5/11/2018

Militarización: Un obstáculo para la seguridad


General Gallardo
“El proceso de militarización en México está ya avanzado, sus instituciones y prácticas no están en fase inicial sino de consolidación”. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro
En la entrega publicada en Sin Embargo 01/05/18, describía la importancia de las relaciones civiles-militares en México, si bien, estas relaciones fueron convenientes después de la revolución, el control del ejército por un partido de Estado (control subjetivo), a través de cuotas de poder y prebendas, hoy esos maridajes han llevado a una crisis de seguridad y al colapso institucional del Estado.
“La seguridad, debe descansar en una relación civil-militar de carácter objetivo, donde el poder militar esté sometido, subordinado absolutamente al poder civil del Estado, en el punto hemos sido insistentes. Cualquier gobierno por más legítimo que llegue al poder, incluso con el 100 por ciento de la votación, si no tiene este cimiento NO PODRÁ GOBERNAR, porque va en contra del orden constitucional, por tanto la gobernación será nula de pleno derecho”. Decía, que los parámetros de cómo el poder público ve a la seguridad se deben cambiar, de una visión política-militar de corte represiva y de control social para sostener un régimen autoritario y depredador, a otra, donde la seguridad se perciba como una función de Estado, como un servicio a la comunidad y como un derecho humano.
Para abundar en el tema de porqué la militarización es un obstáculo para la seguridad, describo un estudio del Centro de Ciencias Sociales de Berlín 2015, de Sabina Morales y Carlos Pérez. Publicado en la Revista Colombiana de Sociología Vol. 38 N°1. Ene-Jun 2015.
Pues sí, la opinión debe llegar de fuera para que el poder volteé a ver, como cuando se trajo a la Ciudad de México al Sr. Louis Rudolph William, alcalde de Nueva York, que mediante pagos millonarios a través del otrora jefe de gobierno Marcelo Ebrard, vino a enseñar a los políticos defequenses “cómo se calienta el agua”.
¡Va la información! La bibliografía especializada, toda de autores mexicanos, coincide en que la evolución de la política de seguridad en México corresponde a un proceso de militarización. De un lado, este proceso se ha caracterizado por la reconstitución de las instituciones y organizaciones militares en ejes centrales de la política de seguridad, y de otro, por la adopción de lógicas y prácticas castrenses por los actores e instituciones civiles.
En el artículo se analiza el caso de México desde una noción de militarización inspirada en los conceptos de campo organizacional y cambio isomorfo del nuevo institucionalismo sociológico. Esta aproximación teórica metodológica, permite integrar las transformaciones mencionadas, como procesos interdependientes, en una reconfiguración general del campo organizacional de la seguridad en México.
Un proceso en el que las organizaciones e instituciones civiles involucradas sufren procesos de cambio isomorfo (semejanza, correspondencia, igual forma), relacionados con la constitución de las Fuerzas Armadas como actor hegemónico y que como parte de la reorientación de tipo castrense de los componentes civiles del campo, los componentes militares también cambian. Es decir, se interactúan y se subsumen uno con otro, tomando igual forma.
Derivado del análisis del caso, se discute la manera en que las modificaciones de los actores civiles y militares constriñen/violentan su capacidad para proponer e instrumentar acciones que reorienten el campo hacia esquemas democráticos.
E identifican cuatro obstáculos, tanto institucionales como simbólicos, para la gobernanza democrática de la seguridad en México: cesión del control civil; relaciones jerárquicas entre los actores hegemónicos y periféricos del campo; una organización centralizada del campo; y la acción totalizante de una legitimidad centrada en la retórica de la eficiencia militar.
Estos cuatro elementos, junto con la escalada de violencia e impunidad frente a la violación sistemática de los derechos humanos, así como la progresiva retirada del Estado mexicano de sus funciones sociales, contribuyen a consolidar la trayectoria de la militarización del campo de la seguridad en México, lo que disminuye cada vez más la probabilidad de su reorientación democrática.
En general, la investigación señala dos vertientes de militarización: el control sobre la seguridad pública que han ido ganando las Fuerzas Armadas y la adopción intensiva de lógicas, estrategias, personal y tecnología militar por parte de las dependencias públicas de seguridad (policías, secretarías de seguridad y procuradurías de justicia).
El análisis del caso que define la militarización institucionalizada isomorfa. Permite entender que los procesos experimentados por los actores civiles y militares están relacionados y son dependientes.
Bajo esta perspectiva, como ya quedó apuntado, el predominio de las instituciones militares como ejes centrales de la política de seguridad pública y la adopción por los actores -en principio civiles- de lógicas y prácticas militares son parte de un mismo fenómeno de militarización.
En los términos, las organizaciones e instituciones civiles envueltas en el campo organizacional de la seguridad en México han sufrido procesos de cambio isomorfo, relacionados con la constitución de las Fuerzas Armadas en actor hegemónico del campo y, que como parte del cambio isomorfo de los componentes civiles del campo hacia una orientación castrense, los componentes militares también se han transformado.
Así las cosas, según los autores, durante las últimas dos décadas y media, los cambios en la política de seguridad en México han llevado, por un lado, a la institucionalización de la supremacía de las Fuerzas Armadas en el campo de la seguridad pública, y por otro lado, a que los actores civiles adopten lógicas y prácticas militares.
Estas y otras transformaciones del campo de la seguridad en México han resultado en un proceso de militarización, entendido en las dos dimensiones ya explicadas: la reconstitución de las Fuerzas Armadas en los actores hegemónicos dentro del campo de la seguridad y, el proceso de cambio isomorfo de las policías civiles hacia prácticas, estructuras y procedimientos militares.
Concluye, el proceso de adquisición de lógicas militares por parte de las instituciones policiacas ha ido paralelo al empoderamiento de las instituciones castrenses. Se trata de dos partes de un mismo proceso que ha reconfigurado el campo de la seguridad en México, por medio de mecanismos de cambio isomorfo. Las características actuales del campo presentan fuertes obstáculos para reorientarlo hacia.
El proceso de militarización en México está ya avanzado, sus instituciones y prácticas no están en fase inicial sino de consolidación. Un agravante adicional es que este proceso se encuentra enraizado en otros campos sociales más generales. Su desarrollo va de la mano con las políticas de ajuste estructural, que han implicado una retirada del Estado de sus funciones sociales a la par de un fortalecimiento y endurecimiento de su parte represiva, característica de la formación del Estado penal neoliberal.
Recordemos que junto a los cambios en la estructura productiva del neoliberalismo camina la emergencia del populismo penal, la imposición e importación de políticas de tolerancia cero y la penalización de la pobreza.
Eventualmente y pese a lo dicho, aquellos que hemos planteado como obstáculos para la gobernanza podrán ser reformulados por los actores como retos para retransformar el campo de la seguridad en México y reorientarlo hacia una legitimidad de tipo democrática. Aunque su capacidad de agencia se encuentre fuertemente constreñida, esta puede siempre reemerger y cambiar el rumbo de las cosas.
Estos temas donde se toca al ejército, han sido intocados y de los prohibido en toda la historia de México. En esta coyuntura histórica se deben romper los parámetros de las relaciones-civiles militares que tienen como eje central el secreto.

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