5/18/2013

Víctimas de la moda



Un derrumbe de la industria textil en Bangladesh deja cerca de 1200 personas muertas y 2500 heridas, la mayoría mujeres





Madrid, 14 may. 13, AmecoPress. El número de personas muertas en el Rana Plaza, el edificio situado en Dhaka (capital de Bangladesh) que el pasado 24 de abril se derrumbó asciende cada día. Hasta ahora el resultado es la escalofriante cifra de 1.127 víctimas –mujeres en su mayoría- y 2.500 personas heridas. Este episodio ha dejado ya un rastro de tremendo dolor en el país asiático y supone un revulsivo para las conciencias occidentales.
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El accidente nos vuelve a recordar el precio que se paga en muchos países productores a causa de un sistema cuyo máximo valor es el dinero. Que justifica y promueve que multinacionales del sector textil externalicen la confección a países empobrecidos gracias a las ventajas fiscales que obtienen y a la posibilidad de disponer de mano de obra barata. Y que relativiza la responsabilidad personal por esta catástrofe de aquellos que se benefician de las pésimas condiciones laborales y de seguridad que las trabajadoras de esta fábrica tenían que soportar. Y es que, pocos días antes de que el edificio se derrumbara, ya habían aparecido las primeras grietas en las paredes y el techo del edificio, pero la dirección había ordenado a las personas empleadas que continuaran trabajando.
Caras de la violencia económica
La misma moda que esclaviza con sus imágenes tramposas de perfección en una parte del mundo somete a la más cruel violencia económica en la otra. Y el mayor porcentaje de las víctimas, en ambos lados, son mujeres.
Compran y fabrican las líneas de ropa diseñadas por Primark y Bon Marche (Reino Unido), Walmart (Estados Unidos) y Mango (España). Y por multinacionales como la inglesa Benetton, la española El Corte Inglés, la sueca H & M y otras empresas de las que se encontraron etiquetas entre los cadáveres.
Ahora bien, partimos de condiciones diferentes. Una trabajadora gana en esa industria textil bengalí la mísera cantidad de 30 euros al mes, o sea, menos de 20 céntimos la hora en caso de que su jornada fuera de solo 40 semanales, lo que es mucho suponer. Lo que permite a las empresas ofrecer productos más baratos que la competencia gracias a una mano de obra a precio de explotación.
Esto es conocido por los Gobiernos e instituciones. Desde el año 2005, la red internacional Campaña Ropa Limpia ha contactado con las principales empresas europeas que suministran en Bangladesh alertando sobre la inseguridad en las fábricas y reclamando que se adopten medidas urgentes y coordinadas de prevención de accidentes.
Bangladesh es el país del mundo con costes más baratos de producción en la industria de la ropa y por eso empresas de todo el mundo, incluida China, están trasladando parte de su producción al país asiático, constata la Campaña Ropa Limpia. Según datos de la Federación Nacional de Trabajadores del sector Textil de Bangladesh, en los últimos 15 años ha habido unos 600 muertos y 3.000 heridos en accidentes ocurridos en fábricas textiles (incendios o derrumbes) en el país.
La Campaña Ropa Limpia en España ha acogido "con esperanza y cautela" que algunas de las empresas implicadas en la tragedia del Edificio de Rana Plaza en Bangladesh hayan anunciado un plan de ayudas para compensar a las víctimas y los familiares de las personas fallecidas en el accidente. "Confiamos en que las empresas que por el momento han asumido responsabilidad en este trágico suceso, se coordinen y trabajen con los sindicatos de Bangladesh, el sindicato IndustriALL y las organizaciones de defensa de los derechos humanos en la industria de la ropa" recoge la red internacional en un comunicado.
Pueden evitarse
La organización, que lleva desde 1989 trabajando por la mejora de las condiciones laborales en este sector y que se encuentra activa en 14 países europeos, sostiene que el cálculo y reparto de la carga de las indemnizaciones a las familias de las personas que murieron y a las personas heridas, debe basarse en las mejores prácticas empleadas en anteriores tragedias relacionadas con la falta de seguridad en las fábricas de la industria textil bangladesí.
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De esta forma, las multinacionales tendrían que asegurarse que los trabajadores y trabajadoras reciben los salarios que se les deben, una ayuda económica para pagar la asistencia médica y facilidades a las personas heridas para encontrar un nuevo empleo una vez recuperadas.
A esta labor, se suman campañas desarrolladas en países occidentales como la iniciativa de ‘ConsumeHastaMorir’, que ha trabajado junto a alumnas y alumnos de la Universidad Carlos III en un taller sobre consumo responsable y contrapublicidad. Son testimoniales intentos de oponerse a unas prácticas basadas en la esclavitud y que conducen a la muerte a miles de personas en una parte del planeta mientras, en la otra, aumenta el paro y se reducen los ingresos públicos. Lo cual debería dar lugar a compromisos y acciones más contundentes.
Los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y algunos la llevaron al seno de sus debates y centro de artículos de opinión. Pero el análisis y tratamiento no pudo deshacerse de la superficialidad y la inmediatez propias de la época.
El mundo es hoy más propiedad que nunca de las grandes multinacionales. Echan mano de ingenierías económicas permitidas por la ley, utilizan paraísos fiscales para exportar o declaran sus ganancias allá donde los impuestos son más bajos. Es legal, sabido e incluso promovido desde los centros políticos de poder. De vez en cuando hay grandes declaraciones de intenciones pero la política parece haberse rendido definitivamente al mercadeo y sus grandes gestores. Y las mujeres, seguimos siendo víctimas.
Fotos archivo AmecoPress 

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