José Antonio Crespo
Un abrazo a Alonso Lujambio
Que Isabel Miranda de Wallace haya aceptado la candidatura del PAN por el gobierno del DF ha generado una sana reflexión sobre la posición de ciudadanos apartidistas (genéricamente mal llamamos “ciudadanos”, a secas) frente al poder. En estricto sentido, los políticos profesionales son también ciudadanos con carrera política (normalmente dentro de partidos). No son una raza distinta de ciudadanos; los vicios y deficiencias que denunciamos no sólo están en ellos sino en todos y tienen que ver menos con la calidad moral (o inmoral) del ciudadano promedio (se meta o no a político) y más con las reglas de nuestro sistema político.La democracia parte del egoísmo intrínseco de los hombres, de sus tentaciones y ambiciones, y por ello para amainar su propensión a abusar del poder, estableció controles institucionales, división de poder, pesos y contrapesos, vigilancia mutua, mecanismos que obligan a rendir cuentas, sanciones políticas y legales. El arreglo democrático grita su desconfianza por los hombres, sobre todo por los de poder formal; líderes, dirigentes, legisladores y gobernantes.
Cualquier ciudadano que entra por primera vez a la política formal está expuesto a esas tentaciones, incluso los que hayan mostrado honestidad y mesura hasta ese momento. Recuerdo la anécdota de cuando a Gustavo Díaz Ordaz le recomendaron una persona para ocupar un cargo financiero y se le aseguraba que era un ciudadano honesto. Preguntó si ya había tenido un cargo similar.
No, le aclararon; “Entonces no sabemos si es honesto”, respondió. De ahí que Maquiavelo aconseja no confiar demasiado en tales ciudadanos ejemplares y mejor fortalecer las instituciones democráticas para obligarlos a mantenerse dentro de ciertos límites.La candidatura de Isabel Miranda suscita algunas reflexiones:
1) El PAN estaba desesperado, pues su caballada capitalina era incluso más flaca que la federal, que ya es decir. Aceptó que Isabel Miranda mantenga posiciones diferentes sobre libertades de conciencia, tan caro a ese partido. Nuevo oportunismo partidario de transigir en el ideario con tal de obtener votos (y la jugada ha funcionado).
2) Hay dos posibles interpretaciones cuando un ciudadano apartidista acepta contender con un partido:
a) se da la bienvenida a la decisión, bajo la premisa —parcialmente falsa— de que el problema es la calidad de los políticos, y se asume que desde el poder los apartidistas harán lo que los políticos no han querido;
b) pero se puede considerar que las ambiciones particulares de ese ciudadano lo llevan a aceptar esa oferta, como ocurría con los críticos del PRI que decidían entrar en ese partido para cambiar las cosas “desde adentro”. Eso fue conocido como “cooptación”, en que el recién ingresado, más que cambiar “desde adentro” al régimen, era domesticado por él.
3) Por ello, quienes desde la sociedad civil denuncian y critican a los partidos y exigen cambios que permitan mayor democracia, representatividad y rendición eficaz de cuentas resultan sospechosos de haber claudicado cuando aceptan cargos o candidaturas antes de que los cambios hayan tenido lugar.
4) Lo anterior, en una sociedad tan suspicaz como ésta, genera la idea de que quienes defienden causas cívicas y sociales no lo hacen por convicción, sino como plataforma para saltar a la política profesional (partidista o no) por la vía corta (sin hacer fila). De ahí que, desde que Javier Sicilia llegó a la palestra pública surgieron sospechas de que buscaba un cargo, lucrando con su tragedia personal, lo que él ha negado. Fue congruente al rechazar la oferta del PRD de una senaduría.
5) No es la calidad humana y moral en los políticos profesionales lo que puede mejorar la vida política, sino cambiar las reglas del juego para dar a los ciudadanos instrumentos para exigir cuentas, premiar o castigar a sus representantes y gobernantes, sean éstos partidistas o no, que es lo de menos.
6) Si bien es deseable la honestidad y congruencia en los políticos, no basta con eso; es una profesión como otras que requieren experiencia y trayectoria en las funciones a desempeñar. No es el caso de Isabel Miranda, quien difícilmente podrá ganar el gobierno del DF y en cambio habrá perdido cierta credibilidad como líder cívica.
cres5501@hotmail.com
Facebook: José Antonio Crespo Mendoza.
Investigador del CIDE
Cualquier ciudadano que entra por primera vez a la política formal está expuesto a esas tentaciones, incluso los que hayan mostrado honestidad y mesura hasta ese momento. Recuerdo la anécdota de cuando a Gustavo Díaz Ordaz le recomendaron una persona para ocupar un cargo financiero y se le aseguraba que era un ciudadano honesto. Preguntó si ya había tenido un cargo similar.
No, le aclararon; “Entonces no sabemos si es honesto”, respondió. De ahí que Maquiavelo aconseja no confiar demasiado en tales ciudadanos ejemplares y mejor fortalecer las instituciones democráticas para obligarlos a mantenerse dentro de ciertos límites.La candidatura de Isabel Miranda suscita algunas reflexiones:
1) El PAN estaba desesperado, pues su caballada capitalina era incluso más flaca que la federal, que ya es decir. Aceptó que Isabel Miranda mantenga posiciones diferentes sobre libertades de conciencia, tan caro a ese partido. Nuevo oportunismo partidario de transigir en el ideario con tal de obtener votos (y la jugada ha funcionado).
2) Hay dos posibles interpretaciones cuando un ciudadano apartidista acepta contender con un partido:
a) se da la bienvenida a la decisión, bajo la premisa —parcialmente falsa— de que el problema es la calidad de los políticos, y se asume que desde el poder los apartidistas harán lo que los políticos no han querido;
b) pero se puede considerar que las ambiciones particulares de ese ciudadano lo llevan a aceptar esa oferta, como ocurría con los críticos del PRI que decidían entrar en ese partido para cambiar las cosas “desde adentro”. Eso fue conocido como “cooptación”, en que el recién ingresado, más que cambiar “desde adentro” al régimen, era domesticado por él.
3) Por ello, quienes desde la sociedad civil denuncian y critican a los partidos y exigen cambios que permitan mayor democracia, representatividad y rendición eficaz de cuentas resultan sospechosos de haber claudicado cuando aceptan cargos o candidaturas antes de que los cambios hayan tenido lugar.
4) Lo anterior, en una sociedad tan suspicaz como ésta, genera la idea de que quienes defienden causas cívicas y sociales no lo hacen por convicción, sino como plataforma para saltar a la política profesional (partidista o no) por la vía corta (sin hacer fila). De ahí que, desde que Javier Sicilia llegó a la palestra pública surgieron sospechas de que buscaba un cargo, lucrando con su tragedia personal, lo que él ha negado. Fue congruente al rechazar la oferta del PRD de una senaduría.
5) No es la calidad humana y moral en los políticos profesionales lo que puede mejorar la vida política, sino cambiar las reglas del juego para dar a los ciudadanos instrumentos para exigir cuentas, premiar o castigar a sus representantes y gobernantes, sean éstos partidistas o no, que es lo de menos.
6) Si bien es deseable la honestidad y congruencia en los políticos, no basta con eso; es una profesión como otras que requieren experiencia y trayectoria en las funciones a desempeñar. No es el caso de Isabel Miranda, quien difícilmente podrá ganar el gobierno del DF y en cambio habrá perdido cierta credibilidad como líder cívica.
cres5501@hotmail.com
Facebook: José Antonio Crespo Mendoza.
Investigador del CIDE
Alberto Aziz Nassif
Algo hicieron bien en la izquierda y en el panismo porque entre noviembre y enero se registró un cambio de vientos a su favor en la capital del país. Lo que se veía como una avalancha priísta sobre el Distrito Federal, de la mano de una candidatura fuerte, con una izquierda a la baja y un panismo que no repuntaba, ahora presenta un escenario muy diferente. La izquierda hizo un pacto y acordó un método para elegir candidato y el 19 de enero presentó sus resultados: ya tiene un precandidato que puntea en las encuestas, Miguel Ángel Mancera. El PAN también se movió y presentó a Isabel Miranda, con lo que logró una buena posición y le dio una vuelta al esquema de poca competitividad que tenía. El PRI no ha decidido, pero en cualquier hipótesis si va con la candidatura de Beatriz Paredes, hoy encontrará una competencia muy distinta a la que se anunciaba hace dos meses.
Los recursos que puede tener un partido gobernante son múltiples, pero hay que saberlos usar de forma inteligente. En el DF hubo diversos factores que modificaron el escenario. El ejemplo de lo que se logró con la candidatura presidencial fue determinante para cambiar el ánimo rijoso y construir un pacto de unidad. En últimos tiempos los perredistas han perdido buena cantidad de bastiones y gubernaturas: Zacatecas, Baja California Sur, Michoacán, sin embargo, no se podían dar el lujo de arriesgar la capital, la joya de la corona del sol azteca.Con todo y los acuerdos de unidad, no se pudo evitar que una de las participantes, Alejandra Barrales que quedó en segundo lugar, se inconformara y decidiera no asistir al anuncio del resultado.
De esta forma, no fue por unanimidad, pero sí por amplia mayoría, porque los otros tres participantes aceptaron los resultados. De cualquier forma es más fácil aceptar si la distancia con el puntero es mayor. El pacto perredista en el DF tuvo una larga y complicada ruta de elaboración. De la lista de aspirantes una mayoría declinó al ver que sus posibilidades eran escasas (Delgado, Muñoz Ledo, Navarrete, etcétera). Al final, el conjunto que midieron las tres encuestas (Covarrubias, Nodo y Buendía) quedó en cinco aspirantes. Ahora habrá que ver si la situación entre Mancera y Barrales se puede componer.Los números en noviembre eran muy diferentes a los de enero. Una encuesta de EL UNIVERSAL realizada entre el 26 y el 28 de noviembre del 2011, mostró que las tres mejores posibilidades de cada partido con una opinión favorable para ser candidatos eran: Beatriz Paredes con 54%, Alejandra Barrales con 20% (hay que indicar que en esa medición Mancera tenía sólo 8%) y del PAN era Demetrio Sodi con 28%.
En una medición similar que publicó este diario el 19 de enero, es decir, menos de dos meses después, los resultados fueron los siguientes: en voto por partido el PRD obtuvo 34.5%, el PRI 15.4% y el PAN sólo 13.1%; en los aspirantes el cambio se registró en una intención del voto por Mancera de 36%; y el otro dato es un empate en 23% entre Miranda y Paredes. De esta forma, la relación entre partido y candidato se ajustó porque mientras en el PRD no hay diferencias, en el PRI Beatriz sí le aporta casi ocho puntos más e Isabel aporta 10 puntos más al PAN.Según las tres encuestas del ejercicio perredista, Mancera sacó 31, 34 y 35%, con una ventaja sobre sus posibles competidoras de entre 17 y 21 puntos, con lo cual el PRD y su coalición progresista tienen una candidatura que puntea. Por otra parte, el factor Isabel Miranda modificó la competencia y ubicó al PAN con una candidatura competitiva que de entrada lo ubicó con el doble de puntos, lo cual no tenía con sus otros aspirantes.
Al PRI le quita sus expectativas de puntero y mientras sus adversarios ya tienen candidato definido, el tricolor llegará al final para elegir a su candidato. Con el buen saque inicial del PRD y del PAN obtienen ventaja y limitan las posibilidades de pintar de tricolor a la capital. Por supuesto, estas condiciones pueden cambiar y de nuevo se pueden modificar las expectativas y posibilidades; por ejemplo, la reciente ruptura entre PRI y Panal puede afectar también el DF. ¿Habrá un cuarto candidato? Todavía hay casi 40% que puede cambiar su voto. Será una contienda competida y quizá hasta interesante. Por lo pronto, los vientos cambiaron en la capital y es posible que también cambien en el resto del país. Ya veremos...
Los recursos que puede tener un partido gobernante son múltiples, pero hay que saberlos usar de forma inteligente. En el DF hubo diversos factores que modificaron el escenario. El ejemplo de lo que se logró con la candidatura presidencial fue determinante para cambiar el ánimo rijoso y construir un pacto de unidad. En últimos tiempos los perredistas han perdido buena cantidad de bastiones y gubernaturas: Zacatecas, Baja California Sur, Michoacán, sin embargo, no se podían dar el lujo de arriesgar la capital, la joya de la corona del sol azteca.Con todo y los acuerdos de unidad, no se pudo evitar que una de las participantes, Alejandra Barrales que quedó en segundo lugar, se inconformara y decidiera no asistir al anuncio del resultado.
De esta forma, no fue por unanimidad, pero sí por amplia mayoría, porque los otros tres participantes aceptaron los resultados. De cualquier forma es más fácil aceptar si la distancia con el puntero es mayor. El pacto perredista en el DF tuvo una larga y complicada ruta de elaboración. De la lista de aspirantes una mayoría declinó al ver que sus posibilidades eran escasas (Delgado, Muñoz Ledo, Navarrete, etcétera). Al final, el conjunto que midieron las tres encuestas (Covarrubias, Nodo y Buendía) quedó en cinco aspirantes. Ahora habrá que ver si la situación entre Mancera y Barrales se puede componer.Los números en noviembre eran muy diferentes a los de enero. Una encuesta de EL UNIVERSAL realizada entre el 26 y el 28 de noviembre del 2011, mostró que las tres mejores posibilidades de cada partido con una opinión favorable para ser candidatos eran: Beatriz Paredes con 54%, Alejandra Barrales con 20% (hay que indicar que en esa medición Mancera tenía sólo 8%) y del PAN era Demetrio Sodi con 28%.
En una medición similar que publicó este diario el 19 de enero, es decir, menos de dos meses después, los resultados fueron los siguientes: en voto por partido el PRD obtuvo 34.5%, el PRI 15.4% y el PAN sólo 13.1%; en los aspirantes el cambio se registró en una intención del voto por Mancera de 36%; y el otro dato es un empate en 23% entre Miranda y Paredes. De esta forma, la relación entre partido y candidato se ajustó porque mientras en el PRD no hay diferencias, en el PRI Beatriz sí le aporta casi ocho puntos más e Isabel aporta 10 puntos más al PAN.Según las tres encuestas del ejercicio perredista, Mancera sacó 31, 34 y 35%, con una ventaja sobre sus posibles competidoras de entre 17 y 21 puntos, con lo cual el PRD y su coalición progresista tienen una candidatura que puntea. Por otra parte, el factor Isabel Miranda modificó la competencia y ubicó al PAN con una candidatura competitiva que de entrada lo ubicó con el doble de puntos, lo cual no tenía con sus otros aspirantes.
Al PRI le quita sus expectativas de puntero y mientras sus adversarios ya tienen candidato definido, el tricolor llegará al final para elegir a su candidato. Con el buen saque inicial del PRD y del PAN obtienen ventaja y limitan las posibilidades de pintar de tricolor a la capital. Por supuesto, estas condiciones pueden cambiar y de nuevo se pueden modificar las expectativas y posibilidades; por ejemplo, la reciente ruptura entre PRI y Panal puede afectar también el DF. ¿Habrá un cuarto candidato? Todavía hay casi 40% que puede cambiar su voto. Será una contienda competida y quizá hasta interesante. Por lo pronto, los vientos cambiaron en la capital y es posible que también cambien en el resto del país. Ya veremos...
@AzizNassif
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