6/29/2016

Mensajes ominosos del grupo gobernante


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre

La semana que concluyó resultó rica en mensajes del grupo gobernante más que peligrosos, muy probablemente ominosos para los gobernados, sobre todo para aquellos que no se concentraron por unas cuantas decenas en el Ángel de la Independencia, vestidos con trajes hechos a la medida y exquisitos perfumes locales y extranjeros, para ser recibidos enseguida en Los Pinos. Y sin despeinarse lograr que el presidente proponga al Congreso reformas a la llamada “ley tres de tres”, para que los intereses de las cúpulas empresariales, muy cobijadas por el oligopolio mediático (“dictadura mediática” le llaman en Suramérica), no sean tocados ni con el pétalo de una disposición legal.
El anterior es el primer mensaje ominoso (“Que es abominable y merece ser condenado y aborrecido”, apunta el diccionario) y consiste en el uso de dos varas para medir a los interlocutores con los que negocia el gobierno.
Primero están las cúpulas empresariales, representadas por el Consejo Coordinador Empresarial –y buena parte de los dueños del país agrupados en el Consejo Mexicano de Negocios–, quienes son recibidas de inmediato por Enrique Peña. Sin lugar alguno asignado está la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que, pese a petición expresa y demasiadas marchas a Los Pinos nunca se le permitió llegar y menos fue recibida por presidente alguno desde su fundación (17-XII-79), desde el gobierno de José López Portillo hasta hoy, con los que juran y perjuran “Mover a México”. Y, seguramente por ello, jamás la recibirá el mexiquense de Atlacomulco.
El diálogo entre gobernantes y gobernados está, pues, supeditado a la condición socioeconómica de los posibles interlocutores, es clasista. Esto después de dos sexenios de abundante retórica oficial sobre el Estado de derecho y la igualdad de los mexicanos ante la ley. ¡Sí, Chucha!
Para dialogar con la CNTE transcurrió un año de movilizaciones callejeras pacíficas y no tanto, bloqueos carreteros, plantones, marchas, mítines, encuentros y seminarios; profesores despedidos y/o amonestados, dirigentes encarcelados por consigna gubernamental acatada por “el abogado de la nación” (la desacreditada PGR), saqueos de tiendas de autoservicio, incendios de bienes e inmuebles públicos y privados –que la dirigencia no reconoce como propios, pero no se deslinda con oportunidad y energía–; hasta llegar al domingo 19 y la altísima como innecesaria cuota de nueve muertos, un centenar de heridos (45 de bala) y 22 desaparecidos, sólo para que la cerrazón dogmática del no diálogo, representada con mucho orgullo por Aurelio Nuño, fuera arrasada por la protesta y éste diera el bandazo discursivo sin rubor por hacer el ridículo. Todo con tal de evitar la renuncia que seguramente tendrá lugar, mientras él soñaba con despachar en Los Pinos.
Diálogo que en su segunda sesión comienza dentro en unas horas en la Secretaría de Gobernación, a cargo del muy fortalecido (precandidato presidencial) Miguel Ángel Osorio, hasta el punto de ofrecer al joven nativo de la Condesa sus buenos oficios para mediar ante la CNTE para que dialogue con la SEP.
Y, finalmente, el peligroso mensaje de que para “doblar” al gobierno de Peña Nieto en su cuarto año –cuando la inseguridad pública repunta, la economía no supera el “crecimiento mediocre” (Luis Videgaray dixit) desde 1982 y la protesta social está a la orden del día–, es preciso “incendiar” una o varias regiones y no precisamente en sentido figurado, como lo evidencian Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
@IbarraAguirreEd

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