8/20/2017

¿Por qué se odia a los poderosos en México y América Latina?



Pedro Echeverría V.

1. Leí, quizá en la revista Letras Libres, de algún destacado ideólogo de la derecha mexicana, que la izquierda de México ha hecho muy mal al crear entre el pueblo, particularmente entre los trabajadores, un sentimiento de odio contra los empresarios que tanto se sacrifican por crear empleos y contra los gobernantes que no todos son tan malos. Esos ideólogos de la derecha son extremadamente cínicos, desvergonzados, al pretender esconder o tergiversar las causas de ese desprecio de los trabajadores contra los ricos. Esos ideólogos no son imbéciles, no son tontos, solo pretenden seguir engañando con mucho cinismo a la población.

2. Al respecto un analista del diario español El País, Pablo Gentili, dice que según estadísticas y sus investigaciones, “El 73% de los latinoamericanos piensa que se gobierna para el beneficio de los poderosos”. Explica que a pesar de la obvia diferencia que se registra entre los 17 países, es muy clara la tendencia de la ciudadanía a pensar de esa forma porque en América Latina la desigualdad se ha vuelto estructural: el 71% de la riqueza se concentra en el 10% más rico de la población. Solo 32 personas, en 2015, concentraban tanta riqueza como la mitad más pobre de la región: 300 millones de personas. El odio contra los explotadores no es transmitido, sino una realidad que nadie puede borrar.

3. En México quizá el promedio del odio sea poco más bajo (un 68 por ciento) porque la clase dominante a través de la historia ha demostrado una enorme capacidad para engañar y manipular a la gente mediante discursos, políticas demagógicas y manipulaciones. La explotación, la pobreza y la miseria se extienden al 80 por ciento de la población, pero a pesar de ello los medios de información y la iglesia trabajan mucho entre los explotados para mantenerlos en la enajenación total. Los trabajadores saben quiénes los explotan y oprimen, pero el dominio ideológico de los poderosos –tan machacado en los medios, resulta de mucha efectividad.

4. Es triste, pero mucho más indignante saber –como apunta Gentili- que “Los niños pobres de Honduras, República Dominicana, Colombia y otros país saqueados, tienen de 2 a 5 veces mayor probabilidad de morir en el primer año de vida que los niños ricos”. Los sectores medios y altos de la población de América –aun siendo una realidad de siglos- ni se imaginan esa realidad porque sus intereses y preocupaciones son otras. ¿Sabrán siquiera que en educación mientras casi todos los hijos de ricos terminan su primaria y secundaria, los niños pobres apenas el 30 por ciento alcanza llegar a la secundaria por pobreza y miseria económicas?
5. Se apunta con precisión que los multimillonarios en América Latina, según las muy conocidas lista de Forbes en 2017, se concentran en cuatro sectores: el financiero (25%), bebidas (22%), telecomunicaciones (19%) y las industrias extractivas (15%). Juntos comprenden el 82% de la riqueza de los multimillonarios de la región. Por el contrario, los trabajadores de América Latina se concentran también en las fábricas, en los campos, en los talleres, en las oficinas, en el comercio informal, como migrantes. Son los creadores de la riqueza que una minoría de la población disfruta y que a pesar de ser productores sufren y se sienten despojados de ellas.

6. Sobra entonces, sería imbécil, está demás preguntar, porque la parte más consciente de la población de Latinoamérica odia tanto a la clase dominante, a los poderosos. Esto es importante porque “la lucha contra la desigualdad no es un problema técnico sino político”; no es un asunto de errores o de incomprensión, es en la política donde hay que confrontar a los que buscan que perduren las desigualdades de clases que se manifiestan al frente. El secuestro de la democracia por empresarios, altos políticos, por las élites es evidente; los estados y sus leyes, regulaciones, recursos y políticas son muy a menudo capturados por élites económicas y políticas. (20/VIII/17)

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