10/08/2010

Telecomunicaciones: excesos y contrapesos

Editorial La Jornada
Con el apoyo de casi todas las bancadas legislativas, excepto la de Acción Nacional, la Cámara de Diputados aprobó ayer presentar ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) una controversia constitucional por el decreto presidencial –publicado el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial de la Federación– que adelanta la transición de televisión analógica a digital para finales de 2015. A decir de los legisladores, el Ejecutivo federal se extralimitó en sus funciones al emitir el decreto referido, invadió facultades exclusivas de la Comisión Federal de Telecomunicaciones –instancia encargada de resolver los temas relativos a radio y televisión– y vulneró, con ello, la autonomía de ese organismo.

La decisión adoptada ayer en San Lázaro es positiva y saludable: con ella los integrantes del Poder Legislativo ejercen funciones de contrapeso a un Ejecutivo federal excedido y proclive a la toma unilateral de decisiones que, ante todo, requieren de un mínimo consenso y de pleno apego a derecho.

Un antecedente ineludible es la determinación adoptada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de entregar los títulos de concesión correspondientes a la llamada licitación 21 a contrapelo de resoluciones judiciales que ordenaban no hacerlo, y a pesar de que ese proceso ha estado marcado por la opacidad, la sospecha y la presumible ilegalidad. Por elementales razones de legalidad y decoro institucional, el Poder Judicial tendría que emular al Legislativo y emprender las medidas correspondientes para esclarecer y en su caso corregir las irregularidades en que pudo haber incurrido el gobierno federal.

Por otra parte, y con independencia de lo que determine el máximo tribunal sobre el decreto presidencial referido, la medida impulsada por la Cámara de Diputados es oportuna si se toma en cuenta que –como han señalado especialistas sobre el tema, legisladores de oposición y directores de sistemas de radio y televisión educativas y culturales– el adelanto del apagón analógico sólo se explica como una medida electorera y como una forma de beneficiar los intereses del duopolio televisivo.

Sobre el primer punto cabe señalar que el referido decreto es acompañado por la creación de una comisión intersecretarial, encabezada por la Secretaría de Desarrollo Social y encargada de distribuir equipos digitales en los hogares del país a partir del año entrante, en lo que ha sido denunciado como una ampliación del uso clientelar y electorero de los programas sociales federales.

En lo que toca al segundo, es pertinente traer a cuento los términos del acuerdo original sobre la transición a la televisión digital –redactado el sexenio pasado con la asesoría de Televisa y Tv Azteca– en el que se fija 2021 como fecha límite para el apagón analógico. Dicho acuerdo permitió a las empresas de medios electrónicos extender automáticamente hasta ese año sus concesiones televisivas –94 por ciento de las cuales están en poder de las televisoras del Ajusco y Chapultepec–, les asignó canales adicionales y limitó la posibilidad de que otros competidores obtuvieran nuevas frecuencias o pudieran ofrecer servicios de telefonía, Internet o televisión restringida.

Significativamente, aunque el decreto del pasado 2 de septiembre tiene el propósito declarado de promover una mayor competencia en el ámbito de las telecomunicaciones, en él no se prevén medidas claras para revertir esa desmesurada concentración ni para dar paso a la entrada de nuevos competidores.

Cabe esperar que la determinación adoptada por el pleno de San Lázaro tenga el efecto de corregir una decisión que resulta benéfica para intereses particulares y lesiva para el país. Mas aún, es necesario que los legisladores avancen en una reforma integral de las telecomunicaciones que ponga fin al control oligárquico de ese sector y coloque a las frecuencias nacionales –que son, cabe recordar, una extensión del territorio– al servicio de la población.


Vitral | Javier Solórzano
Nos vemos a la salida
En su road show de esta semana, el presidente Calderón tuvo dos interesantes entrevistas. Con Pablo Hiriart puso en duda que el PRI vaya a regresar en el 2012, declaración que le sirvió para darle un “estate quieto” a Fox y a Espino. Con Salvador Camarena nos recordó su faceta de candidato aguerrido, al asegurar que López Obrador sí era un peligro para México. No le ayuda a nadie su declaración. Pudo referirse con elegancia al tema; sin embargo, optó por el lado rencoroso que bien pudo evitar, a sabiendas de que lo que estaba diciendo trascendería. AMLO trató de dar cachetada con guante blanco. Dijo que a pesar de los 30 mil muertos no diría algo así de Calderón. Quizá no hay necesidad de que diga lo que piensa después de lo que ha dicho a lo largo de estos años. Calderón se equivoca. No cabe señalar a un candidato a la Presidencia como “un peligro”. No tiene sentido porque el tabasqueño participaba en las elecciones con las reglas de las elecciones. Que haya cometido errores, excesos, que haya utilizado un discurso duro que a algunos no les gusta, no lo hace “un peligro”. Es evidente que los problemas derivados de las elecciones tienen precisamente a estos personajes como eje. Ni AMLO ni Calderón, sobre todo por las declaraciones del Presidente, acabaron por entender la democracia. Uno se siente defraudado del uso que se hizo de ella y el otro llegó, a pesar de haber llegado al poder con sus votos y con la ayuda de Vicente Fox. Gobierna abrumado por sus fantasmas que cuestionan la legitimidad de su triunfo. En estos cuatro años, en lugar de que el círculo perverso se convierta en virtuoso, la vida del país se ha visto severamente afectada precisamente por la forma en que han actuado Calderón y AMLO. Uno pudo darle a la elección un valor absoluto y creíble con el “voto por voto, casilla por casilla”, en tanto que el otro, durante algunos años, se quedó como congelado en el tiempo, con todo lo que esto significa. Revivir esos días, más allá de que a Calderón le hayan hecho la pregunta, trae de vuelta un asunto que genera división. Vamos de nuevo en vuelo directo al pasado que confronta. No hay forma de que gane la cordura. Les gana el rencor y la idea de que el pasado es de ellos. El presente existe en la medida que les da espacios para acceder al poder y conservarlo. Del futuro no hay forma de hablar y menos de pensarlo. Al entrar en el último tercio de su gobierno, Calderón entra en una de sus facetas que mejor le salen: ser militante y activista. AMLO, a sabiendas de los tiempos políticos por venir, ha arreciado sus ataques a la dirección del PRD. No se trata sólo de su oposición a las alianzas, aunque su criterio sobre el tema sea confuso (Oaxaca sí, Edomex no). Su oposición es directa con los Chuchos; quiere que se vayan pero ya. El PRD es como la Selección Nacional: una cosa es lo que queremos ver y otra cosa es lo que es. El PAN no ha sabido ser partido en el poder. Uno y otro con sus respectivos caciques se andan dando un entre más en el callejón de la vuelta de la escuela, como en la secun. ¡OOOUUCHCHCH! El fenómeno está presentándose en diversas ciudades: jóvenes secuestrados de los cuales no se vuelve a saber nada. Algunos padres de familia nos aseguran que es probable que se los lleve la delincuencia organizada para que trabajen para ellos. No descartan que el secuestro de los 20 michoacanos en Acapulco pueda tener que ver con ello.

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