5/07/2016

Una década de resistencia y crecimiento: América del Valle Sánchez

   TRANSGRESORAS
Por: Lucía Lagunes Huerta*

Se cumplió una década de la represión en el municipio de San Salvador Atenco, por órdenes del entonces gobernador del Estado de México y hoy presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Una década después nada está cerrado, por el contrario la reciente Ley que Regula el Uso de la Fuerza Pública en el Edomex, conocida ya como “Ley Atenco”, enciende la alerta por nuevas violaciones de Derechos Humanos (DH).

En esta historia, la presencia de las mujeres ha sido fundamental en la denuncia de las graves violaciones a los DH ocurridas el 3 y 4 de mayo de 2006. La saña se enfocó a una familia, la familia del líder Ignacio del Valle; todos vivieron la represión.

En aquel año, una joven voz femenina tomó fuerza, en ella recayó la responsabilidad de conducir un movimiento en las primeras horas después de la represión, su nombre es América del Valle Sánchez.

Tiene claro su origen, construye su camino, toma sus propias decisiones y a la par honra a su madre, la mujer del paliacate rojo en el cuello y el machete en mano; la voz que no se calló aun cuando tenía en la piel el dolor su familia a cuestas, ejemplo que siguió América en la distancia del exilio.

Esta mujer creció entre ideales revolucionarios. Resistencia es lo que América tiene prácticamente tatuado. Su compromiso con el estudio sólo se vio superado por el compromiso con su pueblo; ni las cinco horas diarias de traslado desde Atenco hasta el pueblo del Ajusco, donde está la Universidad Pedagógica Nacional (UPN),  impidieron que estudiara Pedagogía.

Si bien han pasado dos años de la entrevista, la reflexión de la mujer que tuvo que enfrentar la represión y el exilio durante otros cuatro años, sigue vigente.

La cita fue en el Auditorio del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, en la Ciudad de México. En uno de los rincones donde está una pequeña sala, América llegó corriendo, como casi siempre, con su mochila al hombro. Los ojos avispados y sus cinco sentidos al tope.

Esta es su historia.


“A VECES NOS HAN QUITADO EL FUTURO”

–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Quién es América?
–América del Valle Sánchez (AVS): Soy una mujer de 33 años. Tengo la fortuna de contar con unos padres que me dieron la herramienta de formación, de tomar decisiones.

“He tenido una vida intensa en muchos aspectos, plena; hay muchas cosas que todavía quiero realizar, que quiero seguir realizando, (pero) por cuestiones de procesos y circunstancias las he visto, si no truncadas, sí interrumpidas.

“Hoy puedo decir que la vida es estar, resistir, no es sobrevivir. Vivir con todos los dolores que nos ponga el camino, que nos ponga la vida bajo circunstancias a veces difíciles, pero hoy a mis 33 años (en 2014) puedo decir que me siento plena, que me siento completa”.

–LLH: ¿En qué sueña América?
–AVS: Tengo muchos sueños. Pienso en mi pueblo que es como un punto de partida para muchos sueños, de ahí mis alas se han hecho grandes.

“Aspiro a muchas cosas desde el aspecto educativo, de la formación de los seres humanos. Siento que es la vía para transformar este país; el lugar a donde los coloquemos (a los seres humanos), ya sea como mujeres, como hombres, como madres, como padres, como hijos, hijas, como estudiantes, obreros, amas de casa.

“Tengo muchos sueños, que van desde hacer proyectos educativos hasta generar universidades. Desde centros de formación para las mujeres, para hombres, para los campesinos, no se diga para nuestros niños que son, yo creo, la principal semilla en la que podemos cosechar mucha esperanza, mucho futuro, que a veces nos han quitado.

“Yo tengo sueños desde lo colectivo hasta lo personal. Cada rato quiero ser algo. Veo a compañeras que están en medios libres y entonces digo: ‘Quiero aprender cómo transformar un audio, cómo hacerlo una herramienta de comunicación’. Veo a los maestros y están haciendo planes y generando planes de estudio, y quiero también hacer eso y se me ocurren muchas ideas, y hay que hacer esto y lo otro.

“Pero dicen los abuelos que el que mucho abarca poco aprieta, y creo que yo tengo entre otros defectos ése, quiero abarcar mucho y de pronto me frustro porque al final del día digo: ‘Qué hice hoy, qué acabé’”.


–LLH: ¿Ha sido fácil ser América del Valle?
–AVS: Antes de eso (de que el apellido Del Valle se identificara con un líder, Ignacio, y la resistencia de un pueblo) me recuerdo desde niña siempre soñando. Tengo muchas ideas, muchas inquietudes y también la facilidad de socializar con la gente; esa virtud me la dieron mis padres y el propio pueblo.

“Cuando yo estaba en la secundaria empezaba a tener más idea de la lucha, la justicia. Desde niña veía las reuniones con mi padre, con los adultos mayores, con la gente grande, sobre todo hombres, en el patio de la casa de mi abuelo, donde nosotros vivíamos, para mí eso ha sido un ambiente muy familiar, desde muy pequeña no ha sido nada ajeno.

“Cuando viene el levantamiento zapatista en 1994, estoy en la secundaria y desde ahí empiezo a decir tengo que hacer algo. Lo cierto es que desde pequeña traigo esta cosquilla de injusticia/justicia, ese antagonismo.

“En 2001 cayó la amenaza de despojo y bueno, eso era lo que buscaba, no estaba buscando la represión, estaba buscando hacer cosas, transformar”.

“SOMOS COMPAÑEROS Y SOMOS IGUALES”

–LLH: Eres hija de un líder y no es cualquier líder…
–AVS: La lucha es una decisión personal, es lo más correcto. Irte (a la lucha) obligado por tus padres, por el qué dirán, obligado por los demás, es el peor error que puedes cometer y luego la vida te lo cobra.

“En mi caso mis padres nunca dijeron, a ninguno de sus tres hijos, qué tenemos que hacer. Lo que nos sembraron fueron principios, el respeto, la solidaridad, tratar de ser más humilde, tener criterios, ser sensibles. Con esto para mí fue suficiente, para el día que pudiera tomar una decisión la que quiera en la política, la pareja, la elección de carrera, etcétera.

“Llega 2001, el decreto expropiatorio de despojo de las tierras en Atenco y Texcoco y yo estoy todavía en la UPN con muchos de estos sueños, y digo: ‘La universidad para mí es muy importante, seguro que voy acabar la carrera, pero en este momento es importante... bueno, la universidad se tendrá que interrumpir porque yo quiero estar aquí’.

“Todo eso fue una decisión personal, por supuesto no se lo consulté, ni iba a consultarlo con mi papá y mi mamá. Cuando yo decido (dejar la escuela) la otra decisión es defenderla; en mi propio pueblo y en mi propia familia. Es la decisión personal de quiero estar aquí, soy una adulta, no es por la familia es mi decisión.

“O sea, no es por ti padre; en ese momento es muy difícil porque soy hija de Ignacio de Valle, pero soy América también, mi nombre es América. Era muy difícil, muchos meses fue muy difícil con él (Ignacio del Valle); recuerdo que tuve que defender esta decisión. En las primeras semanas que estábamos con muchas tareas, muy intenso, mi padre no perdía oportunidad para decirme: ‘Tú no puedes estar aquí’.

“Era su temor por supuesto; los años y su experiencia frente a la mía; estaba pensando: ‘Es muy verde en ese aspecto’. Pero yo le decía: ‘Qué te pasa, yo no vengo por ti, ni por él, ni por ella, yo vengo por mí. Con el mismo derecho que ustedes vienen, (ahora) se aguantan’.


“En una reunión recuerdo que estábamos con varios compañeros y  alguien me dijo: ‘Tu papá está diciendo no sé qué; contéstale tú, América’. Levanto la mano en ese momento: ‘Aquí quiero aclarar dos cosas: una para todos; sí, él es mi papá; llegando a mi casa es mi padre, pero aquí es mi compañero, cosa que le quieran comentar a él, se lo comentan a él; y dos: para ti papá, para ti compañero, aquí somos compañeros, aquí no me trates de tu hija, somos compañeros y somos iguales; de aquí no me voy, voy a luchar y aquí me respetas y te respeto como compañeros, punto’.

“Fue muy difícil porque además es una lucha generacional y de género. A veces he llegado a un punto que era la hija, la América del Valle que comienza a requerir algún medio de comunicación, y el nombre de América empieza a aparecer cada vez más; a veces no fue mi elección, sino las mismas circunstancias, no es nada fácil, nada”.

REPRESIÓN

–LLH: ¿Cómo vives ese proceso? ¿Dónde estabas? ¿Qué ocurre en ese momento?
–AVS: El 2 de mayo habíamos acompañado a los compañeros a La Sexta (Caravana Zapatista que se realizó en 2006) a la UNAM, y entonces yo decido quedarme en el Distrito (Federal).

“Escucho la llamada a las 6:30 de la mañana; me habla mi padre y me dice: ‘Oye, la situación está muy canija; estamos en el mercado; ya hubo golpes, hubo detenidos’. Mi padre me dijo: ‘No te regreses y más bien trata de informar en el Distrito Federal, en las organizaciones, en los medios de comunicación’.

“Yo tenía que terciar llamadas. Me empezaron a llamar medios de comunicación para saber y para declarar qué estaba pasando. Iba a cumplir 26 (años). Me quiero regresar (a Atenco), pero esta tarea es importante. El corazón se te parte: cabeza y corazón se te parten; una parte está allá, el deber no.

“Ya habían ocurrido las primeras detenciones en la mañana en el mercado de flores en Texcoco, y ya estaban los bloqueos en Atenco para presionar y para pedir diálogo, desde entonces se pedía diálogo. Ya cuando estamos en Tlatelolco (en el mitin zapatista) fue tremendo, ya sentía lo que se podía venir y sabía que mi padre estaba ahí; creo que fue un momento donde hice mucha conciencia de que se puede venir algo fuerte y van a ir sobre él. Desde ahí tuve que quitarme mi vestido de América; en ese momento sabes que ya estás renunciando a ti.

“Cerca de las 5 de la tarde recuerdo la última llamada de mi padre. Él todo el tiempo estuvo insistiendo ‘no te vengas, todo va estar bien, vamos a seguir haciendo la tarea, te amo’. Yo no quería que me dejara de hablar, quería que siguiera ahí. Recuerdo esas horas tremendas de saber que ya se lo habían llevado (preso). Yo estaba muy consciente que lo iban a torturar, que lo iban a golpear.

“En la madrugada del 4 (de mayo) alguien me dijo: ‘¿Dónde te ayudo más? ¿Me voy contigo o me voy al pueblo?’. Le dije: ‘Vas a ser mis ojos’. Se fue al pueblo. Las horas siguientes fue empezar a sacar todas las secuelas: detenciones, golpizas, desaparecidos…

“Entre toda esa información no encontraba los nombres de mi madre (Trini), mis hermanos; sabía dónde estaba mi papá, pero no sabía dónde estaban mis hermanos, mis familiares, mis cercanos, mi abuelo, mi tío, que era parapléjico. A veces para no hacerme de corazón débil tenía que pensar en todos; pensar en todos me hacía fuerte.

“Yo me tengo que salir de donde estaba con el compañero Marcos y entonces empecé a pensar: ‘¿Qué sigue para mí?’. Empiezan a llegar las mil llamadas: ‘América, ¿tú sabes que tienes orden de aprehensión?’. La campaña de medios de comunicación fue tremenda, aplastante, un linchamiento total.

“Las horas siguientes fueron decir: ‘Me tengo que desaparecer del escenario’. A Nacho se lo habían llevado; había ocurrido todo; yo tenía perfectamente claro que la bestia estaba más que desatada y era su venganza. Me podía imaginar la suerte que podía correr y decido salir del escenario.

“Y ahí empieza otra historia. Era entrar a una trinchera totalmente desconocida, que la tienes que ir aprendiendo, la tienes que ir construyendo tu sola. Esa trinchera se convirtió en mi casa. Los primeros días era ir aceptando, ir descubriendo todas las secuelas, los escombros, andar entre ruinas buscando nombres, buscando personas, buscando tu vida, a los tuyos”.

“MI TAREA ES RESISTIR”

–LLH: ¿Cómo resistes cuatro años aislada sin el contacto con tu familia?
–AVS: Sí, es a lo primero que renuncias. El saber que ellos afuera están luchando, saber que también están sufriendo igual que yo, saber que nuestra familia es más grande.

“Hay dos caminos: aquí o te quiebras, cierras los ojos, tienes derecho, somos seres humanos, no somos súper héroes. Había dos caminos para mí: quebrarme, cerrar los ojos y optar por el derecho a no ver, suprimirme y no sufrir hasta que pasara la tormenta porque tenía que pasar; o vivir con los ojos abiertos de frente, mirando de frente todo el tiempo, y opté por lo segundo.

“Había momentos en que por supuesto me hundía y decía: ‘Quiero morirme; no quiero sentir lo que siento, este dolor tan inmenso’. Pero cuando veía a mi madre abordar a (Noam) Chomsky, a Evo Morales y ponerle un paliacate, la veía y decía: ‘¡Cómo no conocí a mi madre de joven!’.

“Cuando escuchaba los testimonios y leía los testimonios de las compañeras sexualmente torturadas, cuando veía y me llegaban cartas, percibía dolores, pero a su vez un aplauso inmenso. Tenía que hacer mi tarea, y mi tarea es resistir.

“Algo tremendo que creo experimenta uno es ser exiliada de su propio país; un refugiado clandestino perseguido; es que a veces te mueres, a veces eres invisible ante los demás. Una forma para mí de respirar era escribir y escribir comunicados; yo hacía un comunicado de 10 hojas”.

–LLH: ¿Qué le significa a América que el entonces gobernador del Edomex sea hoy presidente?
–AVS: Es algo absurdo. ¿Dónde estamos? ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué es este país? ¿Qué hemos hecho para tener a alguien que se confiesa responsable de lo que ocurrió el 3 y 4 de mayo (de 2006)? ¿En dónde quedó nuestra humanidad?

–LLH: ¿Cómo construir la esperanza?  
–AVS: Al final es un camino, un proceso desde el exilio, desde esta persecución tremenda en que renuncias a los tuyos. Tienes que aprender que tu casa no es una casa, es un refugio en donde tienes de vecina a la derrota, a la tristeza, a la soledad, al odio también, a la venganza, y tú decides a quién dejas pasar.

“Algunas se cuelan y se vale que las atiendas, pero después échalas; pero hay algunas que les tienes que cerrar el paso, no puedes permitirle ninguna venganza, ni la derrota, ni el odio pueden pasar a tu casa.


“Un día que estaba en el hoyo me llega un libro de (del pedagogo brasileño Paulo) Freire que dice: ‘Esperanza no es esperar, esperanza es hacer; hay quienes deciden por la esperanza pasiva, esperan y esperan; pasan años, pasa la vida y se mueren esperando, y nosotros tuvimos que reivindicar la esperanza activa, la esperanza es saberse, saber qué hacer’.

“Nos quieren arrebatar todo, la vida, la tierra, el futuro, la esperanza, y encima de todo ser felices, sonreír; es que a mí no me van a arrebatar eso, ya me arrancaron mucho, me han interrumpido la vida, me la arrancaron, pero no me arrancaron mi derecho para seguir luchando y seguir sonriendo”.

Twitter: @lagunes28

*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.

América del Valle | CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Ciudad de México.-

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