Carlos Bonfil
El
ligue sexual en los espacios abiertos. La idea de un hedonismo erótico
vinculado a la liberación sexual en una época –la década de los 70– en
la que los contactos físicos se hacían y multiplicaban al margen del
remordimiento y la culpa, y favoreciendo, como estímulo complementario,
el anonimato y el peligro, quedó para siempre sepultada. De ello se
encargaron el conservadurismo de los años Reagan y su
mayoría moral, el flagelo del sida y su carga de estigmas sociales, el realismo tremendista de películas como Cruising (William Friedkin, 1980) y sus atmósferas decadentes, y de manera conspicua, tiro de gracia, la mercantilización del sexo, la frecuentación del internet y la proliferación del chat como nueva fuente de contactos anónimos.
Alain Guiraudie, realizador francés invitado especial de FICUNAM,
festival de cine universitario que este año ofrece una retrospectiva
completa de su obra, propone en El extraño del lago (L’inconnu du lac) un thriller novedoso que explora un microcosmos homosexual en un lugar de ligue abierto.
A orillas de un pequeño lago, con una playa rodeada de matorrales y
caminos laberínticos, propicia para los encuentros fortuitos entre los
bañistas, ha desaparecido misteriosamente un hombre joven. El malestar
crece entre los visitantes nudistas, un inspector policiaco interviene
para recoger las declaraciones y contrastar las suposiciones y
sospechas, y en las horas siguientes, y de un día a otro, la amenaza de
un peligro latente se cierne sobre el grupo de vacacionistas gays que
no consiguen del todo, por curiosidad o por fascinación, alejarse del
lugar siniestro.
Ese espacio bucólico lo describe Guiraudie como un extraño edén
donde la cacería sexual es un ritual cotidiano y silencioso. No hay una
banda sonora en la película; en su lugar, sólo los murmullos sugerentes
de la naturaleza, el zumbido de los insectos, las hojas sacudidas por
el viento, y el eco lejano del lago y el juego de los bañistas; más
cerca de la cámara, en un primer plano, los escarceos eróticos de los
rastreadores de emociones fuertes, disimulados detrás de un arbusto o
expuestos al sol, disuadiendo o convocando la participación de un
tercero.
El director no escatima las escenas de sexo explícito ni rehúye la
exhibición del cuerpo masculino y de esos fetiches sexuales que son el
trofeo final de la cacería diaria. Admite: “Tengo una relación casi
infantil con la sexualidad: una sexualidad fácil, libre de toda presión
social, de la reproducción, de lo conyugal (…) quise confrontar la
emoción amorosa y la obscenidad del sexo, sin oponer, como sucede a
menudo, la nobleza de los sentimientos y el funcionamiento trivial de
los órganos sexuales” (dossier de prensa).
El extraño del lago no
sólo es, como podría pensarse, la crónica de los placeres anónimos de
una minoría sexual estigmatizada por su pretendida frivolidad y su
comportamiento promiscuo. Hay en la película y en su personaje central,
Franck (Pierre Deladonchamps), la melancolía de un entusiasmo amoroso
no correspondido y la difícil manera de relacionarse con los demás a
partir de la insatisfacción moral y el egoísmo.
No hay un nostálgico paseo por el paraíso perdido de los apetitos
satisfechos, sino la turbia realidad de un frenesí enajenado, del trato
monetario y de impulsos destructivos que pueden derivar en la
autoflagelación o el crimen. Ni exaltación anacrónica de una época más
feliz, ni romanticismo oscuro ensimismado en la fatalidad. Hay, en
cambio, lucidez en la observación social y en la disección de los
sentimientos, y también el evidente placer de narrar una trama de
suspenso.
Un personaje desaparece misteriosamente, como en una película de
Hitchcock; una atmósfera inquietante propicia la confrontación difícil
de inspectores y de víctimas o posibles victimarios, perversamente
confundidos, como en una película de Chabrol; un thriller mezcla
el erotismo, la insatisfacción, y un malestar existencial sin
subterfugios ni salidas fáciles, como en una película de Francois Ozon.
FICUNAM 2014 invita a descubrir a un estupendo realizador
injustamente ignorado en México, cuya obra deberían retener la Cineteca
Nacional o la Filmoteca de la UNAM. Con una amplia selección
internacional de cine de autor, la cuarta edición de este festival en
sus catorce sedes demuestra, por si fuera necesario, que el mejor cine
no se concentra el día de hoy en Hollywood, sino que también prospera
en una vasta periferia cultural cada día más cerca de nosotros.
El extraño del lago se exhibe el miércoles próximo en Cinépolis Diana, 20.30 horas. Programación y sedes del festival.
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