10/05/2010

Propaganda elemental....


Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)

“Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo? Son meras
palabras, y las palabras pueden moldearse hasta disfrazar las ideas”.
Joseph Goebbels

En algún lugar de la condición humana existen pautas de conducta inalterables, reacciones que permanecen intactas desde la oscuridad de los tiempos; y por eso, los conceptos que las describen y las técnicas que las manipulan siguen vigentes...
Hoy por hoy, en el umbral de la sociedad del conocimiento, los principios y las técnicas de la propaganda configurados por Joseph Goebbels, y exitosamente comprobados por Adolf Hitler, siguen vigentes. Su ejecución constante en el entorno político y su desmesurada aplicación en la sociedad de mercado han generado el anglicismo híbrido “marketing político” que se caracteriza por el ejercicio superlativo y despiadado de los principios de Goebbels.

El primero de esos principios es la ley de la simplicidad: “A fin de conseguir la mayor efectividad, el mensaje debe ser lo más sencillo posible para que todos y cada uno de los individuos sean capaces de comprenderlo, sin exigirles demasiado esfuerzo. Debe ser breve y claro, elaborado con frases sencillas y enunciaciones primarias. Conviene, por lo tanto, reducirlo a slogans y símbolos”.

La influencia de la propaganda se expande en la cultura de masas y el discurso político se reduce a mensajes simples y breves que serán transmitidos repetidamente hasta que los ciudadanos lo asimilen y lo integren a su percepción de la realidad.

La ley de la simplicidad se ejecuta consuetudinariamente y el ejemplo más claro y reciente, es la difusión mediática de las acciones de gobierno emprendidas en Baja California, campaña que fue justificada por José Guadalupe Osuna Millán al concluir su III Informe cuando al referirse a la construcción de hospitales públicos en su gobierno declaró que es necesario repetirlo hasta que todos los ciudadanos lo entiendan.

La ejecución de la ley de la simplicidad atenta contra la conciencia colectiva, ofende a la inteligencia de todos aquellos que se percatan de este vulgar manipuleo de la opinión pública; pero afortunadamente, aún se cumplen los principios de la ley de la causa y efecto, y ahora como siempre y desde entonces, la fabricación de falsos consensos, como una acción nefasta, desencadena una reacción en el raciocinio y se articula el mecanismo de la disidencia.

En una de tantas paradojas de la posmodernidad, las tecnologías de información y comunicación consideradas como el vehículo que conduciría a la democratización del conocimiento, son el medio idóneo para actualizar aquellos principios elementales de la propaganda creados para distorsionar la percepción y esclavizar la voluntad de la multitud.

Y así, en este proceso perpetuo y sobre la tensión entre la propaganda y la reflexión, las percepciones se confabulan y se desvanecen en la legendaria crónica del mundo, porque desde la oscuridad de los tiempos, en la condición humana predominan pautas inalterables y las técnicas que las manipulan siguen vigentes…

Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.

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