5/22/2013

Cuatro realidades inhumanas sobre la huelga de hambre en Guantánamo


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
AlterNet

El viernes se cumplieron 100 días desde el comienzo de la huelga de hambre en la Bahía de Guantánamo que ha vuelto a capturar la atención internacional respecto a la prisión en el extranjero que el presidente Obama prometió cerrar hace cinco años cuando era candidato.

Los funcionarios militares dicen que el jueves de los 166 detenidos 102 estaban participando en la huelga. Los abogados dicen que la cantidad es más cercana a 130.

Desde que la huelga de hambre comenzó hace 100 días, grupos internacionales que incluyen el Parlamento Europeo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y varias naciones con detenidos en Guantánamo, han aumentado la presión sobre el gobierno de Obama para que libere a los detenidos o cierre por completo la prisión.
Como la huelga continúa pasado su centésimo día, presentamos cuatro de los hechos más inquietantes sobre la situación en Guantánamo.

1. La tortura de la alimentación forzosa

Treinta de los 166 prisioneros recluidos en Guantánamo son sometidos a la alimentación forzosa, una práctica que la Oficina de Derechos Humanos de la ONU considera tortura y violación del derecho internacional. Durante esta semana, la ACLU [Unión Estadounidense de Libertades Civiles], así como varias organizaciones de derechos humanos, enviaron una carta al Secretario de Defensa Chuck Hagel urgiéndole a que se deje de alimentar a la fuerza a los presos de Guantánamo.

Mientras los militares dicen que sería “inhumano” dejar que los prisioneros se maten por inanición, varios grupos de derechos humanos y médicos no están de acuerdo.
“Bajo esas circunstancias, seguir adelante y alimentar a la fuerza a una persona no solo es una violación ética sino que puede llegar al nivel de tortura o maltrato”, dijo Peter Maurer, jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja.
El procedimiento de alimentación forzosa consiste en la introducción de un tubo por la nariz del prisionero, pasando por las fosas nasales, la garganta hasta llegar al estómago. El proceso inflige severos dolores y malestar. Según un análisis de documentos militares realizado por Al Jazeera [3], obligan a los prisioneros “a llevar máscaras sobre sus bocas mientras están sentados encadenados a una silla hasta dos horas” mientras bombean un suplemento nutritivo a su estómago. “Al final del procedimiento levantan al preso de la silla y le llevan a una ‘celda seca’, sin agua corriente”, explica Al Jazeera. “Entonces un guardia observa al detenido durante 45-60 minutos ‘por si diera señales de vomitar o intentase inducir el vómito’. Si el prisionero vomita le devuelven a la silla de alimentación”.
2. Supuestos intentos de “quebrar” a los presos en huelga de hambre
Han aparecido varios informes de que los guardias de Guantánamo están maltratando a presos en huelga de hambre en un esfuerzo por “quebrarlos”. Los abogados del prisionero yemenita Musaab al-Madhwani dicen que los guardias presionan a los huelguistas negándoles el agua potable, obligándolos a beber agua de la llave no potable y manteniendo sus celdas a temperaturas “extremadamente frías”, informa AFP [4]. En una queja, los abogados dijeron: “Cuando Musaab y sus compañeros presos solicitaron agua potable, los guardias les dijeron que bebieran de los grifos… La falta de agua potable ya ha causado a algunos prisioneros problemas renales, urinarios y estomacales.”
Otro abogado dijo a RT [5] que los guardias sacan a los detenidos en huelga de hambre de los espacios comunes y los obligan a vivir en celdas aisladas para quebrar su espíritu.
3. Más de la mitad de los presos de Guantánamo han sido aprobados para su liberación. Un noventa por ciento ni siquiera han sido acusados de crímenes.
Ochenta y seis de 166 prisioneros en Guantánamo ya han sido aprobados para su liberación, pero las barreras legales y burocráticas los mantienen en detención indefinida. Ante todo, el Congreso impuso restricciones a las transferencias de detenidos, exigiendo pruebas de que los posibles transferidos no plantearían jamás una amenaza a la seguridad nacional de EE.UU. en el futuro. En una conferencia de prensa del pasado mes, el presidente Obama reiteró este hecho, diciendo que “necesitará algo de ayuda del Congreso”. Sin embargo, como han señalado varios comentaristas, el Congreso también ha otorgado a Obama el poder de utilizar dispensas para transferir detenidos, un poder que no ha ejercido ni una sola vez.
Las cosas son complicadas por los 56 nacionales yemenitas detenidos en Guantánamo. Como explicó Alex Kane de AlterNet [6] Yemen es “un fuerte aliado de EE.UU. que también tiene un problema con Al Qaida en la Península Arábiga, un grupo que ha planeado ataques contra EE.UU. Después de la suspensión de una conspiración terrorista en 2009 que supuestamente se originó en Yemen, el gobierno de Obama decidió suspender la repatriación de detenidos a Yemen”.
4. Ninguna alternativa excepto un ataúd
Se informa de que la huelga de hambre comenzó como una reacción por el maltrato de los guardias de la prisión a los ejemplares de El Corán de los detenidos. Pero como han señalado diversos comentaristas, organizaciones y los propios detenidos, eso fue solo un momento clave. La huelga es el resultado de las grandes frustraciones de los prisioneros por tenerlos alejados de sus familias en condiciones inhumanas, algunos desde hace más de 11 años.
“Los funcionarios dicen que dos detenidos han intentado suicidarse desde el comienzo de la huelga”.
“Los presos no están pasando hambre para convertirse en mártires… Lo hacen porque están desesperados”, dijo Wells Dixon, un abogado que representa a cinco detenidos de Guantánamo. “Están desesperados por liberarse de Guantánamo. No ven ninguna alternativa aparte de salir en un ataúd. Es el resultado final”.
Samir Naji al Hasan Moqbel, mediante un llamado telefónico a su abogado, explicó que la huelga de hambre está impulsada por una mentalidad de último recurso en un artículo de opinión para el New York Times [7] del pasado mes:
“Ahora la situación es desesperada. Todos los detenidos están sufriendo profundamente… He vomitado sangre.
Y no hay fin a la vista de nuestro encarcelamiento. La decisión que hemos tomado es negarnos a ingerir alimentos y arriesgar la muerte cada día.
Solo espero que debido al dolor que estamos sufriendo, los ojos del mundo vuelvan a dirigirse hacia Guantánamo antes de que sea demasiado tarde”.
Enlaces:
Steven Hsieh es asistente editorial en AlterNet y escritor basado en Brooklyn. Sígalo en Twitter @stevenjhsieh.

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