3/14/2019

De

Abraham Nuncio

Nadie se viste inocentemente, decía Ronald Barthes. Quizá lo ignoran, pero la competencia entre ellas por captar la mirada ajena es inclemente: ropa de marca, incluso de modisto y por tanto a pedido para celebrar la ocasión; las bolsas como las de La Maestra y hasta mejores, las joyas, las mansiones, los resorts, las mascotas. ¿Se acuerdan de Ricas y famosas? Bueno, ricas ricas, lo que se dice ricas, pues no; más bien wannabe, pero ¿qué importa? Salen con sonrisa para foto, y sólo por omisión de los editores de Sierra Madre o La Silla, las publicaciones donde se contemplan, sin la subrayada preposición de y su indudable carga patrimonial. Ellas son de Cantú, de Valdés, de Treviño, de Garza, etcétera. Ellas son (propiedad) de ellos, sus maridos, aunque no lo hagan consciente.


(Saliste súper. Chorros de láics, ¿eh?. Y aquél, ¿qué te dijo? Espero que no te haya hecho una escenita de celos. Como a mí la vez de mi cumple , cuando aparecí en la portada, ¿te acuerdas? Uy, todo por la apertura en el vestido. Pero lo paré en seco: óyeme, no, tú nada pusiste y aquí me tienes. Se tuvo que calmar. Pues ni el señor de la casa. Aunque no me chupo el dedo, está lejos de ser una perita en dulce. Que viaje de negocios, que de cacería con sus amigotes, que salidas de emergencia. No le falta. Lo que sí no le tolero es que llegue con lipstik en la camisa. Me choca. Ya una vez nos peleamos por eso. Mi mamá tuvo que intervenir, y me dijo: mira, te tiene la casa como quieres, carro del año, viajes a Las Vegas cada rato, tus pieles en Navidad y tus joyitas el Día de las Madres, compórtate).

El de las identifica: forman parte de ese sector de la clase media del que no suelen surgir las defensoras de sus derechos –sobre todo las mujeres que le aportan solera a una visión de género– y a las que debemos numerosas conquistas sociales por las cuales el mundo es, con todas sus miserias y debilidades, un lugar más abierto a la libertad y a una presumible mejora de quienes lo habitamos. En su zona de confort, ese sector es también el que por lo regular aplaude iniciativas como la de criminalizar el aborto en la que se afana la senadora Lilly Téllez, una de las voces fundamentalistas –más amplificada que las de quienes, se supone, tienen convicciones opuestas– de la variopinta espesura de Morena.

El foco de legislaciones atrasadas en Nuevo León, a las que no sin frecuencia se suma la izquierda, parece haber contagiado a los legisladores de Morena en el orden federal. La hipocresía se derrama, mientras que la lucidez padece sequía. Bajo la argucia de defender la vida desde la concepción hasta la muerte de la persona humana, uno de los clichés panistas más recurrentes, se soslayan las verdaderas luchas por la vida: aquellas que se vinculan a la contaminación y el calentamiento de la tierra, a la salud, a la explotación de la naturaleza mediante métodos irracionales como el fracking, a las causas por las que los seres humanos sufren hambre, sed, desempleo, maltratos, discriminación, atentados a la vida real –el feminicidio, de manera escandalosa–, atropello crónico a los derechos humanos.

Ejemplar y muy amplia es, por ejemplo, la lucha ambiental que ha prendido en cerca de 200 ciudades en el mundo (América Latina es la excepción por el dictum de Estados Unidos vía Trump, que se niega a firmar los acuerdos internacionales en torno al control de la atmósfera sin el cual la catástrofe del planeta será irreversible) y que en Europa tiene por capitana a la adolescente sueca Greta Thunberg. Ella ha impulsado las huelgas escolares de los viernes (Fridays for Future), que ya se extienden más allá de la Unión Europea y que mismo en Monterrey dieron lugar a una gran movilización infantil el pasado domingo. Este movimiento (Yo respiro Monterrey) se dirige a combatir la mala calidad del aire en la ciudad más contaminada de América Latina, y a exigir a las autoridades la toma de medidas urgentes en tal sentido.

Patético resulta ver que ese movimiento tenga su principal contingente en los colegios privados de la zona más rica y que los partidos de izquierda voten las consignas más rancias de la derecha. Cabe preguntarse a cambio de qué. ¿Acaso piensan ganarse al electorado que vota por los partidos donde se acuñaron? Eso sería hacerle una pronunciada reverencia a la ingenuidad. Pero si lo creen así, también les convendría observar en retrospectiva al PRD.

La fuente de los males combatidos no se menciona entre nosotros. Vaya, no la mencionan siquiera esos partidos. Greta lo ha dicho con toda claridad:Nuestra civilización está siendo sacrificada para que unos pocos tengan la oportunidad de seguir haciendo grandes cantidades de dinero.

Sólo falta que, de pronto, las señoras de empiecen a corear aquello deSaquen sus rosarios de nuestros ovariosy a hablar en contra de las desigualdades sociales creadas por el capitalismo, y que la izquierda aparezca fotografiada, con la misma parafernalia y temática, en los espacios ocupados ahora por ellas.

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