y las compañías petroleras lo saben. Todas las malas noticias sobre el clima y las extinciones y los derrames de los oleoductos del mundo no superan la simple economía, particularmente en tiempos difíciles. Tal vez sea el motivo por el cual tantos estén convencidos de que la aprobación de la tubería Keystone XL es, de hecho, el “final del juego” del planeta.

Si se aprueba, la nueva oleada de petróleo hacia el mercado –en combinación con el auge del fracking y una fuente masiva, identificada recientemente, de metano “atrapado” en los lechos marinos llamado “fire ice”, amplificará la “alentadora fiabilidad” de Khalid Al-Falih y “consolidará” el monopolio de las grandes compañías petroleras en el futuro.

Y, por cierto, es un futuro sombrío.
JP Sottile es un periodista independiente, historiador publicado, copresentador en la radio y documentalista (The Warning), 2008).

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/05/14/big-oils-war-on-the-sun/
rCR

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