4/30/2015

México, ¿hay “normalidad democrática” para las elecciones?


Lo que en otros países es anormal en México se ha vuelto normal. No se van a cambiar las inercias, las enquistadas situaciones de facto porque el próximo 7 de junio hay elecciones federales para renovar la Cámara de Diputados, así como para gobernadores y congresos locales en varios estados de la República. Pero que tampoco se diga que el proceso electoral de 2015 se desarrolla dentro de la “normalidad democrática”. Porque en este país la democracia en todas sus acepciones, incluso en la más mínima, se atropella, se violenta todos los días. Y las condicionantes para que la gente se anime a emitir su voto y si se anima, a que lo haga con libertad, se cuentan por decenas. Aunque el cuarto poder, el Instituto Nacional de Elecciones, el INE, no lo vea.

La legislación electoral sobre medios y sobre todo la práctica han logrado combinar inequidad con saturación. Además del fárrago, principalmente auditivo, de la propaganda partidaria o del INE, pues durante el proceso se van a transmitir 22 millones de spots radiofónicos y televisivos, muchos medios sólo entrevistan a candidatas y candidatos si se les compran espacios. Los abanderados del partido gobernante, el Partido Revolucionario Institucional, PRI, sistemáticamente rehúyen los debates, por temor a que les pongan frente al rostro los innumerables hechos de corrupción de sus funcionarios y el fracaso del gobierno de Enrique Peña Nieto.

El Partido Verde Ecologista Mexicano, (PVEM), aliado incondicional del PRI, expulsado de la Internacional Verde por apoyar la pena de muerte, entre otros absurdos, ha violado sistemáticamente la ley electoral El PVEM sigue haciendo gala de espectaculares, de anuncios en los taxis y en los puestos de periódicos. Siguen llegando al domicilio de un ciudadano sí y otro también las tarjetas de descuento verde “sólo para afiliados”, sin que uno haya autorizado que proporcionen su dirección ni mucho menos que lo consideren como potencial tributario de esta corrupta franquicia familiar. Los verdes siguen disfrutando de total impunidad. En todo caso se dan el lujo de comprarla pagando las leves multas que se les aplican. El cada vez más sumiso a los partidos de Peña, Lorenzo Córdova, presidente del INE, señala con una lógica según él contundente: “Si quieren que se le quite el registro, que no voten por él”. Si vamos a dejar que la operación del omnisciente mercado político opere como señala el neo-neoliberal político Córdova, ¿para qué gastar tanto dinero en sueldos como los de él? ¿En gastos de representación, choferes y demás privilegios para los consejeros y funcionarios de su instituto?

El INE también es incapaz de dar seguimiento a los gastos de campaña, sobre todo del PRI, el que más se aprovecha de puestos de gobierno, de programas, de entrega de televisiones plasma, de láminas para techo, de tinacos, de tarjetas de descuento como las del Verde. Impone farragosas y complicadísimas formas de controlar y auditar el gasto de los centavos, pero detrás de él los partidos de Peña Nieto despilfarran los millones sin ninguna regulación.

No sólo son las graves condicionantes endógenas al proceso electoral.

El miedo domina en muchas poblaciones del campo mexicano. La gente teme organizarse, expresarse, participar públicamente. A más invisibilidad mayor protección, piensan... No cabe duda que el proceso electoral estará vigilado, más que por el INE, por los efectivos del crimen organizado. Ellos, sin incurrir en violaciones manifiestas a la ley, pueden inclinar definitivamente la balanza por uno u otro candidato. Elecciones sub armis, bajo las armas. Los narco bloqueos y enfrentamientos en varias ciudades y estados de la República: Reynosa, en Tampico, en Morelos, en Jalisco, en Sonora y Sinaloa y en Guerrero nos cuestionan cómo esta “normalidad” va a impactar en la voluntad de los votantes.

Las denuncias por la corrupción de los gobernantes se minimizan en estas campañas tanto como el percudido logo del PRI. Las residencias de varios millones de dólares, propiedad de la esposa de Peña Nieto, de él mismo y de su Secretario de Hacienda, las favores a las empresas constructoras consentidas del sexenio, los múltiples hechos de corrupción de varios gobernadores, impunes todavía…todo parece lavarse porque ahora todo candidato o candidata se dice acérrimo partidario del “Sistema anti corrupción”. Para muchos llegar a la Cámara de Diputados es indulgencia plenaria o amnistía total de corruptelas pasadas y presentes.

Inequidad, impunidad, saturación de propaganda, interferencia del crimen organizado, temor… éstas son solo algunas de las circunstancias que pesan fuerte en el proceso electoral en curso en México. Ante todo eso, entre las fuerzas progresistas se dan dos posturas diferentes: unos afirman que ir a las elecciones en este contexto es legitimar el actual estado de cosas y por lo tanto proclaman una anulación activa y combativa del voto para hacer más evidente la crisis del sistema político mexicano. Otros, señalan que no votar o invalidar el voto no impide que el PRI movilice su “voto duro” y gane, pues en México no se han establecido porcentajes mínimos de participación para validar unos comicios. Además, señalan, la única manera de fortalecer a la verdadera oposición es ayudándola a ocupar espacios de poder como cabezas de playa para cimentar la impostergable transformación política que al país le urge.

En este contexto, México marcha hacia los comicios del 7 de junio.

- Víctor M. Quintana S. es asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador/profesor de  la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
http://www.alainet.org/es/articulo/169301  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario