Enrique Calderón Alzati
A escasos dos años de
concluir sus funciones, el actual gobierno parece tener perdido el
rumbo y se muestra incapaz de manejar la crisis que enfrenta la nación, a
partir de la falta de preparación y de responsabilidad del Presidente y
sus colaboradores cercanos, quienes han pretendido gobernar el país con
ocurrencias rimbombantes o siguiendo a ciegas los lineamientos
impuestos por organismos extranjeros, sin tomar en cuenta la realidad
nacional ni el complejo contexto internacional en el que se mueven los
intereses petroleros y del gran capital, como tampoco los ideales
establecidos por la Revolución Mexicana que dicen representar.
Siendo la educación una actividad estratégica para el desarrollo
nacional, lo que ha sucedido en torno a esta constituye una muestra del
fracaso gubernamental; a dos años de terminar el sexenio, los resultados
indican cada vez con más claridad un retroceso inédito en diversos
aspectos, mientras el titular de la Secretaría de Educación, Aurelio
Nuño, se atrevió a presentar esta semana su más reciente ocurrencia: El
desplazamiento de cientos de miles de niños de sus pueblos a ciudades
cercanas
para hacer más eficientes los procesos educativosy
mejorar la calidad de la educación, sin indicar mayormente qué quiere decir, pero tampoco cómo lo hará ni de dónde saldrían los recursos para tamaño despropósito, tomando en cuenta los recortes presupuestales por más de 30 mil millones de pesos que el Congreso de la República acordó aplicar al sector educativo, siguiendo las órdenes del ex secretario de Hacienda Luis Videgaray.
¿Se tratará acaso de utilizar el recurso de la magia?, ¿de atiborrar a
esos niños en escuelas ya existentes utilizando un segundo turno? Si
esta fuese su idea, ¿cómo resolverá el problema del transporte escolar
para llevarlos de ida y vuelta desde sus aldeas y comunidades? ¿Pensará
utilizar a la Nasa para que le diseñen los
vehículos todo terrenoque les permita cruzar los desiertos y montañas donde sólo hay veredas? ¿Cuáles serían sus pronósticos de accidentes vehiculares fatales en tal caso? Pero quizás esté pensando en otra solución: ¿Se trata más bien de sacar a los niños de sus hogares para ubicarlos en lugares relativamente cercanos a sus nuevas escuelas? Aurelio Nuño habla de reubicar 100 mil escuelas, ¿habrá tenido capacidad de imaginar que en cada una de ellas habrá cuando menos un profesor y 20 niños? Construir albergues y comedores para dos millones de niños se dice fácil, pero ¿tendrá idea de los costos que ello puede implicar? O es que ¿estará pensando en construir para ellos algunos millares de barracones como los utilizados en Auschwitz? Lo más impresionante de todo parece ser que el super dotado secretario de Educación piensa hacer todo ello en los dos próximos años, aunque bien pudiera ser que algún espíritu chocarrero ya le haya asegurado seguir en su puesto en el sexenio siguiente, pues de no ser así, ¿quién sería capaz de continuar con las jaladas que solo a él se le ocurren?
El Presidente debiera pensar como un acto de congruencia, en alguien
con conocimientos serios y capacidad para dirigir la Secretaría de
Educación, luego de haber mencionado en alguna ocasión que la educación
constituía una prioridad para su gobierno; por ahora los mexicanos nos
conformaríamos con que al menos el gobierno pudiese recuperar los
niveles de desempeño escolar existentes al inicio del sexenio. Ello
puede ser todavía una meta asequible para su gobierno, a condición de
que se atendiera con certeza varios aspectos prioritarios. El primero de
ellos es desde luego restablecer la relación de respeto y
reconocimiento hacia los maestros, aceptando que los graves problemas e
irregularidades que hasta hoy existen son y han sido responsabilidad del
gobierno federal, de algunos gobiernos estatales y de líderes
sindicales corruptos, a los que se les ha permitidos y premiado,
regalándoles plazas para repartir y vender, a cambio de sus lealtades
políticas.
Lo segundo sería reconocer que la única evaluación seria que
se puede hacer de los maestros es mediante el seguimiento del desempeño
logrado por sus estudiantes, tomando en cuenta los grados de marginación
en la que cada maestro trabaja y el hecho de que en la formación de
cada estudiante participan muchos docentes.
Como un punto más, es necesario restituir los programas de
actualización y formación de los profesores, suspendiendo el absurdo
método
de preparación en cascadade los maestros, empleado por la presente administración, útil únicamente para la presentación de estadísticas demagógicas, sustituyéndolo por un esquema de formación y actualización académica realizado con el apoyo de las instituciones de educación superior y las escuelas normales de maestros.
Como cuarto punto, es necesario que el actual gobierno declare su
compromiso de cumplir los preceptos constitucionales relativos al
derecho a la educación laica y gratuita para todos los niños y jóvenes
de México, y desactivar todos los mecanismos establecidos para la
privatización de la educación y termine con su actitud de golpeteo a las
escuelas normales, como lo ha hecho irresponsablemente el señor Aurelio
Nuño.
Finalmente, el gobierno debe comprometerse también a que las futuras
modificaciones que se proponga realizar en torno a la educación sean
consultadas previamente con los maestros, con las escuelas normales, con
los padres de familia y con expertos que puedan aportar ideas serias
sobre lo que es necesario modificar y, sobre todo, cómo hacerlo; ello
aportará sin duda avances importantes para el futuro de la educación que
nuestro país necesita.
Como ya lo mencioné antes, es necesario remover al actual secretario
de educación, quien no entiende la diferencia entre ler y leer, ni
tampoco la importancia que tiene el que un candidato a recibir un título
profesional sea de ingeniería, medicina o de leyes, pueda ejercer esa
profesión en el caso de haber plagiado su tesis, en tanto que la
normatividad del ejercicio profesional constituye una responsabilidad
básica de la Secretaría de Educación Pública.
Termino este artículo expresando mi solidaridad a Carmen Aristegui,
por su conducta ejemplar y su claro compromiso con México, ante los
actos delictivos y amenazas de que ha sido objeto recientemente;
recomiendo a los lectores, que aún no lo conozcan, el histórico artículo
de Luis Hernández Navarro publicado el martes pasado en La Jornada.
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