2/21/2015

Violación al derecho de la sexualidad femenina: La ablación


El pasado 6 de febrero se conmemoró el día internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina

Actualmente está práctica se lleva a cabo en 23 países sin ningún sustento médico: algunos países de África, Medio Oriente, Asia y Colombia, único país en América Latina

Luz Mireya Gallo Piñeros


Madrid, 17 feb. 15. AmecoPress.- El pasado 6 de febrero se conmemoró el día internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina. La clitoridectomía es más conocida como el procedimiento de mutilación genital femenina, el cual consiste en la extirpación total o parcial del clítoris o de los labios menores o mayores; en algunas ocasiones se cose la vagina dejando un pequeño orificio para la orina y los fluidos vaginales. Se conoce que se abre de nuevo la vagina para tener relaciones sexuales o el parto y nuevamente se cose. Actualmente está práctica se lleva a cabo en 23 países sin ningún sustento médico; algunos países de África, Medio Oriente, Asía y Colombia, único país en América Latina, practican esta barbarie.
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La ablación genital femenina se ha practicado en el mundo hace aproximadamente dos mil años por razones patriarcales, que buscan controlar y reprimir la vida sexual de las mujeres pero se escudan en razones religiosas, sociológicas y culturales. Es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.

Denuncia del movimiento feminista

En el año 1989 un grupo de mujeres organizadas trabajaron para denunciar este hecho. Solo 21 años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instó a los estados a adoptar políticas estratégicas para eliminar la mutilación genital femenina. Más tarde, la OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) emitieron una declaración conjunta denunciando la mutilación genital. Gracias al trabajo de las mujeres, el día 10 de diciembre de 2012 la Asamblea General de la ONU aprueba la resolución 67/146 que insta a celebrar cada 6 de febrero el día internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina.

En Colombia

En el año 2007, Araceli Ocampo, funcionaria pública del municipio de Pueblo Rico, en el departamento de Risaralda, denunció la muerte de niñas embera chamíes recién nacidas, por causa de la realización de la clitoridectomía. Al parecer, algunas organizaciones feministas y personal de salud conocían que la clitoridectomía era frecuente en las comunidades chamíes de Risaralda, pero esto no había sido confirmado por las autoridades indígenas, ni se contaba con un caso documentado en esta materia.

A causa de esta denuncia algunas autoridades nacionales y departamentales comienzan a tomar medidas, pero hasta el momento son deficientes: en ninguna de ellas se contempla un proceso, ni charlas sobre educación sexual con personal idóneo.

Debido a que en Colombia la ablación genital femenina sólo ha sido objeto de investigación desde el año 2007 el tema aún se encuentra en un estado inicial y la mayoría de la información no ha sido publicada. Por esta razón el Semanario Voz buscó investigaciones que puedan resolver las diferentes inquietudes respecto al tema.

Para los años 2009 y 2011 la investigadora Raquel González Henao decide realizar un estudio antropológico con las mujeres de la comunidad embera chamí, para entender cuáles son las razones por las cuales se practica este hecho en los cuerpos femeninos.

La ablación como práctica cultural

Gracias al estudio de la doctora Raquel González Henao, se pueden comprender los significados y representaciones sociales en torno a la mutilación genital femenina, y estudiarlos en relación con los procesos de construcción de la identidad de la mujer.

Dentro de su proceso de construcción como mujeres, uno de los ritos establecidos por la cultura embera chamí es la ablación del clítoris. Esta práctica se ha identificado en comunidades chamíes de Risaralda y se tienen registros de que algunas otras de Caldas y Antioquia la mantuvieron en algún momento; las chamíes dan diferentes nombres a la ablación, la manera más frecuente de llamarla es “curación”, pero también se utilizan otras expresiones para referirse a ella, como “el arreglo” o “la operación”. Dichas denominaciones dan cuenta del significado que se otorga al procedimiento, que se supone consiste en arreglar, operar o curar un defecto en el cuerpo de las mujeres.

La idea según la cual las mujeres de la comunidad embera chamí ejercen esta práctica, es porque el clítoris es normal cuando tiene un tamaño pequeño, pero cuando sobresale constituye un defecto de nacimiento, que si no se corrige a tiempo conllevará graves consecuencias para la mujer, su familia y su entorno social.
En ciertas comunidades, según la creencia que se ha trasmitido por varias generaciones, si no se realiza la ablación, el clítoris sigue creciendo hasta parecerse a un pene o hasta alcanzar un tamaño que en el momento del acto sexual resulta incómodo. Estas interpretaciones culturales que tienen las mujeres de la comunidad embera son construidas con una mirada sexista y machista que ha sido impuesta en todas las culturas de Occidente a Oriente, a través de un concepto primitivo de la medicina.

Autonomía sexual femenina

Desde su comienzo la medicina ha estado bajo el dominio y estudio del hombre. En este campo se han cometido varios errores por los cuales aún sufrimos sus consecuencia. El cuerpo de la mujer ha sido estudiado y recriminado por la medicina en el momento en que esta lo cataloga como el cuerpo de un hombre pero al revés. Según esa tradición, las mujeres tenían deformidades en su aparato reproductor.

Los argumentos que dan las mujeres emberas para la mutilación genital del clítoris están orientados bajo dos razones: estéticas, puesto que las mujeres consideran que si el clítoris es demasiado grande “se ve feo”; y sociales, porque la mujer comenzaría a desear el placer sexual con tanta frecuencia como lo hacen los hombres. Algunas mujeres embera señalan que la niña que no es “operada” puede llegar a sentir atracción por otras mujeres.

Estas características enunciadas por ellas dan cuenta del rol que socialmente se les asigna a las mujeres y que consiste, básicamente, en la reproducción de la cultura y el cuidado de la familia.

A pesar de que es un rito que se ha instalado en la cultura emberá y que se considera fundamental para el desarrollo de las mujeres, el procedimiento es totalmente secreto. A diferencia de lo que ocurre con otros ritos de paso en los que participa toda la comunidad, de la “curación” solo se enteran la madre, la abuela y la partera que la realiza. En algunos casos, ni siquiera la madre participa del mismo, puesto que ocurre cuando ésta aún se encuentra en recuperación luego del parto.

Libertad sexual

Persisten representaciones sociales desde las cuales se limita la libertad y la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo, dado que la cultura continúa delegando en otras y otros el control de la sexualidad. Las medidas que se requieren es la construcción de nuevos referentes culturales, donde el cuerpo y la sexualidad femenina sean comprendidos como esferas de dominio autónomo de las mujeres.

En ese orden de ideas, el abandono de la práctica es un reto importante, una transformación cultural a partir de la elaboración de nuevos referentes sobre la sexualidad femenina y de los elementos que configuran la identidad de género de las mujeres. Éste es un paso importante en el fortalecimiento de la autonomía de ellas, lo cual es condición necesaria para cambiar otras situaciones de violencia que viven en sus comunidades y frente a las cuales han levantado su voz de protesta.
Foto: Prensa rural. 

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