4/30/2016

#VivasNosQueremos… exigiendo respeto a nuestra dignidad


Por: Alejandra Buggs Lomelí*

Aún con la emoción a flor de piel y con las voces resonando en mis oídos, me dispongo a escribir mi columna de este mes.

El pasado domingo 24 de abril se llevó a cabo la Mega Marcha #VivasNosQueremos, en la que con mucho honor, dolor, privilegio, gusto, respeto y emoción, marché al lado de miles y miles de mujeres y hombres del Monumento de la Revolución a la “Victoria Alada” (mejor conocida como Ángel de la Independencia).

Es importante saber y recordar que desafortunadamente en México, cada 24 horas siete mujeres son asesinadas. Que las mujeres de 30 a 39 años de edad están más expuestas a violencia. Que una de cada dos mujeres ha enfrentado agresiones por parte de su pareja en al menos una relación. Que 63 por ciento de las mujeres de 15 a 25 años reporta haber sufrido un incidente de violencia**.

En esta movilización social organizada, dirigida y protagonizada por las mujeres de México y del mundo, salimos a protestar a las calles contra las diferentes formas de expresión machista, como: el acoso callejero; el acoso sexual; la imposición patriarcal de los roles de género; la diferencia en el pago de sueldos a las mujeres; la discriminación por raza, por orientación sexual y afectiva diferente a la heterosexual; por la penalización del aborto; por la cosificación del cuerpo femenino; la explotación sexual; la violencia doméstica, la violación y el feminicidio***.

Como he escrito anteriormente, el machismo es una de las formas en las que se expresa y/o manifiesta el patriarcado, es decir, una de las formas de odio hacia las mujeres que desafortunadamente muchos hombres asumen y utilizan en sus vínculos afectivos y algunas mujeres también.

Porque tanto mujeres como hombres estamos inmersos bajo los efectos de este mundo patriarcal que afecta a las mujeres y también a muchos hombres que no cumplen con el estereotipo esperado de lo que debe ser un varón.

Sin embargo, en el caso de nosotras las mujeres, se convierte en un reto cotidiano vivir en una sociedad como la nuestra, patriarcal, en donde se tiende a invisibilizar la presencia de las mujeres y a asumir que se puede hacer lo que se quiera con nosotras y no es así. Porque ¡No es No!

Es por ello que el domingo #24A (24 de abril) mujeres de todas partes de la República Mexicana convocadas bajo la consigna #Vivas Nos Queremos, decidimos salir a las calles a exigir alto a la violencia machista que ha asesinado a mujeres y desaparecido a tantas más.

Visibilizar este tipo de acciones y movilizaciones sociales importa y mucho, porque refuerza la autoestima de las mujeres y nos empodera.

Desde mujeres feministas y activistas, tanto del Edomex como de la Ciudad de México, y otras más quienes apoyamos y dimos seguimiento desde nuestros diferentes espacios.

Las que salimos a las calles y marchamos, las que hubieran deseado estar físicamente y lograron hacerse presentes, desde sus mentes, almas y corazones a través de un pensamiento lanzado al aire que llegara hasta el lugar exacto de la marcha, para darle fuerza a nuestras piernas y continuar el camino y a nuestra voz, para que tuviera la potencia suficiente para hacernos escuchar.

Hasta aquellas quienes se enteraban de este movimiento social #VivasNosQueremos y su objetivo, durante el momento de la movilización, y también para quienes se están enterando al leer esta columna.

Independientemente del hecho de que nuestra autoestima se lastima por nuestra historia de vida, la realidad es que especialmente la autoestima de las mujeres (y claro que de algunos hombres también) se ha visto afectada por los mandatos de género dictados por el patriarcado y asumidos por ambos, mujeres y hombres,  como verdad absoluta aunque nos lastimen, hieran, minimicen, lapiden, mutilen, invisibilicen, torturen y asesinen.

Qué importante y simbólico que la marcha iniciara en Ecatepec, el municipio más peligroso para las mujeres y donde más asesinatos contra mujeres se cometen, donde el feminicidio es un terrible integrante más de la sociedad, y concluyera en la “Victoria Alada” (nombre que se decidió utilizar debido a que esta escultura, diseñada por Antonieta Rivas Mercado, representa a la diosa Niké, una diosa griega independiente que simboliza la victoria).

Sin embargo, durante el porfiriato muchas personas al relacionar la imagen con la de un ángel comenzaron a ubicar la escultura como la de un ángel protector. Por esto mismo es que las organizadoras de la marcha decidieron poner el nombre original para recuperar la historia, y con la intención de reivindicar la presencia femenina de la diosa Niké, que también fue invisibilizada****.

Participar desde donde cada una de nosotras puede y desea, con una toma de conciencia de la importancia de este tipo de acciones sociales, definitivamente sientan las bases culturales y psicológicas que nos llevan a las mujeres hacia una nueva conciencia.

Ser mujeres y vivir nuestra existencia con orgullo de serlo, con la plena sensación de que somos sujetas de derechos, que merecemos vidas sin violencia, vivir felices, no ser las únicas responsables de la casa, ni del cuidado de hijas e hijos.

Que tenemos derecho a la alegría, a la vida y que nadie tiene derecho a arrebatárnosla, asesinándonos. Si lo hace, saber que existe un sistema legal igualitario, justo y equitativo que castigará a quien ose lastimar nuestra integridad y atentar contra nuestra vida.

Por esto y por mucho más es que salimos a las calles las mujeres, es que alzamos nuestra voz uniéndola a las de muchas mujeres más y a la de algunos hombres afectados por el machismo generado por el patriarcado.

Por supuesto que levantar fuerte, muy fuerte, nuestras voces al unísono con consignas como: “¡Ya basta!”; “¡Ni una asesinada más!”; “¡Si violentan a una nos violentan a todas!”; “¡De norte a sur, de este a oeste, las mujeres unidas estamos presentes!”; “¡Mujer consciente, se une al contingente!”; “¡Mi cuerpo es mío, de nadie más!”; “¡Mujer escucha, únete a la lucha!”, entre otras más, nos devuelve emocionalmente la sensación de que somos dueñas de nosotras mismas, de nuestros cuerpos y nuestras emociones.

Protestar de manera simbólica, directa y pacífica, contra los efectos del machismo, resulta emocional y mentalmente eficaz, liberador, catártico y esperanzador, porque vernos reflejadas en las otras, tan diferentes a nosotras, nos confirma que no estamos solas, que como bien escribe en su libro “Mensaje Urgente a las Mujeres” mi maestra Jean Shinoda Bolen, “las mujeres unidas podemos cambiar al mundo”.

Estas acciones nos dan la oportunidad de reapropiarnos de nuestras vidas y, por tanto, de empoderarnos y creer que un mundo mejor es posible.

Nos devuelve el placer de vivir y saber que no estamos solas, que nos tenemos a nosotras mismas, que nuestro Ser Mujer importa y vale, que podemos exigir nuestro derecho a una vida plena, placentera, divertida, descansada, respetada y sobre todo sin violencia machista porque #VivasNosQueremos.

**Fuente: Inegi.
***Algunos términos tomados de Revista Digital “Antes de Eva” (http://www.antesdeeva.com/).
****Fuente: Milenio Digital.

www.saludmentalygenero.com.mx

Twitter: @terapiaygenero

*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial, y especialista en Estudios de Género.

Foto: Argentina Casanova
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

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