10/26/2013

Chile: aborto, el derecho que no tiene lugar

OPINIÓN
Aborto
   ¿Qué harán feministas ante el nuevo gobierno?

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Tamara Vidaurrázaga
Cimacnoticias/SEMlac | Santiago de Chile.-

En las próximas elecciones presidenciales de Chile, en noviembre próximo, nueve candidatos se disputarán el liderazgo del país, con propuestas que van desde la izquierda popular hasta la derecha más conservadora.

Las dos aspirantes con más probabilidades de salir electas, según los estudios de opinión, son mujeres que, en algún momento de sus trayectorias políticas, se han mostrado a favor de discutir el tema del aborto.

El escenario político -como nunca antes- evidencia posibilidades de avanzar en este derecho de las mujeres; sin embargo, los compromisos de las candidatas distan mucho de las exigencias feministas y las necesidades del país.

¿Cuál es la situación del aborto en Chile? ¿Qué demandan las feministas? ¿Cuáles son las expectativas respecto a un eventual gobierno de Bachelet, el más probable según las encuestas?

Las candidatas frente al aborto

Evelyn Matthei, postulada por la coalición de derecha, y Michelle Bachelet, representante de la Nueva Mayoría -único sector político que podría destronar a la derecha gobernante- son los dos nombres que se disputarán la presidencia el próximo 17 de noviembre, según reflejan los sondeos de opinión.

Matthei es militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido vinculado con el Opus Dei, institución que pertenece a la iglesia católica y una de las más conservadoras dentro de ella.

En 2010, la candidata de la derecha, quien en este tema siempre ha diferido de su partido, presentó un proyecto junto a un senador socialista para despenalizar el aborto que se realice por causales médicas. El año pasado apoyó otra iniciativa de este tipo, señalando públicamente: “me repugna que en una situación en que puede estar la vida de la mujer en peligro, sea el Estado, mediante una ley el que decida. Esto es un tema de conciencia de cada familia”.

Sin embargo, al ser electa como candidata de la derecha, manifestó que el aborto no será un tema que se toque en su gobierno, puesto que produce diferencias dentro del sector que la respalda.

Bachelet, en tanto, es parte de un nuevo pacto que une a la antigua Concertación con el Partido Comunista y otros partidos de izquierda, que se aliaron con el fin de que la derecha no continúe gobernando.

Según estudios de opinión, las mayores posibilidades de salir electa las tiene Bachelet, quien planteó en su programa despenalizar el aborto por tres causales: riesgo para la vida de la madre, inviabilidad del feto y violación.

Aborto en Chile

En Chile todo tipo de aborto es ilegal, desde que en 1989 -al final de la dictadura de Augusto Pinochet, iniciada en 1973- se cambió la norma que permitía el aborto terapéutico desde 1936.

El principal artífice de la restricción de este derecho fue Jaime Guzmán, líder del partido al que pertenece Matthei y quien señaló en un discurso, cuando propuso esta modificación: “La madre debe tener el hijo aunque salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación, aunque tenerlo derive en su muerte”.

Esta restricción total frente al derecho a las interrupciones de embarazos no deseados es semejante en otros cinco países de Latinoamérica: Nicaragua, El Salvador, Honduras, República Dominicana y Haití.

El Instituto Alan Guttmacher calcula que se producen unos 120 mil  abortos inseguros al año en el país y seis abortos por cada 10 embarazos. Pamela Eguiguren, matrona y directora del Programa de Salud y Comunicación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, define como aborto inseguro el que se realiza por personas sin entrenamiento adecuado o en ambientes no aptos; o cuando se dan ambas características.

Pese a que se han presentado proyectos de ley para permitir el aborto solo cuando corre peligro la vida de la mujer, existe inviabilidad del feto, o el embarazo es producto de una violación, estas propuestas ni siquiera han llegado a debatirse al interior del Congreso.

El movimiento de mujeres y feminista chileno desde la pasada década del treinta viene exigiendo el derecho a esta práctica por decisión libre de las mujeres. En los setenta -al amparo del derecho al aborto terapéutico-, se realizaban abortos en el sistema público a mujeres pobres que no deseaban tener más hijos.

En julio de este año, la historia de Belén, una niña de 11 años embarazada tras violaciones reiteradas por parte de su padrastro, removió la opinión pública y reabrió la discusión sobre el tema.

El presidente Sebastián Piñera señaló entonces que “admiraba la madurez” de la niña, quien había manifestado previamente que, pese a todo, cuidaría a su bebé y sería como tener “una muñeca”.
Tras esta y otras denuncias semejantes de menores obligadas a ser madres, organizaciones feministas convocaron a fines de julio, mediante el Movimiento por el aborto libre, a la marcha más numerosa que se ha realizado por este derecho, con un estimado de 8 mil participantes.

Resultados de la encuesta de la Corporación Humanas indican que, en 2011, 74 por ciento de las mujeres chilenas decía estar de acuerdo o muy de acuerdo con el aborto cuando la vida de la mujer corre peligro, 69 por ciento cuando existe inviabilidad fetal y 59 en caso de violación.

Sin embargo, la cifra baja drásticamente cuando se pregunta por los casos en que las mujeres tengan muchos hijos: ocho por ciento;  o en cualquier caso en que la mujer así lo decida, con apenas siete por ciento.

Demandas feministas

Las feministas exigen el aborto como parte de los derechos de las mujeres sobre su propio cuerpo y señalan la importancia de que las interrupciones de embarazos se produzcan cada vez que una mujer así lo decida.

Las discusiones principales dentro del movimiento feminista, evidenciadas en los encuentros nacionales, es demandar aborto legal o su despenalización.

Quienes defienden el aborto legal lo hacen desde la perspectiva de que el Estado debe garantizar, como tema de salud pública, el acceso al aborto libre y gratuito para todas las mujeres. Las que abogan por despenalizarlo, alegan que el Estado no debe intervenir, sino dejar a las mujeres en libertad de acción y autonomía.

Para María Isabel Matamala, médica e integrante de la Articulación Feminista por el Derecho a Decidir, se trata de exigir aborto legal, libre, seguro y gratuito.

“Esto significa: una ley que lo reconozca sin apellidos como tal y en la que el Estado asuma su rol de garante para asegurar todas las condiciones para que se realicen los abortos en la forma en que cada mujer decida y en las condiciones de máxima seguridad que recomiendan los protocolos actuales. Que asegure, además, la gratuidad de las atenciones en el sistema público e incorporando a plenitud la calidad técnica y humana de la atención”, señaló a SEMlac.

Gloria Maira, militante de la Izquierda Ciudadana, partido incluido en la Nueva Mayoría representada por Bachelet, coincide con Matamala. Sin embargo, aclara que este no es el acuerdo alcanzado en el pacto, por lo que el escenario probable para los próximos cuatro años no es el que desean las feministas.

Maira indicó a SEMlac que, como parte del pacto Nueva Mayoría, la lucha de ella y otras mujeres de izquierda es que se incorpore, a las tres causales ya comprometidas por Bachelet, la ampliación no solo a interrupciones en caso de riesgo vital de la mujer, sino también cuando corre riesgo su salud; y la despenalización de todo tipo de aborto, “o sea, que ninguna mujer vaya a la cárcel por ello”, señaló.

Frente a la posibilidad de un nuevo gobierno de la candidata socialista, Matamala dice no tener expectativas. “Ya su comisión programática aceptó proponer el aborto terapéutico, lo que a mi juicio constituye una salida mínima que, de aprobarse --lo dudo--, bloqueará el debate por años y no resolverá la realidad efectiva de los más de 100 mil abortos anuales”.

La pregunta, entonces, es qué harán las feministas en un próximo gobierno de Bachelet. ¿Conformarse con la despenalización de las tres causales comprometidas que corresponden a menos del uno por ciento de los casos de aborto inseguro en Chile? ¿Ser parte de la discusión y ampliarla a la protección de la salud de las mujeres y despenalización en todos los casos, como plantea Gloria? ¿Marginarse del debate por estar muy por debajo de las expectativas?

Para Gloria Maira es importante participar del debate, aunque no represente los deseos expresados en las luchas del movimiento: “Como feministas, no podemos restarnos por no ser lo que queremos. Tenemos que ser parte de esto”, afirmó.

Solo el tiempo y la discusión dirán qué pasará con el derecho al aborto en Chile, un derecho que todavía no tiene lugar.

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