3/11/2016

Méxicoleaks, una plataforma necesaria


CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Esta semana la plataforma Méxicoleaks cumple un año de existencia.
La historia de su nacimiento es conocida. La organización no gubernamental Free Press Unlimited (FPU), con sede en Ámsterdam, convocó a ocho organizaciones civiles y medios de comunicación mexicanos con un objetivo preciso: crear una plataforma digital que permitiera a los ciudadanos filtrar de manera segura y anónima documentos con información de interés público.



Durante 2014 representantes de FPU visitaron México para sondear el ambiente de la prensa en el país, amarrar acuerdos con organizaciones y medios de comunicación y ofrecer entrenamiento técnico para manejar la plataforma.
El 10 de marzo de 2015 los ocho integrantes de Méxicoleaks –entre ellos Proceso— lanzaron la plataforma en un acto público realizado en el Centro de la Cultura Digital de la Ciudad de México.
Desde entonces, sus integrantes hemos alcanzado por consenso algunos acuerdos básicos. Tres de ellos son claves para el buen funcionamiento de la plataforma:
1) los miembros de la alianza preservan su independencia editorial y sus respectivos procesos internos. Nadie impone al resto pautas o criterios. Se parte del absoluto respeto al ser y al proceder de cada organización y medio.
2) Un soplo puede llegar a uno de los miembros de la alianza o a varios o a todos. Cuando llega a sólo un medio, éste se hace cargo de su soplo y decide si lo investiga o lo desecha y determina cuándo y cómo publicarlo. Si llega a más de uno, pregunta a los otros que lo recibieron si les interesa el tema. A partir de ello, puede crearse un equipo que realice la investigación de manera conjunta; o, por el contrario, cada miembro puede investigar el soplo por su cuenta. El miembro de la alianza que anuncia al resto su interés por un soplo, tiene mano para determinar la fecha de publicación. Es, pues, un mecanismo flexible que permite optar tanto por la cooperación como por la competencia.
3) Se asume el compromiso de verificar la autenticidad de los documentos filtrados y la veracidad de su contenido, así como de valorar si la información es relevante y de interés público. A partir de ello, se inicia la investigación con el propósito específico de aterrizar la filtración en un texto periodístico: una nota informativa, un video, una crónica, un reportaje…
Este último acuerdo –que implica rigor periodístico y máxima protección de las fuentes– nos ayuda a no caer en las trampas de las filtraciones amañadas, que suelen ser comunes en México.
Y es que –a diferencia de otras naciones donde se ha afincado la cultura del whistleblower–, en nuestro país debemos tener cuidado con los “soplos”. No necesariamente éstos pueden venir de ciudadanos con un elevado sentido del deber cívico, sino de intereses oscuros que quieren utilizar a la plataforma para golpear a sus enemigos políticos y económicos y que pueden incluso tratar de engañarnos enviándonos documentos apócrifos.
Ante ello, recurrimos a los básicos del periodismo profesional: reportear, verificar, cotejar, contextualizar… Ello nos ha permitido cuidar el prestigio de nuestra plataforma a la vez que ofrecemos textos con información sólida y de calidad.
Así, en estos 12 meses los miembros de Méxicoleaks hemos publicado 25 textos periodísticos sobre 11 temas distintos.
Algunos de ellos:
El pago de 49 mil pesos diarios que realizó el Estado Mayor Presidencial para que Enrique Peña Nieto se hospedara en la suite del hotel Sofitel de Bruselas durante la Segunda Cumbre de la UE-Celac; la forma en que el cuñado del gobernador de Puebla utilizó a campesinas para crear una empresa que obtuvo contratos millonarios del gobierno local y federal; la revelación sobre un fideicomiso del Infonavit constituido para hacer crecer el valor de las aportaciones de los trabajadores pero que gasta más de lo que obtiene debido a los pagos de su estructura burocrática; los reportes con los que contó la Secretaría de Gobernación sobre las actividades que realizaba Joaquín El Chapo Guzmán durante su primera reclusión en el penal del Altiplano, entre ellas las conversaciones con sus familiares y abogados, las encomiendas que les asignaba a éstos y hasta detalles de su vida privada que lo revelan como padre de 18 hijos; la historia de una licitación amañada en Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos (Capufe) con el propósito de otorgar un millonario contrato por equipo y programas de seguridad informática; y –apenas el pasado martes 8, dos días antes del primer aniversario Méxicoleaks— el fenómeno de devastación arqueológica en Valle de Bravo y, en particular, el proyecto para construir una moderna plaza comercial sobre un predio propiedad de los empresarios Alejandro Martí y Alejandro Aboumard, en el que se encontraban dos sitios con vestigios arqueológicos.
En un país con problemas sistémicos de corrupción e impunidad, se requieren mecanismos que faciliten la transparencia y la rendición de cuentas de los poderes públicos y privados. Más aún, en un país con limitaciones para ejercer la libertad de expresión y el derecho a la información, se requieren herramientas que brinden seguridad para periodistas y ciudadanos que se atreven a denunciar abusos y tropelías.
Es este contexto el que justificó la aparición de Méxicoleaks hace un año; es este contexto el que justifica ahora su vigencia.

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