5/13/2011

¿Qué sigue después de la marcha?


Espacio Civil | Emilio Álvarez Icaza L.


El pasado domingo se realizó la concentración de la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad en el Zócalo de la ciudad de México, en más de 30 ciudades en el país y en más de una docena en el extranjero. Miles de personas se dieron cita unidos por el dolor, la indignación, el llamado a construir la paz y también por la esperanza.

Gran cantidad de personas se concentraron a lo largo del recorrido de Ciudad Universitaria al primer cuadro. La gente se concentró en diversos puntos esperando a que la marcha que inició en Cuernavaca pasara por donde estaba, bien para saludarla, bien para incorporarse, incluso por curiosidad. El hecho real es que fueron muchos más los que participaron en esta jornada ciudadana que los que se reunieron en la Plaza de la Constitución.

Sin duda, de lo más impactante y significativo fue escuchar los más de 60 testimonios que se presentaron en el templete principal. Un mosaico de dolor con la constante de la impunidad y la desatención por parte de las autoridades. Historias desgarradoras de personas que han perdido a sus familiares. Fue sólo un tímido reflejo de por qué el grito de Javier Sicilia de "estamos hasta la madre" caló tan hondo. Fue un ejercicio de traer a la vida a los que ya no están, muchos de ellos casos absolutamente anónimos. Salieron fotos, carteles, mantas e incluso hasta se montaron altares.

Más allá de la solicitud de renuncia de Genaro García Luna, lo verdaderamente sustantivo es el Pacto por la Paz con Justicia y Dignidad que contiene seis puntos que plantean diversas exigencias y propuestas y que contribuye a dar horizonte. Es una apuesta estratégica que busca contribuir al cambio del actual estado de las cosas en nuestro país, simultáneamente es una propuesta que busca ir más allá de las concentraciones del domingo. Se trata de que en su cumplimiento y construcción se genere una gran alianza social y que las instituciones del Estado asuman la responsabilidad que les corresponde para su atención y solución.

Este pacto, cuya lógica es la integralidad, contiene seis ejes. Para avanzar en la agenda de justicia y seguridad no debemos perder de vista otros aspectos que en su atención podrán contribuir a su mejoría. Los seis puntos son: 1. Verdad y justicia; 2. Fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana; 3. Combate a la corrupción e impunidad; 4. Combate a la raíz económica y las ganancias del crimen; 5. Atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social, y 6. Democracia participativa, mejor democracia representativa y democratización en los medios de comunicación. En todos los puntos se agregan acciones específicas con fechas determinadas.

Uno de los primeros logros de las marchas fue la respuesta del presidente Calderón señalando la posibilidad y responsabilidad para el diálogo. Esta expresión es en sí misma positiva. Ahora se construyen las formas, tiempos y contenidos de un ejercicio dialogal. Entre quienes promovimos estas movilizaciones hay consenso de que debe darse un diálogo público, en Palacio Nacional y con una significativa representación de víctimas. La verdad es que se quiere ir más allá del encuentro con el Presidente. Habrá que dialogar también con los otros representantes de los poderes de Estado con la claridad de que el objetivo es la firma del pacto en dos tiempos. Se trata de llegar el 10 de junio a Ciudad Juárez a un gran alianza ciudadana, para, en su caso, en un segundo momento signarlo con las representaciones del Estado mexicano. Lo que sigue entonces es construir el camino a Juárez e integrar las comisiones que den seguimiento a cada uno de los puntos del pacto.

El Espacio Social para el Diálogo Estratégico integrado por diversas redes y organizaciones ha sintetizado cinco acciones para construir la paz. Ésta es una excelente respuesta para quien se pregunta ¿qué hacer?, ¿cómo participar? Basta consultar las páginas
http://www.incidesocial.org/ o http://www.ririki.org/ para tener acceso a esta propuesta. De hecho, su difusión y multiplicación será de gran ayuda para el país, más allá de este momento y proceso.

Se pasa ahora de una marcha a un movimiento, su construcción implica desafíos de gran magnitud, pero igualmente significa una gran oportunidad para que nuestro país cambie. Cuando no se atendieron las manifestaciones de 1997, 2004 y 2008 las cosas empeoraron significativamente en México. La clase política y la ciudadanía tienen ahora una extraordinaria nueva oportunidad, no se puede dejar pasar otra vez, pues México se nos puede ir de entre las manos.

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