1/27/2013

La “Coca-Colización” de México, la chispa de la obesidad

Cartel que anuncia el camino a Yitic, en los Altos de Chiapas (María Verza)
Es día de fiesta en los Altos de Chiapas, la sierra que rodea San Cristóbal de las Casas. 
La escuela de San Pedro 
Chenalhó es el epicentro de las actividades porque tiene un amplio gimnasio que se 
reconvierte en salón de usos múltiples. Da igual cuál sea la celebración, cuál sea el pueblo, 
a escena se repite invariable. Lo primero que llama la atención es la cantidad de cajas de Coca-Cola 
se apilan en la puerta. Son las diez de la mañana. El público  se acomoda con tiempo, para coger 
buenos sitios y ver las actuaciones de sus niños.  Varios voluntarios van  destapando y ofreciendo 
el refresco, que en esta zona suele ser de mayor tamaño que en la ciudad. 

Cortesía municipal. 
Todos cogen uno. El único requisito es poder con la botella de medio litro que, a veces,
 parece más grande que los niños que la sostienen. Claro que si no, hay otra opción: las propias mamás 
se las sostienen o echan su contenido en los biberones, para que sea más fácil.
San Pedro Chenalhó (M.V)
En eso unos pequeños llegan hasta el centro de la cancha. Su referencia es situarse donde está dibujada 
la marca de la refresquera y bailar alrededor del círculo. Si un extraterrestre llegara en ese momento seguro 
que pensaría que Coca-cola era algo terriblemente importante para los terrícolas. 
Entre actuación y actuación, una señora ofrece unas galletas para acompañar. 
Todos están contentos. 
Los niños lo están haciendo muy bien y ese día se ahorran el almuerzo, algo importante en una 
región donde la pobreza afecta a ocho de cada diez personas y la desnutrición y el hambre a tres de cada diez. 
La escuela de San Pedro Chenalhó está en la carretera que une San Cristóbal de las Casas con Pantelhó
 (a poco más de 60 km de la ciudad colonial). Durante el trayecto, los colores blanco y rojo destacan 
entre el verde de la sierra. Casi todas las tiendas –cuando no simples casas- están decoradas en esos 
tonos porque así les sale gratis la pintura. Coca-Cola Femsa (la filial mexicana que es la mayor embotelladora 
de Coca-Cola del mundo, con 2.600 millones de cajas en el año 2011 y da servicio a toda América Latina)
 sabe que estas zonas indígenas y empobrecidas son un importante mercado y por eso opta por anuncios
 en las lenguas autóctonas y ha convertido los tradiciones letreros que dan la bienvenida a una localidad 
en grandes carteles publicitarios.
Ctra S Cristobal Pantelhó (M.V)
La estrategia viene de lejos. Como explica el antropólogo social Jaime Page Pliego, en una investigación 
a punto de publicarse en la revista Liminar , las refresqueras buscaron a los caciques locales, indígenas 
que el PRI había promovido y que se encargaban de la producción de pox (una especie de aguardiente de
 la caña de azúcar que se usa para ceremoniales mayas) y les dieron las concesiones de Coca-Cola o de Pepsi. 
Pronto se hicieron ricos. Page Pliego pone el ejemplo de la familia López Tuxum de San Juan Chamula 
(un pueblo hoy conocido por su iglesia de gran sincretismo donde frente a los altares de diferentes vírgenes
 o santos se hacen ceremonias mayas) a quienes en 1962 les ofrecieron la concesión de ambas refresqueras
 (luego las dos querían exclusividad y ganó Coca-Cola). Los López Tuxum se establecieron como usureros
controlaban los transportes y fueron traspasando el negocio de padres a hijos. “El prestigio social que dio 
ofrecer en Chamula Coca-Cola y Pepsi, pero principalmente el primero, en festejos familiares, fiestas patronales, 
se extendió por todos los Altos de Chiapas”, escribe Page.
Estos refrescos se fueron convirtiendo poco a poco en un eje importante de las comunidades de los Altos. 
Hoy, no sólo son una bebida, sino casi una moneda con la que se pagan deudas o dotes y un elemento 
de ceremonias prehispánicas y rituales religiosos, en parte porque las iglesias evangélicas que han 
proliferado por la zona han alentado a los indígenas a sustituir el pox (que es una bebida alcohólica) por la Coca-Cola
 o similar.
Ctra S Cristobal Pantelhó (M.V.)
DE 2 A 5 L. POR PERSONA AL DIA
México es el país que más refrescos consume del mundo (y los de Coca-Cola-Femsa son los líderes). 
En algunos pueblos del desierto de Sonora (norte del país), cuando el calor aprieta, una persona puede 
llegar a beber al día cinco litros de Coca-cola, según los datos de Page Pliego. La media del país, de acuerdo 
a su investigación, se sitúa en 0,4 litros diarios por mexicano, una cifra que en Chiapas se multiplica.
En los Altos, cada habitante se bebe 2,25 litros de refresco al día. De ahí que en la zona sean habituales 
envases extra-grandes no comercializados en todos los lugares.
La planta de Coca-Cola Femsa de San Cristóbal de las Casas es, además, una de las dos más grandes 
de México (la otra está en Tlaxcala, cercana a la capital), con acceso al agua garantizado pues está ubicada
 en las faldas del Huitepec (conocido como el “volcán de agua”). Según Page Pliego, además del pozo actual
 (con el que se embotella para suministrar a todo Chiapas y parte de Oaxaca y Tabasco) se está construyendo otro
. Diversas organizaciones han denunciado acuerdos entre la compañía y las autoridades para acceder
 al agua a muy bajo costo, en un estado donde la disposición de este elemento provoca grandes litigios 
entre comunidades.
Ctra S Cristóbal Pantelhó (M.V.)
Chiapas es, por tanto, el mejor ejemplo de lo que se ha dado en llamar “coca-colización”, la invasión
 de los refrescos que, si no es la única causa de lo que los expertos califican como “nueva guerra del siglo XXI”,
 la epidemia de obesidad, sí es uno de los principales motivos de que en México, según los estudios de todos
 los expertos, el 70% de la población tenga sobrepeso y el 30 por ciento sean obesos.
Pero para el relator para la alimentación de Naciones Unidas Olivier de Schutter el punto de inflexión que marca 
un cambio en los hábitos alimenticios mexicanos y, por tanto, un incremento del consumo de azúcares 
y grasas procesadas, es la entrada en vigor el 1 de enero de 1994 del Tratado de Libre Comercio de 
Norteamérica. La importación de alimentos se multiplicó y, en solo una década, se duplicó el consumo de
 Coca-Cola entre niños, según datos de Schutter.
Escuela de Yitic (M.V.)
REFRESCOS + DESNUTRICION = ¡ALARMA!
En Chiapas, además, se da una combinación explosiva: alto consumo de refrescos y altos niveles de desnutrición
“La mayoría de los adultos mexicanos actuales fueron niños desnutridos con lo que su cuerpo se programa para
 la escasez y cuando de repente hay un exceso de azúcar el daño metabólico es terrible”, explica el doctor 
Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Salud y Nutrición. Las consecuencias van de la diabetes 
a infartos, ceguera, amputaciones, reducción de la capacidad laboral…
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012
la diabetes es la primera causa de muerte en el país y se estima que afecta a 13 millones de personas aunque
 solo la mitad están diagnosticadas y en tratamiento. Este mismo documento considera que el 70% de los hogares 
manifiestan algún grado de inseguridad alimentaria.
La nutricionista Marisol Vega sabe qué significa la combinación de estos elementos. Lleva más de diez años
 trabajando en varias comunidades de los Altos de Chiapas en proyectos de universidades u ONGs y ha visto
 “cómo se ha ido abandonando la dieta tradicional y se ha sustituido por refrescos y comida chatarra que 
es muy barata y exige menos esfuerzo de preparación”.
Zinacantán Dña Petrona haciendo tortillas (M.V.)
“Por diez pesos (medio euro) compran una botella grande de refresco para el desayuno y entre toda la familia 
se la beben, luego otra para el almuerzo y puede que hasta otra para la cena, porque es barato 
(más que el agua embotellada) sacia, sobre todo unido a las tortillas, y, además, da prestigio social”, 
añade Vega. La investigadora advierte del peligro que esto supone en unas comunidades donde existe 
una desnutrición histórica heredada, se está abandonando muy pronto la lactancia y el refresco llega 
incluso a los bebés. El resultado es que en una misma familia hay niños desnutridos y adultos obesos 
y los índices de diabetes se han disparado pero alerta de que los problemas se multiplicarán en el futuro.
MAS BARATO Y ACCESIBLE QUE EL AGUA
“Muchas escuelas, pero no sólo en Chiapas o Yucatán, donde el problema es más visible, sino en 
el Estado de México (la periferia de la capital) no tienen agua potable y los niños se hidratan con refresco
ese es un problema terrible”, subraya el doctor Abelardo Ávila. “He visto a madres que incluso llenan
 los biberones con Coca-cola”, añade. Además, los centros escolares se han convertido en un “paraíso de 
la comida chatarra” aunque su venta ya se haya prohibido. Y no hay nada más que ir a la puerta de un 
colegio para observar que lo que antes se vendía dentro del recinto ahora se vende justo fuera. 
“Sí, durante unos meses no pudimos vender –dice la señora Juana mientras carga su pequeño carrito 
con golosinas en una céntrica escuela del DF- pero ahora no hay problema”.
Ctra S Cristobal Pantelhó (M.V.)
A juicio de todos los expertos, aunque en algunos lugares, como la capital, se han puesto en 
marcha diversos programas nutricionales y anti-obesidad, en general el Estado no ha hecho 
lo suficiente para contrarrestar la epidemia de sobrepeso y las enfermedades asociadas a 
este problema que, con la diabetes a la cabeza, han crecido tanto que “de seguir la tendencia 
actual para 2020 el daño financiero y de salud para México será insostenible, una catástrofe”, pronostica 
el doctor Ávila.
“Coca-Cola y el resto de refresqueras han hecho lo que el gobierno les ha dejado hacer”, denuncia,
 por su parte, el director de la ONG El Poder del Consumidor , Alejandro Calvillo. Su colectivo ha 
denunciado en diversas ocasiones la excesiva permisividad de las autoridades para la expansión de 
las industrias del sector con costes e impuestos muy bajos e incluso con prácticas desleales. 
“Pudimos demostrar acuerdos de Coca-cola con directores de escuelas de Chiapas para que les permitieran
 la venta en exclusividad en los recintos escolares y les pagaban en botellas que ellos podían revender 
para su beneficio personal”. Calvillo recuerda, además, que la relación de esta compañía con 
el poder es muy fuerte. “Basta recordar que hace poco tiempo, de 2000 a 2006, México tuvo 
un presidente que fue director de Coca Cola (Vicente Fox)”.
Ctra S Cristobal Pantelhó (M.V.)
Las exigencias de las organizaciones civiles y de la propia ONU para paliar el problema son las mismas 
desde hace años y van en dos direcciones: prohibir la publicidad dirigida a menores de refrescos y 
comida chatarra y elevar los impuestos a la industria. Pero las compañías del sector, muy poderosas 
y con doble moral (algunas, por ejemplo, apoyan programas nutricionales desarrollados por ONGs), 
han logrado esquivar las medidas comprometiéndose a la autorregulación y con el argumento de
 que el problema no son los refrescos o ciertas comidas sino los hábitos de nutrición, como explica 
Jaime Zabludovsky, presidente de ConMéxico, patronal del sector 
 En el 


próximo periodo de sesiones, el Congreso Mexicano volverá a debatir la 

petición de 47 organizaciones  de elevar los impuestos a las refresqueras e intentar contrarrestar 
así el consumo de bebidas azucaradas pero estos colectivos saben que también será necesario invertir 
en educación nutricional tanto en las áreas rurales como urbanas y en la recuperación de la dieta tradicional 
con productos cultivados en la propia comunidad cuando sea posible.
El relator de la ONU coincide en este diagnóstico. México debe “estudiar la posibilidad de imponer impuestos 
para desalentar las dietas ricas en energía, en particular el consumo de refrescos”, decía Schutter 
el pasado mes de marzo. También debería “conceder subvenciones a las comunidades pobres para que 
puedan acceder al agua, la fruta y las verduras” y trabajar para que sus “políticas agrarias y comerciales” 
tengan un buen efecto en la dieta de la población, es decir, apoyen la producción propia en las comunidades 
rurales en lugar de las importaciones.
Este debería ser uno de los objetivos básicos, coinciden los expertos, de la “Cruzada contra el Hambre” 
que justo ahora lanza el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto, con 30.000 millones de pesos
 (unos 1.800 milllones de euros) y que se centrará en 400 municipios del país de alta marginación

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