6/24/2018

Solalinde, Tatiana y Gonzalo aterrizan el cambio

sinembargo.mx
Gustavo De la Rosa

La frontera sólo podrá cambiar si se logra desterrar la corrupción de las dependencias federales. Fotos: Cuartoscuro
El padre Solalinde, pequeño de estatura y delgado de complexión pero con un corazón enorme, estuvo en Juárez, un infierno para los migrantes, para denunciar la corrupción que invade al país y que deben sobrevivir los desarraigados que viajan desde Centroamérica y de los estados del sur para integrarse a la fuerza laboral aquí, que sobrevive con un salario menor a un dólar por hora de trabajo (aunque aun así dicen ellos que aquí se está mejor que en su país o estado de origen).
Solalinde se dirigió a los juarenses que participamos en las diferentes campañas de Andrés Manuel para explicarnos la aparición de la virgen de Guadalupe como una voz originalmente a favor de los indígenas, e insistió que el llamado de Cristo es para atender a los pobres, aunque ha sido secuestrado de tiempo en tiempo por la jerarquía eclesiástica.
También llegó Tatiana Clouthier, quien se reunió con los empresarios que han sabido aprovechar la oportunidad que brinda la frontera para desarrollar de forma exitosa sus negocios pese a estar limitados por empresas extranjeras con mano de obra semiesclava. Ella los felicitó por el impulso que han dado a la economía aquí y reconoció lo injusto del reparto de los recursos, generados por la población juarense, a favor de los negocios de la alta burocracia y sus amigos.
Además, planteó la necesidad de que en Ciudad Juárez la economía regional se humanice y mejoren las condiciones de vida de los trabajadores, los salarios que se les pagan a los empleados industriales y que se atiendan las necesidades más importantes de las mujeres trabajadoras (que ni siquiera tienen suficientes espacios para dejar a sus hijos e irse a trabajar); también manifestó que las asociaciones civiles, que generosamente sustituyen al Estado en esa obligación, han sido incomprendidas por el Gobierno y la industria.
Con esto, es obvio que los migrantes y los trabajadores de esta ciudad coinciden en sus circunstancias de vida y requieren de un acercamiento diferente por parte de los juarenses y de una mejor comprensión de la importancia económica de estos seres humanos para la ciudad.
Finalmente, Gonzalo López Beltrán habló muy preciso sobre la estructura de Morena: no se permitirá la corrupción en el interior del partido, ni del Gobierno. Advirtió que no se trata de sustituir a Peña Nieto por su padre sino de empezar un cambio profundo, y quienes tienen mayor obligación de realizar este cambio para bien son los militantes de Morena; además les leyó la cartilla: “sería una canallada tomar dinero de la jornada electoral para ustedes”.
Los tres fueron claros y directos sobre el México que esperan desarrollar en sus respectivas áreas y en términos más claros no podían coincidir los importantes visitantes. Esta frontera sólo podrá cambiar si se logra desterrar la corrupción de las dependencias federales que atienden los problemas poblacionales generados por la migración, y que aquí en Ciudad Juárez se han convertido en aves de rapiña que abusan de los más necesitados; no hay nada más corrupto en Juárez que el Instituto de Migración, la Aduana fronteriza, la Procuraduría General de la República, la Policía federal (con su división de Caminos).
Hicieron hincapié en que, para que pueda cambiar la realidad local, deben mejorar las condiciones de vida y salariales de los trabajadores industriales que ya suman más de 250 mil y que ocupan a otros 200 mil trabajadores indirectos, y en cómo esa gran potencialidad de mercado interno se pierde por la baja capacidad de compra.
Nos dijeron que sí hay voluntad para combatir la corrupción, impulsar la zona franca en la frontera, aumentar los salarios, asumir la responsabilidad de atender a los hijos de las trabajadoras y a los migrantes, y que sí saben de lo que están hablando. Así que, como dicen los cholos en los barrios de la ciudad, “con eso”.

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