8/15/2014

1, 2, 3 por los derechos de l@s niñ@s


Dado que l@s niñ@s aún no cuentan con la autonomía necesaria para conseguir sus propios medios de subsistencia, es indispensable el papel de la familia, la sociedad y el Estado para su pleno desarrollo. 



Al escribir sobre la niñez, decía el poeta colombiano José Asunción Silva, “¡Edad feliz!, seguir con vivos ojos donde la idea brilla”. Cabe preguntarnos si hoy en día este verso podría ser recitado por todos los niños y niñas. L@s 392 niñ@s fallecidos y 2,500 heridos en la Franja de Gaza; l@s 458 niñ@s encontrados en el albergue de la Gran Familia en Zamora, Michoacán; l@s más de 57,000 niñ@s migrantes que han cruzado la frontera norte de nuestro país, nos hacen cuestionarnos sobre la calidad de vida de l@s niñ@s, para lo cual el análisis de sus derechos representa un elemento fundamental. En un contexto mediático en el que el papel del Estado ha sido cuestionado por lo que hace al respeto de los menores, vale la pena reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en este tema, para prevenir circunstancias límite en las que se vulnere su integridad y dignidad personal.

Los niños, entendidos como todo ser humano que no haya cumplido los 18 años de acuerdo a lo establecido en la Convención sobre Derechos del Niño, por el sólo hecho de ser personas son titulares de derechos humanos; además, en atención a su condición, están sujetos a garantías específicas. Por su parte, el artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su párrafo noveno, señala que l@s niñ@s tienen derecho a la alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. Por otro lado, la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su artículo 19 señala que “todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere, por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”. En ese sentido, cabe señalar que el Estado mexicano tiene el deber legal de salvaguardar los derechos de l@s niñ@s previstos en tratados internacionales, con base en lo dispuesto en la Contradicción de Tesis 293/2011, en la que la Suprema Corte determinó que las normas sobre derechos humanos contenidas en esta clase de instrumentos tienen rango constitucional.

Dado que l@s niñ@s aún no cuentan con la autonomía necesaria para conseguir sus propios medios de subsistencia, es indispensable el papel de la familia, la sociedad y el Estado para su pleno desarrollo. Por un lado, la familia ─como unidad básica de la sociedad─ resulta indispensable para satisfacer las necesidades básicas del desarrollo físico, emocional e intelectual de l@s niñ@s. Por otro lado la sociedad ─la cual involucra diversos actores como los maestros, los vecinos y ciudadanos en general─ debe fungir como ejemplo de actuación y referencia en la formación de valores personales y en el desarrollo de los hábitos de l@s niñ@s; y por último el Estado, el cual, como principal velador del bien común, tiene una responsabilidad fundamental en la formación integral de las personas, a través de políticas públicas y programas sociales que fomenten la protección de los derechos de los menores.

No obstante el sistema de coordinación entre la familia, la sociedad y el Estado, y a pesar de que según cifras de la UNICEF, l@s niñ@s representan poco más del 29.1% de la población mexicana, este es el grupo social que más sufre de la insuficiencia de recursos[1]. Si bien las condiciones de vida de la niñez  varían a lo largo de nuestro territorio, sí podemos hablar de un contexto nacional en el que la pobreza continúa denigrando la etapa de la niñez. Por ejemplo, en los Estados del sur como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, el porcentaje de niñ@s que viven en condiciones de pobreza representa hasta el 80%, a diferencia de lo que sucede en las entidades del norte, como Nuevo León, donde dicho porcentaje es de alrededor del 25 por ciento.[2]

En ese orden de ideas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) define a la pobreza como “el resultado de un proceso social y económico ─con componentes culturales y políticos─ en el cual las personas y los hogares se encuentran privados de activos y oportunidades esenciales por diferentes causas y procesos, tanto de carácter individual como colectivo, lo que le otorga un carácter multidimensional”. Es innegable que dicha condición inhibe la posibilidad de l@s niñ@s para gozar de todos los derechos humanos por las limitantes y obstáculos que ésta impone, pues entre otros, imposibilita la adquisición de productos básicos para obtener una sana alimentación, afecta el acceso a la salud y además, los orilla a salir de su hogar para trabajar y proporcionar un ingreso que apoye a la economía familiar, mermando la posibilidad de lograr la satisfacción plena de ciertos aspectos de la vida del niño.

Dado que tal situación se debe a la falta de recursos de las familias, quien debe asumir una mayor responsabilidad frente a l@s niñ@s es la sociedad, pero sobre todo, el Estado, el cual debe adoptar e implementar medidas correctivas y reparatorias que subsanen dicha condición, por ser éste el encargado de velar en última instancia por crear oportunidades para todos l@s niñ@s.

Por todo lo anterior, es fundamental que la familia, la sociedad y el Estado instrumenten un sistema de responsabilidades compartidas pero diferenciadas a raíz del cual se generen  acciones preventivas y benéficas a favor de la niñez. Sin embargo, en aquellos casos en los que dicho sistema resulte insuficiente, el Estado debe asumir su responsabilidad como principal velador del bien común y revertir tales condiciones, adoptando el interés superior del menor como criterio de resolución de conflictos y de implementación de políticas públicas. La corresponsabilidad entre todos los actores y sectores en el respeto y garantía de los derechos de l@s niñ@s tiene que hacerse más presente y palpable para que podamos decir con toda seguridad 1, 2 3 por los derechos de l@s niñ@s.

[1] 53.8 %de niñas, niños y jóvenes viven en pobreza.
[2] CONEVAL-UNICEF; Pobreza y derechos sociales de niños, niñas y adolescentes en México; 2008-2010.

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