5/11/2011

Madres de víctimas de violencia: cuando el dolor se multiplica


ESPECIAL MATERNIDADES

Antonia le lleva flores a su hija asesinada en el Edomex


Por Guadalupe Cruz Jaimes

México, DF, 10 may 11 (CIMAC).- El Día de las Madres es una fecha dolorosa para las mujeres que han tenido que enterrar a sus hijas o hijos; ese sufrimiento se agudiza cuando las circunstancias en las que murieron están ligadas a la injusticia, sostiene la organización Tech Palewi, especializada en tratar este duelo, como el que atraviesa Antonia, madre de Nadia, joven asesinada en el Estado de México.

Antonia, mamá de tres hijas y un hijo, conmemorará este 10 de mayo llevándole flores a Nadia. “Para mí este día es bien doloroso, me siento lastimada por parte de las autoridades, quienes en vez de velar porque se le hiciera justicia a mi hija, pusieron trabas”, que derivaron en la impunidad del homicidio de la mexiquense.

En esta época el dolor para las madres en duelo se profundiza, debido a que esta fecha, destinada “comercial y socialmente para festejar”, les recuerda que “no tienen que celebrar”.

La situación empeora cuando sus hijas o hijos fallecieron víctimas de la violencia, ya que “los agravantes le agregan más dolor al dolor, pero el camino para la recuperación, en todos casos, va a ser largo, difícil y sombrío”, advierte Tech Palewi en un comunicado de prensa.

Pese al adverso panorama, Antonia asegura que como madre su prioridad es que “se le haga justicia a Nadia”, ya que “mi hija ha sido tratada como ciudadana de última categoría, no ha encontrado justicia en ningún lado”.

El asesinato de la joven ocurrió en el municipio mexiquense de Villa Nicolás Romero hace siete años. La madre de Nadia señala: “He tocado todas las puertas para que los homicidas de mi hija (Bernardo e Isidro López Gutiérrez) paguen por el crimen”, pero después de múltiples deficiencias en la investigación ambos están libres.

Como parte de su incesante búsqueda de justicia, Antonia presentó el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), apoyada por organizaciones civiles, en 2010.


Luego de más de un lustro en audiencias y tribunales mexiquenses, Antonia tiene entre sus objetivos “sacar adelante a mis hijas y a mi hijo, que estén contentos y que podamos vivir lo mejor que se pueda”.

Para ella, la maternidad ha sido una experiencia “gozosa”, aunque “en un principio no estaba muy consciente de la responsabilidad”, pues tuve su primera hija a los 18 años de edad. “A los 22 años, ya tenía a mis tres hijas”, relata.

“Yo no decidí ser mamá, era joven con pocos estudios, venía de un pueblo con ‘los ojos cerrados’, conocí a mi esposo, me casé y luego llegaron mis hijas”.

Casi una década después, convencida por su esposo, se volvió a embarazar con la intención de “tener un niño”, y lo logró. Esta vez “fue un niño planeado y lo esperábamos con más madurez”.

Antonia comenzó a trabajar desde muy joven, bordando vestidos de novia, una labor que realiza en su casa para poder atender las necesidades de su familia.

“Me levantaba a las 5 de la mañana para hacer el aseo, a las 7 los mandaba a la escuela, y me dedicaba a bordar hasta el medio día, a esa hora cocinaba, comíamos. Y en la tarde, mientras hacían su tarea, bordaba un poco más”, señala.

Ahora, la rutina de Antonia ha variado, pues su familia creció con la adopción de sus nietos (los tres hijos de Nadia), pues con ellos “aumentaron las tareas, pero también el apoyo de sus otras hijas para compartir las responsabilidades”.

Además de que incrementó el trabajo en la familia de Antonia, con la crianza de sus nietos también aumentaron sus alegrías: “Para mí verlos crecer es una bendición porque cada uno tiene algo de su madre”.

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