12/05/2015

Una respuesta europea contra la violencia de género


Bilbao, 29 nov. 15. AmecoPress/ConlaA.- La desigualdad origina la violencia machista que afecta tanto a las mujeres como a sus hijos e hijas cuando las agresiones se producen en el seno de una familia con menores. En algunos estados Europeos ésta es aún una cuestión privada. En otros, incluso en los avanzados países nórdicos, sorprende la abundancia de casos de malos tratos vinculados generalmente al consumo de alcohol y sustancias estupefacientes.
Estas diferencias en la consideración del problema propician que no haya estadísticas fiables a nivel europeo. Los últimos datos disponibles proceden de una macro encuesta realizada por el instituto Europeo de Igualdad de Género. Una de cada 10 mujeres ha sido víctima de algún tipo de violencia sexual desde los 15 años, y una de cada 20 ha sido violada. Una de cada cinco mujeres ha padecido algún grado de violencia física y/o sexual por parte de su pareja actual o de las previas.
Casi dos de cada diez han padecido alguna agresión sexual por parte de un adulto antes de los 15 años de edad. Solo un 14% de mujeres denunciaron los hechos a la policía y solo un 1% de ellas cuando el agresor era la pareja. Se calcula que siete mujeres mueren al día en europa víctimas der ataques sexistas.
La movilidad convierte además este problema en una cuestión transfronteriza que obliga a ofrecer una respuesta europea a los problemas más inmediatos de seguridad y atención social. Por eso estoy particularmente orgullosa del papel que mi grupo en el Parlamento Europeo, el de los Liberales y Demócratas (ALDE), ha jugado en la reivindicación de una respuesta continental contra la violencia de género. Los dos últimos informes dedicados por el Parlamento al tema el 13 de marzo de 2012 y el 31 de enero de 2014 han sido coordinados por eurodiputadas de mi grupo. Igualmente ALDE ha tenido un papel decisivo en la puesta en marcha de la Orden Europea de Protección.
Este mecanismo garantiza que la seguridad que necesitan las potenciales víctimas de violencia de género se extienda a toda la Unión europea.
Personalmente me alegro de haber podido aportar la experiencia y conocimiento de Euskadi en la materia, tanto en agencias europeas como en el debate de estos informes y normas. Al comienzo de la pasada legislatura conseguimos que una ex Secretaria General de Emakunde se incorporase al consejo asesor del Instituto europeo de igualdad. La obsesión por abordar este problema, de manera pluridisciplinar y coordinando los esfuerzos de todos los niveles institucionales, ha quedado en estos informes como fruto de la experiencia de los sucesivos planes de igualdad que ha gestionado el Instituto Vasco de la Mujer.
En próximas fechas los principios y voluntades expresados por la Comisión Europea tendrán que convertirse en compromisos con fechas y presupuestos. La Comisión de FEM va a llevar al pleno una pregunta con este objetivo. Es urgente incluir la violencia de género en la lista de delitos cuyo tratamiento penal debe ser homogéneo en Europa por su especial gravedad, su dimensión transfronteriza, por el alcance de sus repercusiones o por el beneficio que supone combatirlo con criterios comunes. La Comisión puede legislar en este sentido de acuerdo con las competencias que le otorga el artículo 83 del tratado de funcionamiento de la Unión Europea.
Así conseguiremos también un tratamiento estadístico que revele la dimensión real del problema y nos permita evaluar las medidas que tomamos para resolverlo. Del mismo modo, será más fácil que la Unión y todos sus miembros se adhieran al Protocolo de Estambul y podrá comenzar a perfilarse con más claridad un programa concreto para 2017. Esperamos que ese sea el año europeo contra la violencia sexista.
“Tenemos que abrir nuevos campos de reflexión e incorporarlos a nuestro discurso para ganar la batalla de los valores. Tenemos derecho a esperar más de las instituciones, pero el primer desafío es personal”
Creo, además, que tenemos que abrir nuevos campos de reflexión e incorporarlos a nuestro discurso para ganar la batalla de los valores. Tenemos derecho a esperar más de las instituciones, pero el primer desafío es personal. Nos obliga a cada uno de nosotras y nosotros. Cuando hablo de esto me gusta poner un ejemplo. Si una madre visita a su hijo y se encuentra a su pareja leyendo el periódico en el sofá y a él planchando seguramente piense que su hijo no acierta conviviendo con esa mujer. Es un ejemplo de la penetración que tiene la desigualdad y los estereotipos en el subconsciente colectivo incluido el de muchas mujeres. Es lo primero que tenemos que cambiar. Depende de nosotras.
En este desafío tenemos que encontrar la compañía de los hombres que se pierden mucho por el rol al que les encadena su género. Cargar hoy en exclusiva con determinadas responsabilidades o tratar de responder al arquetipo de triunfador, macho alfa, que parece exigírseles a los hombres de éxito propicia el estrés, hábitos poco saludables y una enorme limitación para siquiera mirar la carta de placeres que nos ofrece el mundo emocional.
Ese es el principal y más complejo camino que tenemos que recorrer para acabar con los estereotipos que alimentan la violencia sexista. Es una suerte de terrorismo que pese a tener una incidencia cotidiana y una penetración y consecuencias sociales y familiares rara vez abre un telediario. Dignificar a las víctimas, conseguir para ellas justicia y reparación, incluyendo en este concepto la atención a ellas y las y los menores que hayan podido ser co-sufridores del martirio de sus madres, es una exigencia ética urgente.
Necesitamos, en suma, saber, creer y actuar desde el convencimiento de que somos nuestras y valemos mucho. Nuestra economía no se puede permitir la pérdida de talento y competitividad que supone no incorporar al mundo productivo el talento femenino y su participación igualitaria en los centros de decisión políticos y económicos. La igualdad es una de las bases de nuestro progreso y será una de nuestras ventajas competitivas frente a otras áreas del mundo. Por eso, todo el dinero que se gaste en programas para eliminar la violencia contra las mujeres y fomentar la igualdad, además de una cuestión de justicia y derechos es una inversión.
Foto: Con la A.

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