10/08/2010

CINE CINE CINE


Inversión engañosa

Lenardo García Tsao

Wall Street: el dinero nunca duerme es la primera secuela hecha por Oliver Stone en su desigual carrera. La original, titulada aquí El poder y la avaricia, se estrenó a finales de 1987. O sea, dos meses después del colapso de la Bolsa en el llamado Lunes Negro, lo que le dio a la película una cualidad profética. En cambio, hacer una segunda parte, ya conociendo la debacle iniciada en 2008, se antoja un poco oportunista. O que las ideas del cineasta cayeron en bancarrota.

La codicia es buena fue el famoso lema pronunciado por el personaje Gordon Gekko (Michael Douglas) para resumir su ideología. En la nueva versión, Gekko sale de la cárcel con una supuesta actitud de contrición. Incluso ha escrito un libro, titulado ¿Es buena la codicia?, y da conferencias de advertencia sobre sus errores. En una de ellas se presenta el joven Jake Moore (el pequeñín Shia LaBeouf) para conocer a su futuro suegro, pues la familia desintegrada de Gekko se ha reducido a la joven Winnie (Carey Mulligan), quien no quiere saber nada de su padre.

Entre ellos se establecerá un tenso triángulo de pleitos, reproches y reconciliaciones. Para más conflicto, Winnie detesta Wall Street y todo lo que significa, lo cual hace bastante improbable su comprometido romance con un ambicioso corredor de Bolsa, quien podría seguir los pasos de su papá (alguien argumentaría que los caminos del amor –o la fijación edípica– son insondables). Stone alterna esa línea melodramática con una historia de venganza, cuyo objeto es ilustrar la naturaleza depredadora del mundo internacional de las finanzas. Jake se encarga de una elaborada operación para arruinar a Bretton James (Josh Brolin), responsable de haber causado la quiebra y consecuente suicidio de su mentor (Frank Langella).

Si algo caracterizaba al cine de Stone era el tratamiento obvio de alguna obsesión personal, ya sea el crimen que significó la guerra de Vietnam en la trilogía iniciada por Pelotón (1986), o denunciar el asesinato del presidente Kennedy como producto de una conspiración en JFK (1991). Las películas resultaban tan machaconas que parecían hechas a puñetazos. Sin embargo, su eficacia narrativa era innegable.

El realizador ha conservado su habilidad. Para tratarse de un tema que es ajeno a la mayoría de los espectadores, Wall Street sostiene la atención. Lo que ha perdido es su vehemencia. Stone no consigue combinar los diferentes elementos de su historia en un discurso congruente o unitario. El conflictivo triángulo ocupa demasiado tiempo, sobre todo cuando el canibalismo entre los inversionistas se muestra tan fascinante.

En cuanto a su estilo, sigue siendo efectista, pero las estrategias son meramente decorativas. Aunque la admirable fotografía de Rodrigo Prieto le ha permitido hacer planos panorámicos –y espectaculares– de la ciudad de Nueva York; éstos se sentirían más adecuados para una promoción turística. Asimismo, el cineasta recurre a una serie de efectos ópticos –pantallas divididas, cortinillas, letreros sobrepuestos, etcétera–, que sí son llamativos, pero no apoyan en nada el desarrollo de la narración.

Una vuelta de tuerca en la última parte revelará que el único cambio en Gekko, encarnado otra vez por Douglas con carisma reptiloide, es haberse vuelto sentimental. El prólogo de Wall Street lo muestra saliendo solo de la prisión, sin fortuna y sin nadie que acuda a recogerlo. Esa figura derrotada contrasta de manera sospechosa con las escenas culminantes, que parecen justificar todas las maquinaciones chuecas descritas en las dos horas previas.

La canción que acompaña las últimas imágenes y el inicio de los créditos es This must be the place (Naïve Song), la feliz canción de Talking Heads sobre el retorno al hogar. A Oliver Stone se le puede tildar de muchas cosas, pero no de ingenuo. Esa conclusión huele más bien a cinismo.

Wall Street: el dinero nunca duerme

(Wall Street: Money Never Sleeps)

D: Oliver Stone/ G: / F. en C: Rodrigo Prieto/ M: Craig Armstrong/ Ed: David Brenner, Julie Monroe/ Con: Michael Douglas, Shia LaBeouf, Josh Brolin, Carey Mulligan, Eli Wallach/ P: Edward W. Pressman Film para 20th Century Fox. EU, 2010.

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