11/18/2015

16 estudiantes desaparecieron sin dejar rastro en la caseta de Sonora;”gobierno se burla de nuestro dolor”: padre


    
Carreteras, desapariciones
(18 de noviembre, 2015 Revolución TRESPUNTOCERO).- José Eloy Espinoza González trabajó hasta hace un año en Petróleos Mexicanos pero lo despidieron y no le fue entregada liquidación alguna. A la par de ello su esposa comenzó a enfermar y su estado de salud se complicó.
Lo anterior son dos hechos que posiblemente derivaron de la mayor tragedia que padeció y que hasta hoy día lo mantiene viajando a distintas partes del país, siguiendo una ruta de sur a norte. El 14 de noviembre de 2014, Jorge Luis Espinoza Rodríguez, de 19 años de edad, su hijo, viajó con otros 15 compañeros de preparatoria y dos maestros, el motivo de la salida escolar era tomar cursos académicos.
Salieron de Villahermosa, Tabasco y el destino era Tijuana, pero posiblemente nunca llegaron a este último sitio, pues dejaron de mantener comunicación, después que Jorge le enviara un mensaje a su padre pidiéndole dinero, el cual no fue cobrado, narra a Revolución TRESPUNTOCERO el padre del joven, José Eloy Espinoza González.
El padre asegura que entiende el dolor de los padres de Ayotzinapa, pero hay muchos más buscando a sus hijos y no han recibido ayuda y tampoco los han querido escuchar. El último contacto que tuvo con su hijo Jorge Luis, fue cinco días después de su salida, por medio de un mensaje en donde le envió su fotografía en una caseta de cobro.
“Con aquella fotografía incluyó un mensaje donde me pedía dinero para seguir en el recorrido, pero esa fue la última vez que supe de él, su teléfono permaneció fuera de servicio después de aquella ocasión, insistí pero no hubo una nueva comunicación, cuando inicié una investigación para conocer dónde se había cobrado el dinero, me dijeron que la persona nunca lo cobró”, asegura el padre.
José Eloy y otros padres han realizado un recorrido desde Villahermosa hasta Tijuana, preguntando, buscando alguna evidencia o rastro de donde pudieron estar los jóvenes y sus maestros. Al llegar a su destino les informaron que los estudiantes jamás llegaron al lugar. Las autoridades de Baja California Sur, los ayudaron e incluso ofrecieron un helicóptero con el cual sobrevolaron parte del territorio, pero al parecer los jóvenes no llegaron a ese lugar, pues ni siquiera encontraron rastros del autobús que los transportó.
Siendo la caseta de la esperanza, en Sonora, el último sitito donde se estableció contacto, los padres han pedido apoyo a la Procuraduría de Justicia de dicho estado, y al mismo tiempo a la de su entidad, Tabasco; aunque la atención no ha sido la adecuada, y no se le ha prestado la atención debida, ya que asegura mientras se dedica a buscar todos los requisitos que le piden para iniciar a una investigación, puede ocupar el tiempo en hacer los recorridos él solo, y así lo ha hecho.
José Eloy asegura que aun cuando hubo muchos momentos de insistencia, no hubo “ánimo de ofrecer los servicios que como ciudadanos nos merecemos. El gobierno de Tabasco hace caso omiso, como si no existiéramos, nos ha dicho que saquemos cita con la PGR, con la Procuraduría o que hablemos con Peña Nieto, como si todo eso fuera tan fácil.
Durante seis meses nos han enviado de un lado a otro, como burlándose de nuestro dolor y de nuestra angustia, a eso se le suma que las respuestas de las autoridades del gobierno de Sonora son las mismas, palabras más, palabras menos, se han burlado de nosotros, enviándonos con unos y con otros y hasta con personas que nunca podremos llegar.
Como es el caso de de la gobernadora de Sonora, pero para ellos nos piden muchos requisitos, el siguiente paso es una reunión con las organizaciones de derechos humanos de la capital del país. En Distrito Federal mantendremos reuniones con expertos y defensores de Derechos Humanos, quienes al mismo tiempo son o tienen contacto con activistas a nivel internacional, es posible que a ellos sí los escuchen y no los bateen  como a nosotros”, comenta.
El siguiente paso de los padres será pedir los videos que hayan tomado las cámaras de seguridad en la caseta la Esperanza, seguirán la ruta hasta Tijuana, esperando localizar en qué punto el autobús se pierde y con ello los pasajeros. El grupo de padres siguen manteniendo un carácter positivo, ya que no cree que los muchachos estén muertos, sino que basado en la idea que los jóvenes son secuestrados por los grupos delincuenciales para ser forzados a convertirse en sus trabajadores, tienen la idea que sus hijos posiblemente hayan sometido a esas circunstancias, por lo que seguirán instando a las autoridades para que rastreen las zonas, pero sobre todo en los límites fronterizos, ya que pudieron ser convertidos en mulas, para transportar drogas de un lado a otro.
Dentro de los principales misterios, para los padres, es que no existen evidencias del autobús, ya que ni siquiera pudieron rastrearlo vía GPS, así como tampoco los celulares de los jóvenes.
“No voy a pensar que está muerto, seguiremos luchando, aunque en vista de que ninguna autoridad nos ha querido extender una mano, lo he hecho con mis propios medios, lo que me ha dejado en la quiebra, pero seguiré luchando, porque mi hijo no era una mala persona, estudiaba y trabajaba al mismo tiempo, tenía buenas calificaciones y buen trato con los maestros.
Ahora no sabemos dónde está él, pero incluso si estuviera muerto, nos gustaría tener certezas y ni dudas, porque si él perdió la vida, sería mejor saber dónde llorarle, que no sabes absolutamente nada de él”, afirma José Eloy.
“Penosamente este es un caso más de falta de seguridad y nula justicia de las autoridades mexicanas, quienes esperan que sean los familiares de las víctimas quienes investiguen e incluso si se puede capturen a los culpables, encuentren a sus seres queridos y luego los elementos de las dependencias sólo estarían dispuestos a tomarse la foto, porque mientras tanto apelan a que la familia se canse, se agote y abandonen la exigencia de justicia, ante el desinterés y caso omiso.
En México la inseguridad la generan los elementos de las Fuerzas Armadas y el narcotráfico. En conjunto o por separado han provocado la ausencia forzada de miles de mexicanos, que en gran número son levantados en las carreteras, porque son lugares solitarios y es fácil no dejar evidencias, porque raramente habrán testigos”, comenta la activista Sofía Cáceres, quien ha dado acompañamiento a casos de desaparición forzada en el centro y norte de la República Mexicana.
La activista asegura que la consigna “los desaparecidos nos hacen falta a todos”, solamente aplica al pueblo y aquellos que tienen conciencia social, “porque al gobierno le sobramos todos, todos los que alguna vez hemos alzado la voz por nuestros desaparecidos”.
De 2007 a la primera mitad del 2015 en Sonora se habían registrados 875 personas desaparecidas forzadamente. Dicha entidad se encuentra en los primeros 11 lugares de los estados con mayor número de expedientes abiertos en relación a las denuncias por desaparición forzada. Sin embargo, tanto colectivos, como familias de ese y otras entidades que buscan a sus familiares porque fue esa la región donde se les contactó por última vez, aseguran que no han tenido respuestas contundentes y si no fuera por sus propios medios económicos y de investigación, no tendrían las pruebas que han presentado a las autoridades, quienes son los encargados de dedicarse a la búsqueda.

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