7/30/2014

México, tan cerca de la deuda, tan lejos de Noruega

  @RicardoMonrealA
adnpolitico.com

Gracias al fondo soberano del petróleo, cada noruego dispone de un ahorro de 150,000 dólares para garantizar su retiro y el sustento de las próximas generaciones. Por supuesto, no pueden ir al banco y monetizar esos fondos, pero a cambio reciben una pensión y una seguridad social integral de las más dignas del planeta.

Los ciudadanos kuwatíes, por su lado, reparten su fondo soberano en tres tramos: uno para obras de infraestructura pública, otro para ahorros de retiro y otro más lo reciben en efectivo a través de una tarjeta de débito donde el gobierno ciudadaniza parte de esos fondos.

En México, desde la “administración de la bonanza petrolera” de José López Portillo hasta los excedentes del petróleo registrados el año pasado, los cuantiosos recursos recibidos sirvieron para todo, especialmente para engrosar el gasto corriente y la corrupción de buena parte de los gobiernos del PRI y del PAN, pero nunca para crear un fondo de pensiones y un sistema de seguridad social universal.

Vaya, ni siquiera se pensó en fondear los pasivos laborales de los trabajadores petroleros, generadores directos de esa riqueza energética. Hoy, esa omisión habrá de socializarse, es decir, pagarse con los impuestos directos e indirectos que pagamos todos los contribuyentes.

Ni siquiera el Fondo Mexicano del Petróleo concebido por la reforma energética resolverá este problema. Dicho fondo se repartirá escalonadamente de la siguiente manera: Hacienda llevará la mano para tomar los impuestos correspondientes a las nuevas petroleras privadas y a Pemex. La segunda prioridad será cubrir el “fondo de estabilización de los ingresos petroleros” y el “fondo de estabilización de los ingresos de las entidades federativas”.

De lo que quede, es decir, de un tercer remanente, tendrán prioridad el Presupuesto de Egresos de la Federación para mantenerse en el volumen de ingresos de 2013; después un fondo de ahorro a largo plazo que deberá ser igual o mayor al 3% del Producto Interno Bruto del año previo; y, si todavía sobra algo, podrá destinar hasta el 0.15% del PIB a financiar sistemas de pensiones; otro 0.15% del PIB a financiar proyectos de inversión en ciencia, tecnología y en energías renovables, y hasta otro 0.15% del PIB en becas para la formación de capital humano, en proyectos de mejora a la colectividad y en el desarrollo regional de la industria.

Es decir, es un fondo para administrar las migajas de lo que un día fue un enorme pastel petrolero nacional, y que ahora la mayor parte de él se repartirá entre Hacienda y las tesorerías de empresas privadas nacionales y trasnacionales.

Aquellos que piensen que con el Fondo Mexicano del Petróleo se resolverán los problemas de las pensiones laborales del sector público (que en 2010 ascendieron al 104% del PIB de ese año) o que dispondremos de un sistema de seguridad social universal estilo noruego, se llevarán la decepción de su vida. Con la conversión de los pasivos laborales de Pemex en deuda pública, quedaremos más cerca de Arabia Saudita o de Yemen del Sur que de cualquier país nórdico.

Si los niños noruegos nacen con una educación y un sistema de salud garantizados, y los niños kuwaitíes llegan a este mundo con una tarjeta bancaria bajo el brazo, los nuevos ciudadanos mexicanos nacerán a partir de la próxima semana con un bono de deuda adicional dentro del pañal.
A los 55,000 pesos que ya debemos cada uno de los 108 millones de mexicanos por concepto de deuda pública consolidada (6 billones de pesos al año pasado), la semana próxima habremos de sumarle a ese pañal marca “Prianal” (PRI, PAN, PVEM y Panal) 18,518 pesos más por concepto de la carga laboral de Pemex y CFE.
Ningún presunto beneficio en términos de luz, gas y gasolina barata para los mexicanos en el futuro próximo habrá de compensar el daño colateral fiscal que las nuevas leyes secundarias energéticas dejarán a los mexicanos de hoy y de mañana.


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