3/09/2016

Yo, discriminador


¿Quién no discrimina en México? La realidad es que la discriminación está en el ADN de los mexicanos. Datos del Conapred revelan que las principales causas por las que uno segrega a otra persona es por discapacidad y por condiciones de salud


La discriminación está en el tuétano de la cultura mexicana.
La discriminación apunta contra las personas con alguna discapacidad, contra las de piel morena, los que proceden de pueblos pequeños, los que tienen pocos ingresos, los que no estudiaron, los niños que no tienen papá o mamá, los que hablan una lengua indígena y los que nacieron con talla pequeña, entre otras.
Dicen los especialistas que el acto discriminatorio nos otorga una falsa superioridad. En broma y en serio, todos en algún momento discriminamos y somos discriminados. La discriminación está metida en el esqueleto social.
La profesora y excandidata a diputada local por Morelia, Vania Montes, explica que luego de que fue operada del fémur está a nada de perder su empleo en un colegio. La institución la quiere de vuelta, pero debe rehabilitarse. Existen dos opciones: que el colegio la despida o que deje el empleo porque su rehabilitación coincide con su horario de trabajo. Está convencida de que una rehabilitación en un hospital privado es impagable.
“Las instituciones públicas asumen que tú no trabajas, cuando 86 por ciento de la población con discapacidad puede trabajar. Los horarios de la rehabilitación son de 7 a 1 de la tarde. Las políticas de los institutos dan por hecho que tú no trabajas”, comenta.
En el mundo del futbol, en 2014, un político de nombre Carlos Manuel Treviño le dijo “simio” al futbolista Ronaldinho Gaúcho a través de Twitter. Enojado, el político lanzó el mensaje luego de que las avenidas de Querétaro se paralizaron por la presencia del astro mundial en el estadio local. En los momentos en que se desarrollaba el debate por la agresión que incluso llevó a una queja de oficio ante el Conapred, el exjugador del Barcelona publicaba en su Twitter fotos con meseros mexicanos y agradecía la comida llevada a su mesa.
Marisol Dominguez, conocida como “Aimep3”, realizaba videos en donde explica la hechura de algunas manualidades como tarjetas de regalo y forros de libretas e intercambiaba comentarios con sus seguidores. Todo acabó cuando subió un video de su boda. Ella mantiene contacto frente con frente con su esposo y se besan. Se escuchan los aplausos de los asistentes a la boda en Nezahualcóyotl, Estado de México. Su obesidad y tez morena desataron críticas de los tuiteros, al grado que cerró sus cuentas de redes sociales.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación otorgó a través de una solicitud de acceso a la información las principales causales de discriminación en el país con base en las quejas que se presentan en los ámbitos público y privado. Es evidente que esta cifra es sólo una muestra, ya que sólo se consideran las quejas realizadas ante esa instancia oficial.
Los mexicanos discriminamos por 32 causales, entre las cuales la discapacidad y la condición de salud son las que encabezan el listado. De las más de 4 mil 168 causales que reportó en 2014 y 2015 el Conapred, 513 están vinculados con condiciones de discapacidad y 374 por condición de salud.
En los últimos dos años que considera el reporte, se tramitaron 2 mil 982 expedientes de los que se desprenden 4 mil 168 causales de discriminación. Un solo procedimiento de queja puede integrar diferentes causales.
El reporte de Conapred suma las quejas de personas particulares y de autoridades o servidores públicos que han discriminado o son acusados por este tipo de actos discriminatorios.
La discriminación está por todas partes. Bien dicen que cuando nace un bebé blanco y con ojos de color las personas le dicen a la madre que puede hacer comerciales para la televisión. Si el bebé nace moreno, le comentan que está “morenito, pero bonito”. Así de sutil y despiadada es la discriminación. Así son los estereotipos. Así somos.
‘Somos ciudadanos de segunda’
Vania Montes Camarena estudió dos carreras universitarias, Derecho y Letras Hispánicas, fue candidata a diputada local por un distrito de Morelia en la pasada elección, una de sus propuestas de campaña es que el presupuesto para los partidos políticos se reduzca a cero pesos. Hoy está a punto de perder su empleo como profesora de español por lo lenta que será su rehabilitación tras su operación de fémur.
“Se me ha discriminado en mis dos últimos trabajos; la razón: el padecimiento que tengo ha sido degenerativo, así que mi cuerpo se ha tenido que adaptar a sus cambios. Me he sometido a tratamientos médicos largos, le dedico mucho tiempo a la rehabilitación, y así por eficiente que seas en tu trabajo, terminan despidiéndote”, afirma.
Vania Montes rechaza mencionar el nombre del colegio porque aún no sabe si volverá a trabajar una vez que se cumpla el plazo de la discapacidad otorgada por el Seguro Social. Aunque sinceramente no tiene muchos caminos, puesto que la rehabilitación que requiere se otorga en su horario de trabajo, de 7 a una de la tarde, justo a la hora en que da sus clases.
Las ciudadanos, considera la profesora Vania Montes, “están hechas para discriminar”.
“Basta salir a la calle para que te encuentres con una ciudad absolutamente hostil con la discapacidad, no hay condiciones para integrarte. El gobierno entiende por “tomarnos en cuenta” llenar las esquinas de rampas azules, pero la cultura de la discapacidad es inexistente. Todos los días me enfrento con gente que ignora las capacidades intelectuales solo porque las motrices están reducidas, por dar un ejemplo”, asevera.
“Digo con tristeza que los empleadores buscan gente menos lista que pueda caminar rapidito. Aunque también hay gente sensible y humana que colabora para concientizar”, asegura.
En las mismas escuelas, no existe la cultura de formar a los alumnos para entender a las personas con discapacidad.

Como maestra es muy evidente, no se nos forma para enseñar a alumnos con ceguera o sordos, por ejemplo. No están acondicionados los espacios para que una persona con discapacidad acceda, así que asumo que no se aceptaría a un niño en esas condiciones y eso es una aberración, en la escuela, el lugar donde se están formando y generando las ideas, se discrimina”, apunta.
En el área laboral, la discriminación por su discapacidad sí considera que ha afectado su desarrollo profesional.
“Cuando solo revisan tu currículum vitae está perfecto, se dan cuenta de que estás preparado, capacitado, que tienes habilidades, intereses, etc. pero te presentas a la entrevista y las muletas o el bastón son automáticamente un problema”.
Considera que los empleadores casi no contratan a personas con discapacidad “porque piensan que implica más consideraciones de lo que en la mayoría de los casos realmente implica”.
“Quienes estamos sujetos a largos tratamientos médicos no podemos mantener un trabajo, las empresas no son realmente responsables, asumen que es mala idea contratar a alguien con discapacidad y se deshacen de ti como alguien que ha dejado de serles útil porque no pueden esperar a tu recuperación. Es un tema de economía: la demanda laboral supera los empleos, así que te sustituyen asumiendo que te irás calladito, que no existes”.
Afirma que tristemente, las personas con discapacidad en este país sí reciben trato de mexicanos de segunda y “el gobierno cree que la inclusión es compasión”.
“En Michoacán el gobierno es indiferente, vive y deja vivir, aunque en teoría se utilice mucho el tema para llenar discursos, pero la Ley de Inclusión se viola sistemáticamente y nadie dice nada. No hay condiciones para garantizar el derecho a la autonomía, no se garantiza la movilidad, el libre tránsito. Somos mexicanos de segunda, no hay infraestructura para la inclusión”, considera.
El anterior ciclo escolar recibió un reconocimiento nacional por su desempeño y hasta entonces no había tenido mayores problemas. Este año cambió su jefa directa y ahora tiene que hacer labores que implican desplazarse.
“Mi trabajo en este ciclo escolar tuvo cambios porque se cambió a mi jefa directa, se contrató a una persona ignorante, sin empatía o sensibilidad para la dirección y desde el primer momento comenzó a cambiar mis actividades, que no implicaban solo dar clase, sino trasladarme a hacer guardias, en la puerta, en el comedor, en el baño, sabiendo que no podía permanecer de pie, o que me ponía en riesgo de resbalar pues tengo discapacidad musculoesquelética; después me mandaba atravesar el patio y me llamaba la atención porque entraba tarde al salón”.
La directora cuestionó en una circular dirigida a los padres de familia si su estado de salud ameritaba faltar a clases. Ella presentó constancias médicas.
“Incluso me presenté ofreciendo incorporarme a mis labores, pero en al menos tres ocasiones se me dijo que no había forma de que yo diera clases porque no puedo subir escaleras y mis salones están en el tercer piso, así que me han dado largas para incorporarme y siempre la respuesta es que no hay en dónde de clases porque no hay elevador y que hasta que no camine bien no me aceptarán de regreso”.
‘Estamos despertando’
Las quejas por discriminación son en buena parte de discapacitados porque es un sector que denuncia y comienza a exigir sus derechos y este movimiento en el país se ha incentivado en buena parte en los triunfos de los deportistas discapacitados en los Juegos Paralímpicos.
“El deporte paralímpico sacó al discapacitado que estaba en su casa y que dijo ‘oye, yo también puedo lograr cosas grandes’, tal vez no en el deporte, pero en otros ámbitos, afirma la deportista Doramitzi González.
“El deporte adaptado, que es el deporte paralímpico, ha cambiado muchísimo la perspectiva de las personas hacia las personas con discapacidad. Yo creo que también las personas con discapacidad se han dado cuenta de que tienen los mismos derechos, que en la sociedad podemos salir adelante”, añadió.
Desde Sydney 2000, la nadadora Doramitzi González ha ganado 11 medallas olímpicas para México en Juegos Paralímpicos y se prepara actualmente para acudir a la máxima justa en Río de Janeiro, que podrían ser sus últimos juegos.
Acerca de las cifras de Conapred que indican que el mayor número de denuncias por discriminación se refiere a causales por discapacidad y condición de salud, la deportista llamó a todos los sectores de la sociedad a fomentar la cultura de la inclusión.
Doramitzi González expuso que tenemos que reconocer nuestros errores y comenzar a cambiar las actitudes discriminatorias en la vida cotidiana.
Es importante el fomento de la cultura de la inclusión desde las escuelas y los hogares.
“Yo creo desde un principio, desde niños, debemos desarrollar la cultura de inclusión, de respeto, enseñar a las personas que todos somos diferentes y que cada uno tenemos algo externo o interno diferente y yo creo que debemos empezar por nuestros hijos, deben hacer algo los gobiernos”, exclamó.
Lamentó que en las ciudades de México existan muchas dificultades para que las personas con alguna discapacidad se trasladen y se desarrollen.
“Hay que tratar de cambiar lo mucho o poco que se pueda de las ciudades, porque esta vida no está hecha para un discapacitado, cuesta muchísimo trabajo, y las autoridades no se preocupan porque haya igualdad en todos los lugares”, señaló la deportista.
Consideró que las personas pueden aportar un “granito de arena” que resulte en un verdadero cambio en favor de la inclusión y el respeto a las personas diferentes.
Educación, la clave

Las escuelas deben combatir la discriminación con personal capacitado para impulsar el desarrollo de las habilidades sociales para que un alumno comprenda por qué debe ser respetuoso de su entorno social, comentó el maestro en Democracia y Formación en Valores, José Salomón García Moreno.
“Se tienen que aprender o en el seno del hogar o se tienen que aprender en la escuela. Hay un debate tonto para mí en el sentido de si a la escuela vas a aprender o te vas a educar, se llama Secretaría de Educación, ahí te tienen que educar y se educa no solamente en términos de la formación, sino que esa formación, esa instrucción, ese conocimiento debe ser valorado de manera social y antropológica”, comentó.
Los planteles deberían considerar la creación de grupos especializados en la enseñanza de valores y fomentar el respeto por los compañeros en actos tan sencillos como evitar hurgar en sus mochilas y criticar sus comportamientos en el ámbito de la vida privada.
“La mayor parte de las escuelas no tienen la capacidad y la cultura pedagógica o didáctica, ni siquiera tienen la capacidad los profesores para indagar qué es eso del respeto a las personas o la discapacidad”, lamentó el profesor.
En la escuela se deberían enseñar estas habilidades dentro del mapa curricular, tal como se enseñan matemáticas y español, pues, considera, la discriminación tiene su origen en la propia naturaleza humana.

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