12/02/2016

Definición tardía y acertada en Ayotzinapa


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre



Melitón Ortega y Estanislao Mendoza acudieron a la presentación en la muy acreditada Feria Internacional del Libro, de Ayotzinapa: La incansable lucha por la verdad, la justicia y la vida, un libro de Carlos Alonso Reynoso y Jorge Alonso. Con Jorge, el historiador, tuve la fortuna de coincidir en el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (1983-86) y participar en el volumen Democracia emergente y partidos políticos, producto de un seminario que encabezó Pablo González Casanova, con el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas. La FIL, por otra parte, es encabezada por Raúl Padilla López, un individuo impugnado en ámbitos de la cultura, la educación superior y la política jaliscienses.

Pues bien, hasta la perla tapatía fueron Ortega y Mendoza a precisar, según la nota del corresponsal de La Jornada, Juan Carlos G. Partida:

“El gobierno no logrará romper la fortaleza de los padres de Ayotzinapa; lo que queremos es que nos diga la verdad, no culpamos a (el presidente Enrique) Peña Nieto. Sólo queremos la verdad”, subrayó Ortega.

Ambos dijeron que los actos de resistencia continuarán. “No dejaremos de andar en la calle tomando casetas, edificios, carreteras. (Es deseable que no dañen monumentos, en particular los de avenida Reforma, pintarrajeándolos no logran nada). No andamos en la calle porque queremos quitar a Peña Nieto de su puesto; lo que queremos es tener la verdad, pero seguimos sin ver la voluntad política de los funcionarios, de los diputados”, aclaró Melitón.

Importante definición que tardó 28 meses y que resulta indispensable saber si la respaldan los demás padres de los desaparecidos de Ayotzinapa, en particular el vocero Felipe de la Cruz, y también si la comparte la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero, que para bien y para mal, más para lo primero, tiene una presencia decisiva en el movimiento por los 43, debido a que la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (en la que participé en 1969-73) tiene una presencia muy localizada, pese a su impar trayectoria en la lucha por la transformación del país.

Después de 26 meses de movilizaciones llega esta importante definición que en su ausencia, a mi juicio, inhibió a muchos para apoyar a los adoloridos padres de familia de Ayotzinapa. Respaldo de sectores de la sociedad mexicana y global, destacadamente en octubre-diciembre de 2014, en que a juicio de los expertos hubo dos marchas que fueron superiores en asistencia a la más grande realizada en 1968.

Todo indica, salvo su mejor opinión, que privilegiar la demanda de la renuncia de Peña constituyó un serio error de cálculo de los dirigentes de la CETEG, integrante de la diversa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, pues en la realidad política de ayer y de hoy –correlación de fuerzas, la llaman– el sustituto sería uno del mismo grupo gobernante, y eso en el remoto caso de que produjera.

Además del agotamiento natural de cualquier movimiento social por legítimo y justo que sea, los errores los cobran los que desde cerca o de lejos apoyan las movilizaciones. Y es sabido que las fuerzas propias son insuficientes para arribar a buen puerto.


@IbarraAguirreEd

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